miércoles, 10 de marzo de 2010

Drogadicción y "ciudades preventivas" En 1999 en Buenos Aires

Editorial I
Drogadicción y "ciudades preventivas"
Jueves 30 de setiembre de 1999 | Publicado en edición impresa La Nación


La realización del Primer Congreso sobre Ciudades Preventivas en Adicciones del Mercosur, que acaba de celebrarse en esta ciudad, ha permitido actualizar algunos aspectos fundamentales de la lucha que la sociedad libra diariamente, en los ámbitos urbanos, para combatir las causas y los efectos de la drogadicción. Organizada por la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la provincia de Buenos Aires, la reunión resultó esclarecedora en lo relativo a la relación entre la ciudad -como espacio determinante de riesgos, pero también de insustituible poder operativo- y el consumo de drogas.

El debate puso al desnudo, en efecto, el doble rol de los grandes conglomerados urbanos, que por un lado generan el peligro y la oportunidad del contacto con la droga y, por el otro, actúan como el gran centro vital en el que confluyen y se potencian las mejores posibilidades estratégicas para el rescate, la curación y la rehabilitación de los jóvenes acosados por el fantasma de la adicción. Los fenómenos transnacionales que son propios del proceso de la globalización han colocado en situación desfavorable a los Estados nacionales en lo que toca al cumplimiento de muchos de sus cometidos tradicionales. Los países, aisladamente considerados, resultan hoy demasiado pequeños para controlar los flujos de poder, tecnología y riqueza, pero son, a la vez, demasiado grandes para atender detalladamente la multitud de intereses y situaciones sociales en juego. Por eso, el ámbito que tiene la dimensión adecuada a los desafíos que plantea la drogadicción es la ciudad.

En el caso de la droga, es sabido que las infinitas variantes de la adicción personal sobrevienen, por lo general, por efecto de la marginación económica, la disolución familiar, las carencias educativas y habitacionales, la promiscuidad, el alcoholismo, el acoso de la violencia y la criminalidad o las secuelas de la inmadurez mental. Pero cada uno de esos o de otros factores obedece, por su parte, a hechos variados y en ocasiones contradictorios.

Es a partir de la superposición de estas nociones que se ha ido elaborando el promisorio concepto de "ciudades preventivas". En las ciudades, grandes receptáculos de miseria y de lacras humanas, se advierten los fenómenos de la disgregación social de modo mucho más nítido y concentrado que en el vasto territorio de una nación. Pero, por eso mismo, el espacio urbano resulta el más eficaz para instrumentar estrategias parciales que permitan superar los problemas concretos de orden social y, especialmente, los que genera la adicción a la droga.

Hay, a juicio de los expertos, un camino fecundo para luchar contra esa amenaza: se trata de la constitución de "redes" en las que organismos públicos y privados y personas voluntarias se ocupan de revertir determinados aspectos deleznables de la realidad social. El objetivo es lograr que las ciudades conflictivas se conviertan, por la vía de la prevención y de la estructuración del trabajo solidario, en "ciudades protegidas", en las cuales cada persona y cada familia encuentre la oportunidad de trabajar para construirse un futuro de plenitud, seguridad y salud integral.

El camino que conduce a ese resultado puede ser largo. La labor continuada y tenaz en los barrios y la concentración de esfuerzos en la formación de dirigentes de entidades intermedias son los objetivos que ha propuesto la provincia de Buenos Aires como instrumentos para erradicar el cáncer de la drogadicción. La estrategia propuesta por el Congreso señala un rumbo que, proyectado al ámbito del Mercosur, puede aglutinar a las ciudades de la región en torno de una política común y solidaria destinada a salvaguardar la salud espiritual y física de muchos centenares de miles de jóvenes.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=155416

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