viernes, 31 de diciembre de 2010
El 40% de la población, padece de estrés por largas jornadas laborales
El 40% de la población, padece de estrés por largas jornadas laborales
31-12-2010
Redacción / Quadratín
MORELIA, Mich., 31 de diciembre de 2010.-Aunque el estrés es un problema de salud pública que tiene un importante impacto físico y mental, en México no existen leyes ni normas que fomenten su disminución en el ámbito civil y laboral, dijo Felipe Uribe Prado, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Desafortunadamente, éste es un tema que difícilmente se aborda, y estamos lejos de contar con leyes que lo prevengan. “En esta materia, tenemos un atraso de 15 años con países similares, pues naciones latinoamericanas obligan a los trabajadores y patrones a cuidar los factores psicosociales que desencadenan este problema”, subrayó.
Por lo tanto, consideró, el Estado debe procurar el bienestar de sus trabajadores y familias, impulsar una cultura de prevención a través de la realización de diagnósticos que determinen sus niveles, y promover chequeos para que se conozca el estado de salud en función de la patología.
Además, fomentar programas de rehabilitación y generar facilidades para que la población cuente con espacios de esparcimiento, culturales o deportivos.
En la actualidad, mencionó, países como Argentina, Chile y Brasil cuentan con leyes que inciden en factores psicosociales que desencadenan problemas físicos y mentales. “Empresarios, trabajadores, sindicatos, médicos, y psicólogos intervienen para prevenir problemas de salud derivados de esta reacción fisiológica”, abundó.
Aunque el estrés no es el causante de la enfermedad, aclaró, es una variable constante relacionada con diversas patologías físicas y mentales.
Si el ser humano se ve afectado por un estresor (agente externo) el organismo responde con una resistencia, conocida como estrés; en ocasiones, puede ser reacio, y en otras tantas, puede ser vencido con rapidez; ello depende de cada ser humano, es decir, cada persona confronta los problemas de diferente manera y, por ende, la respuesta varía y se denomina estilo de afrontamiento.
Problemas derivados del estrés
Algunos sujetos se desahogan a través del llanto, la violencia, gritos o evasiones, pero otros son aprehensivos y no expresan su malestar, lo que puede provocar dolores musculares en cuello, espalda, piernas, articulaciones y, en el caso de las mujeres, se incrementan los dolores menstruales.
También, puede derivar en problemas cardiovasculares, que van desde cefaleas e hipertensión, hasta embolias, arritmias o infartos. Asimismo, puede desencadenar malestares gastrointestinales como colitis, hernias hiatales, estreñimiento o gastritis, así como dificultades reumáticas como fibromialgia.
Asimismo, figuran los problemas psiconeuróticos, porque un evento traumático puede desencadenar esquizofrenia, aunque para desarrollarla el individuo debe contar con ciertas predisposiciones, como antecedentes genéticos. Igualmente, estados emocionales de inadaptación como fobias, compulsiones, ansiedad y depresión.
Puede motivar el consumo de drogas, porque las adicciones deprimen al sistema nervioso y se convierten en una válvula de escape para confrontar las contrariedades.
De forma determinante, afecta la sexualidad porque las preocupaciones inhiben los pensamientos eróticos, y crean falta de apetito sexual; los hombres, físicamente presentan problemas de erección o eyaculación, y las mujeres, anorgasmia.
El estrés en el trabajo
El especialista señaló que en los ambientes laborales también se han incrementado los niveles de estrés; de hecho, 40 por ciento de la población padece o ha tenido estrés debido a las largas jornadas, problemas de clima laboral o por acoso laboral.
Para disminuir este problema se debe trabajar en tres niveles: individual, grupal u organizacional, y estatal. En el primero, la persona debe procurar mantener una vida sana, que conlleve buena alimentación, actividades deportivas y de relajación (yoga, masajes), una buena sexualidad, y dormir adecuadamente.
