sábado, 17 de diciembre de 2011

Adicciones y legalización de la droga




OPINIÓN



Por Nelly Aguilera*




Adicciones y legalización de la droga






Una de las políticas alternativas que se han propuesto para combatir el narcotráfico ha sido el de la legalización de las drogas. Los argumentos indican que la violencia asociada al narcotráfico disminuiría con la legalización, tal como sucedió cuando se legalizó el alcohol en los 30 en EU.
Si bien se reconoce que no resuelve todos los problemas, en resumen, la legalización implicaría una disminución en el precio de las drogas, disminución de los beneficios de las organizaciones criminales, su poder para corromper autoridades y la eliminación de múltiples causas que generan violencia.
En esta nota no pretendo tomar una postura, simplemente resumir la literatura económica al respecto, pues son temas interesantes que requieren de un análisis minucioso.
Las adicciones han sido objeto de estudio por parte de los economistas. De hecho, los modelos teóricos y empíricos de las adicciones han evolucionado continuamente desde los 80. El conocer las diferentes teorías es muy importante, pues a cada una se asocian diferentes políticas públicas, con impactos significativos en su éxito y entonces en el bienestar de las personas. Además, con base en los estudios se puede argumentar a favor o en contra de la legalización de las drogas e identificar condiciones para su éxito.
El modelo paradigmático del enfoque económico de las adicciones ha sido el de Gary Becker y Kevin Murphy, que ha dado lugar a lo que se conoce como “Adicción Racional”. En su artículo original publicado en 1988, los autores –profesores de la Universidad de Chicago– argumentan que la adicción es una decisión racional de los individuos, quienes estando consientes de su creciente consumo del bien adictivo, de los costos asociados, tomando en cuenta la información presente y futura y suponiendo que sus preferencias no cambian en el tiempo, concluyen que los beneficios superan los costos de la adicción. Así, las personas deciden óptimamente su consumo de drogas y nivel de adicción.
Una característica del modelo es que si el precio del bien adictivo disminuye, el consumo del bien aumenta. ¿Cómo se justifican entonces bajo este escenario las propuestas para legalizar las drogas?
El mismo Becker, defensor público de la legalización de las drogas, admite que para compensar la disminución del precio, que efectivamente aumentaría la demanda, se deben establecer al mismo tiempo impuestos de un monto importante, como los que se aplican al tabaco o al alcohol, los llamados “impuestos a los pecados”.
Para que los impuestos efectivamente incidan en el precio es importante que el mercado informal sea pequeño. Becker expone que existen múltiples motivos para creer que el mercado formal sería el preferido por los consumidores y los proveedores: por seguridad y por tener los beneficios de operar de forma formal, como acceso al crédito. Este argumento bien se ejemplifica con el tabaco y el alcohol, cuyos mercados, a pesar de que los productos están sujetos a altos impuestos, son en su mayoría formales.
Asimismo, se deben establecer regulaciones con penas muy severas, como en el caso del cigarro y del alcohol, para evitar externalidades negativas. Por ejemplo, que se conduzca o se maneje maquinaria bajo los efectos de una droga.
Un tema que es muy delicado es cómo se protege a los jóvenes de una posible adicción, pues podrían tener al alcance de una forma más fácil la droga. El autor estresa el hecho de que se deben establecer penas muy graves a los proveedores que vendan a personas menores y se deben establecer programas públicos de apoyo a grupos vulnerables. Los recursos que hoy se destinan a perseguir a los productores y distribuidores de drogas pueden dedicarse para estos fines.
Antes de terminar, me gustaría hablar de los argumentos arriba expuestos a la luz de las nuevas teorías de adicciones que incorporan un componente de comportamiento. El modelo de Becker y Murphy tiene supuestos restrictivos: todas las personas son capaces de prever el futuro y son consistentes en el tiempo, es decir, las personas tomarían las mismas decisiones hoy que en el futuro en las mismas circunstancias. Nuevos modelos han relajado estos supuestos.
Por ejemplo, puede ser que en el futuro las personas se arrepientan de su comportamiento anterior; o puede ser que existan personas diferentes, algunas de las cuales con menor autocontrol.
En estos casos, las conclusiones principales del modelo no varían, es decir, las personas son sensibles a los cambios en los precios, pero cobra mayor importancia la recomendación de apoyo a grupos vulnerables; claramente un aumento en el precio vía impuestos es insuficiente para evitar un menor consumo de drogas.


* La autora es coordinadora de Investigación del Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social.






No hay comentarios:

Publicar un comentario