Tribuna
¿Trabajar a cualquier precio?
MARÍA AUXILIADORA JIMÉNEZ
Hoy, 28 de abril celebramos el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Y sin embargo hay poca cosa que celebrar. En un momento marcado por la recesión económica, por los recortes, y por la pérdida de derechos laborales por parte de trabajadores y trabajadoras, la reivindicación del derecho a la salud en el trabajo parece haber quedado perdida en mitad de la vorágine neoliberal que nos azota y que, entre desempleo y austeridad, amenaza acabar con todo lo que durante años de lucha obrera fuimos construyendo. Así, ahora ya parece que hay excusa, y de nuevo, al socaire de los mandatos europeos, se vuelve a patrocinar desde el Gobierno ese modelo empresarial que durante tanto tiempo combatimos: aquel que obsesionado únicamente por la cuenta de resultados, olvida que el trabajador o trabajadora es el mejor activo de la empresa, y que la seguridad y la salud laboral no es un coste, sino una inversión, pues del bienestar de los trabajadores/as depende en gran parte la productividad real de esta.
Vivimos tiempos difíciles y todos lo sabemos. Y más que saberlo, en realidad, la mayoría de nosotros lo sufrimos. El desempleo, o el miedo a perder el puesto de trabajo, el endurecimiento de las condiciones laborales, la precariedad, tienen un reflejo directo e inmediato en la salud de trabajadores y trabajadoras. Ansiosos por encontrar un empleo, o por mantener el que tenemos, aceptamos condiciones laborales que en otras circunstancias no toleraríamos, obviamos nuestra salud, o nuestra seguridad, porque en una provincia con una tasa de paro de más del treinta por ciento lo prioritario es, de momento, trabajar. Accidentes laborales, ansiedad, irritabilidad, aumento de las adicciones, depresiones o incluso suicidios, es el triste balance de la crisis y las políticas para atajarla que padecemos. Junto a ello, por supuesto, quienes siguen pretendiendo hacer caja a costa de la salud de los demás. Lo de siempre, solo que ahora, corregido y aumentado.
Y claro está. Sin olvidar la impagable contribución que el RD 3/2012 de Reforma Laboral ha supuesto para el desmantelamiento del sistema de relaciones laborales y, por tanto, de los derechos de los trabajadores, seguridad y salud incluidos. Atomizar la negociación colectiva, dejando a cientos de miles de trabajadoras y trabajadores sin prácticamente posibilidad de negociar o tener un convenio, ampliar las posibilidades de inaplicación automática de estos por parte del empresario; o penalizar (con del despido, nada menos) las ausencias justificadas del puesto de trabajo por enfermedad, implica desandar todo el camino recorrido durante los últimos años, en los que intentamos que la cultura de la prevención fuera una realidad desde el diálogo y el consenso entre los trabajadores y sus representantes, y los empresarios.
Se ha roto el consenso, se destruyen derechos y se frenan las políticas de prevención de riesgos laborales. Y seguimos contando muertos en el tajo (13 a lo largo del 2011) y accidentes, enfermedades profesionales y bajas. La excusa es sabida: es necesario aumentar la productividad y es la única salida a la crisis. La realidad sigue siendo tozuda y desmiente: no sólo no salimos de la crisis, nos hundimos más en ella, a costa del sufrimiento de demasiada gente.