En el segundo, las empresas deben mejorar los ambientes laborales y dar solución a los conflictos. Por último, el Estado debe generar conciencia de esa problemática e impulsar leyes que protejan el bienestar de la población frente al estrés. “Es importante que en el país se comiencen a tomar medidas reales para mantener el bienestar de la población”,
http://www.quadratin.com.mx/noticias/nota,84272/
ADICCIONES DESPLIEGA CAMPAÑA DE PREVENCION EN LA COSTA ATLÁNTICA
VERANO-BUENOS AIRES-ADICCIONES
ADICCIONES DESPLIEGA CAMPAÑA DE PREVENCION EN LA COSTA ATLÁNTICA
La Plata, 30 de diciembre (Télam).- El ministerio de Desarrollo Social desplegará un plan de acciones en los principales centros turísticos de la Costa Atlántica, que incluye la entrega de material informativo sobre prevención en adicciones y la extensión de los horarios de funcionamiento de los CPA.
La Subsecretaría de Atención a las Adicciones realizará talleres educativos y preventivos, charlas debate, distribución de folletería y generación de espacios de recreación para concientizar a los jóvenes y adolescentes sobre el riesgo de consumir drogas o la ingesta en exceso de bebidas alcohólicas.
Se dispuso que los Centros Provinciales de Atención (CPA) de Mar del Plata, Miramar, Necochea, Pinamar, Villa Gesell, General Madariaga, San Cayetano, Dolores, Maipú y Lobería extiendan su horario de atención hasta las 22.
Los CPA son espacios de recepción, asesoramiento, atención y derivación y están conformados por un equipo técnico de psicólogos, trabajadores sociales, operadores terapéuticos y comunitarios que atienden a personas afectadas por situaciones de consumo problemático de drogas o que solicitan asesoramiento en relación a la temática.
La provincia de Buenos Aires cuenta, en materia de atención a las adicciones, con una red asistencial pública y gratuita, que conforman 183 CPA, nueve centros de internación y diez casas de día que atienden, en todos sus establecimientos, un promedio mensual de 18.000 personas. (Télam)-
http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_telam&view=deauno&idnota=11929&Itemid=116
ADICCIONES DESPLIEGA CAMPAÑA DE PREVENCION EN LA COSTA ATLÁNTICA
La Plata, 30 de diciembre (Télam).- El ministerio de Desarrollo Social desplegará un plan de acciones en los principales centros turísticos de la Costa Atlántica, que incluye la entrega de material informativo sobre prevención en adicciones y la extensión de los horarios de funcionamiento de los CPA.
La Subsecretaría de Atención a las Adicciones realizará talleres educativos y preventivos, charlas debate, distribución de folletería y generación de espacios de recreación para concientizar a los jóvenes y adolescentes sobre el riesgo de consumir drogas o la ingesta en exceso de bebidas alcohólicas.
Se dispuso que los Centros Provinciales de Atención (CPA) de Mar del Plata, Miramar, Necochea, Pinamar, Villa Gesell, General Madariaga, San Cayetano, Dolores, Maipú y Lobería extiendan su horario de atención hasta las 22.
Los CPA son espacios de recepción, asesoramiento, atención y derivación y están conformados por un equipo técnico de psicólogos, trabajadores sociales, operadores terapéuticos y comunitarios que atienden a personas afectadas por situaciones de consumo problemático de drogas o que solicitan asesoramiento en relación a la temática.
La provincia de Buenos Aires cuenta, en materia de atención a las adicciones, con una red asistencial pública y gratuita, que conforman 183 CPA, nueve centros de internación y diez casas de día que atienden, en todos sus establecimientos, un promedio mensual de 18.000 personas. (Télam)-
http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_telam&view=deauno&idnota=11929&Itemid=116
jueves, 30 de diciembre de 2010
USO Y ABUSO DEL ALCOHOL EN LOS JOVENES
USO Y ABUSO DEL ALCOHOL EN LOS JOVENES
Roberto Secades Villa
Universidad de Oviedo.
secades@correo.uniovi.es
1.- INTRODUCCION
Actualmente, el consumo de alcohol en la juventud se ha convertido en un problema de especial relevancia social. Cada día es más frecuente encontrar en los medios de comunicación noticias relacionadas con los jóvenes y el consumo de alcohol: datos sobre la prevalencia, accidentes de tráfico, actos violentos, etc.
