Drogas en el trabajo
La subsecretaria adjunta del Departamento de Estado de Washington, Roberta
Jacobson, ha recibido corroboración de una fuente inesperada luego de quejarse
el miércoles pasado de una cooperación deficiente contra el narcotráfico como
una de las varias “dificultades” que afligen las relaciones entre la Argentina y
Estados Unidos; un día después, el líder de los trabajadores de la construcción
organizados en la UOCRA, Gerardo Martínez, atribuyó los tiroteos entre miembros
del sindicato al narcotráfico. Se trata de una escalada alarmante del problema
de la droga luego de las recientes señales de que una parte de la épica
violencia de los cárteles de Colombia ha migrado a este país debido al estado
inmensamente mejorado de la ley y el orden en ese país. Durante años, se ha
creído con cierta complacencia que la droga (especialmente el letal “paco”) es
principalmente un problema de las villas que viven en los márgenes de la
sociedad; las declaraciones de Martínez han llevado los narcóticos a los lugares
de trabajo de la economía central. Tampoco fue una obra de construcción común y
corriente la que eligió Martínez para ilustrar su argumento; declaró que una
encuesta sindical había revelado que no menos del 15% de los obreros que
trabajan en la planta de energía atómica Atucha 2 se drogan, generando temores
potenciales de que quizás no haga falta necesariamente un tsunami para provocar
un desastre nuclear en la Argentina.
La droga ya no es más un problema del lumpenproletariado, sino, efectivamente, un asunto de la clase media; dados los aumentos salariales para los sindicatos que generalmente han estado por encima de la inflación en los últimos años, mientras que los salarios ejecutivos y profesionales han quedado atrás, tanto que hoy en día muchos trabajadores ganan más que sus superiores, los miembros de la UOCRA pueden equipararse con la clase media en un sentido económico cuando no cultural. Quizás esta penetración en la clase media explique la creciente popularidad de las propuestas para despenalizar el consumo personal de drogas, con el argumento de que el castigo fomente las organizaciones delictivas al igual que con la Prohibición del alcohol en los Estados Unidos entre 1920 y 1933. Este debate entre la legalización y las acciones más efectivas contra el narcotráfico debió haberse desarrollado a nivel hemisférico en la reciente Cumbre de las Américas en Cartagena, pero en lugar de ello, las diferencias con respecto a la presencia de Cuba fueron utilizadas para eludir el tema, junto con tantos otros problemas importantes. En realidad, el narcotráfico es uno de esos “problemas sin pasaportes” a nivel global que necesita ser abordado a nivel mundial, pero, al igual que la caridad, la respuesta de la sociedad empieza por casa, comenzando en el barrio pero sin eximir al Estado de su responsabilidad.
Hace mucho que sabemos que la droga amenaza nuestra seguridad a través los delitos violentos, pero según Martínez, su amenaza podría extenderse también a las plantas de energía nuclear.
http://www.buenosairesherald.com/article/99460/drogas-en-el-trabajo
La droga ya no es más un problema del lumpenproletariado, sino, efectivamente, un asunto de la clase media; dados los aumentos salariales para los sindicatos que generalmente han estado por encima de la inflación en los últimos años, mientras que los salarios ejecutivos y profesionales han quedado atrás, tanto que hoy en día muchos trabajadores ganan más que sus superiores, los miembros de la UOCRA pueden equipararse con la clase media en un sentido económico cuando no cultural. Quizás esta penetración en la clase media explique la creciente popularidad de las propuestas para despenalizar el consumo personal de drogas, con el argumento de que el castigo fomente las organizaciones delictivas al igual que con la Prohibición del alcohol en los Estados Unidos entre 1920 y 1933. Este debate entre la legalización y las acciones más efectivas contra el narcotráfico debió haberse desarrollado a nivel hemisférico en la reciente Cumbre de las Américas en Cartagena, pero en lugar de ello, las diferencias con respecto a la presencia de Cuba fueron utilizadas para eludir el tema, junto con tantos otros problemas importantes. En realidad, el narcotráfico es uno de esos “problemas sin pasaportes” a nivel global que necesita ser abordado a nivel mundial, pero, al igual que la caridad, la respuesta de la sociedad empieza por casa, comenzando en el barrio pero sin eximir al Estado de su responsabilidad.
Hace mucho que sabemos que la droga amenaza nuestra seguridad a través los delitos violentos, pero según Martínez, su amenaza podría extenderse también a las plantas de energía nuclear.
http://www.buenosairesherald.com/article/99460/drogas-en-el-trabajo
No hay comentarios:
Publicar un comentario