Como hemos dicho, para UGT poco hay que celebrar hoy. Y sin embargo, es importante que recordemos. Recordar que tenemos derechos. Que la seguridad y la salud en nuestro puesto de trabajo es un derecho inalienable de los trabajadores/as y de su garantía y cumplimiento depende nuestro bienestar. Que nos toca a nosotros defenderlo, en la calle, como siempre. Y por supuesto, recordar en este día a todos aquellos y aquellas que sufrieron accidentes en su puesto de trabajo, y especialmente a quienes dejaron la vida o la salud en ello. No podemos permitirnos seguir contando muertos o heridos. Y hoy, 28 de abril, es un buen día para tomar conciencia de ello.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2012/04/28/trabajar-precio/502726.html
Hoy, 28 de abril celebramos el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Y sin embargo hay poca cosa que celebrar. En un momento marcado por la recesión económica, por los recortes, y por la pérdida de derechos laborales por parte de trabajadores y trabajadoras, la reivindicación del derecho a la salud en el trabajo parece haber quedado perdida en mitad de la vorágine neoliberal que nos azota y que, entre desempleo y austeridad, amenaza acabar con todo lo que durante años de lucha obrera fuimos construyendo. Así, ahora ya parece que hay excusa, y de nuevo, al socaire de los mandatos europeos, se vuelve a patrocinar desde el Gobierno ese modelo empresarial que durante tanto tiempo combatimos: aquel que obsesionado únicamente por la cuenta de resultados, olvida que el trabajador o trabajadora es el mejor activo de la empresa, y que la seguridad y la salud laboral no es un coste, sino una inversión, pues del bienestar de los trabajadores/as depende en gran parte la productividad real de esta.
Vivimos tiempos difíciles y todos lo sabemos. Y más que saberlo, en realidad, la mayoría de nosotros lo sufrimos. El desempleo, o el miedo a perder el puesto de trabajo, el endurecimiento de las condiciones laborales, la precariedad, tienen un reflejo directo e inmediato en la salud de trabajadores y trabajadoras. Ansiosos por encontrar un empleo, o por mantener el que tenemos, aceptamos condiciones laborales que en otras circunstancias no toleraríamos, obviamos nuestra salud, o nuestra seguridad, porque en una provincia con una tasa de paro de más del treinta por ciento lo prioritario es, de momento, trabajar. Accidentes laborales, ansiedad, irritabilidad, aumento de las adicciones, depresiones o incluso suicidios, es el triste balance de la crisis y las políticas para atajarla que padecemos. Junto a ello, por supuesto, quienes siguen pretendiendo hacer caja a costa de la salud de los demás. Lo de siempre, solo que ahora, corregido y aumentado.
Y claro está. Sin olvidar la impagable contribución que el RD 3/2012 de Reforma Laboral ha supuesto para el desmantelamiento del sistema de relaciones laborales y, por tanto, de los derechos de los trabajadores, seguridad y salud incluidos. Atomizar la negociación colectiva, dejando a cientos de miles de trabajadoras y trabajadores sin prácticamente posibilidad de negociar o tener un convenio, ampliar las posibilidades de inaplicación automática de estos por parte del empresario; o penalizar (con del despido, nada menos) las ausencias justificadas del puesto de trabajo por enfermedad, implica desandar todo el camino recorrido durante los últimos años, en los que intentamos que la cultura de la prevención fuera una realidad desde el diálogo y el consenso entre los trabajadores y sus representantes, y los empresarios.
Se ha roto el consenso, se destruyen derechos y se frenan las políticas de prevención de riesgos laborales. Y seguimos contando muertos en el tajo (13 a lo largo del 2011) y accidentes, enfermedades profesionales y bajas. La excusa es sabida: es necesario aumentar la productividad y es la única salida a la crisis. La realidad sigue siendo tozuda y desmiente: no sólo no salimos de la crisis, nos hundimos más en ella, a costa del sufrimiento de demasiada gente.
Como hemos dicho, para UGT poco hay que celebrar hoy. Y sin embargo, es importante que recordemos. Recordar que tenemos derechos. Que la seguridad y la salud en nuestro puesto de trabajo es un derecho inalienable de los trabajadores/as y de su garantía y cumplimiento depende nuestro bienestar. Que nos toca a nosotros defenderlo, en la calle, como siempre. Y por supuesto, recordar en este día a todos aquellos y aquellas que sufrieron accidentes en su puesto de trabajo, y especialmente a quienes dejaron la vida o la salud en ello. No podemos permitirnos seguir contando muertos o heridos. Y hoy, 28 de abril, es un buen día para tomar conciencia de ello.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2012/04/28/trabajar-precio/502726.html
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