Según un estudio realizado por el Instituto de la Juventud en todo el estado español (Comas, 1994), el 50% de los jóvenes encuestados, entre 15 y 19 años, habían consumido alcohol en la última semana (resultaban bebedores habituales), mientras que más de un tercio de estos (36.4%) decían ser abstemios totales o parciales.
La Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar de 1996 realizada por el Plan nacional sobre Drogas concluye que "el consumo de bebidas alcohólicas está generalizado entre los estudiantes de 14-18 años", si bien, no de detecta un aumento de la proporción de bebedores con respecto a años anteriores. Según esta encuesta, el número de jóvenes que beben alcohol y la intensidad del consumo aumentan con la edad. La proporción de estudiantes que refieren haber tenido algún episodio de embriaguez es bastante elevada, y un dato significativo es que el 22,4% ha tenido alguna vez en su vida problemas por causa del consumo de bebidas alcohólicas. El Plan nacional sobre Drogas confirma también en este estudio la consolidación de un patrón de consumo de alcohol característico entre este grupo de población.
En definitiva, parece ser que el comportamiento de los jóvenes en relación al alcohol ha seguido dos líneas divergentes desde mediados de los años ochenta (Comas, 1990; Mendoza, 1987): por una parte, se ha incrementado de forma notoria el número de abstemios, por otra, el número de "grandes bebedores" también se ha ampliado.
El porcentaje de abstemios se ha triplicado con respecto a la década pasada. Sin embargo, es importante destacar que, aunque el número de bebedores ha descendido, la cantidad de alcohol consumida por los que siguen bebiendo se ha incrementado notablemente (en una proporción del 118.4%). El resultado final es que los jóvenes de los años noventa beben más alcohol que los de la década pasada, pero este consumo se ha concentrado en un grupo de "grandes bebedores" (menos bebedores que beben más).
Una conclusión razonable que se podría extraer de estos datos es que "se ha restringido el fenómeno en términos sociológicos, pero se ha hecho mucho más peligroso en términos de salud pública" (Comas, 1994). Un hecho que puede avalar esta conclusión es la evidencia, confirmada por varios autores, de que existe una disminución progresiva en la edad de las personas que acuden a tratamiento por un problema de dependencia alcohólica, o de otra manera, que cada vez son más los jóvenes que demandan esta ayuda. Un hecho que acompaña a esta evidencia es la novedad que suponen las publicaciones dedicadas al problema del alcoholismo juvenil, editados a partir de los años noventa en nuestro país. Sirvan como ejemplo los textos de Cánovas, 1994; Sánchez-Turet, 1993 o Secades, 1996.
De todos modos, no sólo ha sido la cantidad de alcohol ingerido lo que ha sensibilizado a la opinión pública, sino que más bien son las pautas (el patrón de consumo de los adolescentes) las que han disparado la alarma. Me refiero al llamativo espectáculo del consumo de alcohol masivo y callejero durante los fines de semana en la mayoría de las ciudades españolas.
Se ha venido conformando un modelo juvenil de consumo de alcohol, con unas características propias, diferentes al modelo tradicional adulto (Secades, 1996):
a) Iniciación precoz. Se observa un paulatino descenso en la edad de comienzo de consumo habitual de las bebidas alcohólicas que, según los estudios, oscila entre los 13 y los 16 años (un poco antes los varones que las mujeres). El paso de EGB a enseñanzas medias supone, por tanto, el periodo crítico en el inicio del consumo de alcohol.
b) Consumo principalmente de fin de semana y los días festivos, es decir, durante el tiempo dedicado fundamentalmente a la evasión.
c) Incorporación de las chicas al consumo de alcohol de forma excesiva.
d) El consumo de alcohol se realiza fuera de casa (del ámbito familiar), en la calle y en los lugares de relación social de los jóvenes, y en compañía de los iguales.
e) Se bebe de forma compulsiva, en busca, sobre todo, de los efectos embriagantes.
f) Existe un desplazamiento del consumo de vino al consumo de cerveza y de bebidas combinadas de alta graduación.
Todas estas pautas de consumo de alcohol se mantienen con independencia de características como el nivel de estudios o la clase social.
En resumen, el alcoholismo ha dejado de ser patrimonio de la edad adulta. Los viejos bebedores diarios del vaso de vino y la copa de anís van siendo relegados por adolescentes ebrios de fin de semana. Las pautas de bebida mediterráneas (consumo diario de vino de forma moderada y asociado a la relación social) han sido sustituidas por el modelo anglosajón (beber mucho el fin de semana con el único objetivo de emborracharse).
Seguramente, estos cambios tienen que ver, al menos en parte, con otros muchos que se han producido en la sociedad en relación a los estilos de vida, a las formas de divertirse y a las pautas de educación familiar predominantes.
Las consecuencias negativas derivadas de este consumo de alcohol no sólo se refieren al riesgo de aparición de alcoholismo clínico en edades más avanzadas con los trastornos que este conlleva, sino que resultan ya evidentes a corto plazo: conductas de alto riesgo (conducir tras haber bebido o conductas sexuales de riesgo), comportamientos violentos y delictivos, alteraciones del orden público, absentismo y fracaso escolar, alteraciones familiares, etc.
El conocimiento de los determinantes del consumo abusivo de alcohol resulta fundamental en cuanto a la puesta en marcha de los programas de prevención y de tratamiento del alcoholismo.
La etiología del consumo de alcohol y de la posterior adicción se debe a la interacción de varios factores: vulnerabilidad o predisposición biológica, factores psicológicos (de aprendizaje) y factores sociales (macro y microsituacionales). Quizás sean estos últimos los condicionantes que más estén influyendo en el inicio de la alcoholdependencia. La diferenciación entre factores de tipo macrosocial y microsocial responden en cierta forma a criterios metodológicos, puesto que en la práctica, su influencia sobre el consumo de alcohol de un individuo se solapa sin que podamos aislarlos en compartimentos estanco.
La enorme disponibilidad y difusión de las bebidas alcohólicas (fácil adquisición, bajo precio, publicidad en los medios de comunicación) hacen que esta sustancia sea muy accesible ya desde la infancia. La presencia del alcohol en nuestra sociedad explica y determina en buena medida, las actitudes permisivas e indulgentes sobre su consumo (Pons, Berjano y García, 1996). Incluso, en muchos contextos, el alcohol sigue sin considerarse una droga. No deja de ser llamativo la falta de acuerdo existente a la hora de poner en marcha actuaciones encaminadas a la disminución del consumo de alcohol. Unido a esto, cabe resaltar las conclusiones de algunas investigaciones (en muchos casos financiadas por la industria de bebidas alcohólicas), tratan de promover la idea de ausencia de riesgo para la salud entre la población general y que beber alcohol es, de hecho, bueno para la salud (Babor, Edwards y Stockwell, 1996). En definitiva, la percepción de riesgo ante el alcohol es mucho menor de la que existe para otras drogas (incluyendo el tabaco).
Los factores microsituacionales, que abarcan las condiciones ambientales más cercanas al consumo ejercen también un importante papel. Así, el consumo abusivo de los grupos de influencia social (familia y amigos) y la presión de los iguales determinan el desarrollo de pautas desviadas de consumo en el joven.
2.- LA NECESIDAD DE LA PREVENCIÓN EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Esta preocupante situación hace necesario que la prevención primaria sea un campo de actuación prioritario. El refrán "más vale prevenir que curar" resulta muy apropiado en el asunto que nos ocupa. No olvidemos además que prevenir el consumo de alcohol es una forma eficaz de prevenir el consumo de otras sustancias, ya que este es un elemento clave en el itinerario de acceso a otras sustancias y a la hora de perfilar los hábitos tóxicos de la población
Tradicionalmente, se han distinguido dos vías de actuación complementarias para la prevención del consumo de alcohol: las medidas legales para controlar la oferta (disponibilidad ambiental) de las bebidas alcohólicas y las intervenciones educativas para disminuir la demanda (aceptación social) por parte de los jóvenes.
El control de la oferta
Alejándonos de cualquier posición ideológica, se debe tener en cuenta que las numerosas investigaciones que han estudiado los efectos de la reducción de la disponibilidad y accesibilidad de las bebidas alcohólicas, avalan la hipótesis de que resultan medidas eficaces para reducir su consumo y las consecuencias relacionadas con este, especialmente entre los jóvenes (Coate y Grossman, 1988; Cook, 1981; DuMouchel, Williams y Zador, 1985; Hoadley, Fuchs y Holder, 1984; Jones, Pieper y Robertson, 1992).
Dentro de este tipo de medidas, caben destacar, entre otras: el cumplimiento estricto de la legislación vigente respecto a la oferta y venta de bebidas alcohólicas a menores, el aumento de la edad mínima permitida para su venta, el aumento de los precios mediante la subida de los impuestos que gravan el alcohol, la limitación de los horarios y del número de puntos de venta, la colocación de anuncios de advertencia sobre los peligros derivados del consumo de alcohol (por ejemplo, accidentes de tráfico) en los puntos de venta, el fomento de líneas de transporte alternativas en los lugares donde se reúnan los jóvenes, especialmente los fines de semana, la reducción de la tasa legal de alcoholemia para conducir, la prohibición de beber alcohol en los lugares de trabajo y/o en la vía pública , el incremento de las sanciones para disuadir de beber a los conductores y el control de la publicidad de bebidas alcohólicas (a pesar de que la industria de bebidas alcohólicas argumenta enérgicamente que la publicidad sólo influye en la preferencia por una marca, de hecho, lo que hace es aumentar el consumo y promover nuevos bebedores (Vargas, Robledo y Espiga, 1994).
El discurso desde algunos sectores en contra de la instauración de "medidas represivas" y en defensa de la "libertad de elección" del individuo resulta, en este caso, una falacia. El hecho de que la conducta de consumo de alcohol sea muy sensible a la disponibilidad y al status legal no es una cuestión de opinión, es una evidencia comprobada. Nada sorprendente, por otra parte. Escoger como estrategia exclusiva para intentar cambiar al individuo, cambiar su capacidad de elegir, en lugar de modificar las condiciones en las que se vive, resulta un camino equivocado (al menos incompleto).
La reducción de la demanda
Las campañas preventivas a través de los medios de comunicación tienen un efecto limitado sobre el consumo de alcohol, pero pueden influir en la percepción del problema por parte de la opinión pública. Es decir, la efectividad de los programas específicos de prevención (y de los programas de tratamiento) se incrementa cuando se llevan a cabo en un contexto no permisivo hacia esta sustancia (como ejemplo podríamos poner lo que ha pasado con el tabaco en los últimos años).
Este es el principal obstáculo para la puesta en marcha de programas preventivos específicos en nuestro país. Por tanto, el primer paso necesario para la el buen funcionamiento de este tipo de programas ha de ser la instauración definitiva de la asociación entre alcohol y riesgo para la salud.
Este tipo de medidas globales han de estar acompañadas de programas específicos de prevención en dos ámbitos fundamentales, la escuela y la familia.
El incremento de la información (por medio de campañas públicas o de programas escolares) sobre las sustancias y las consecuencias trágicas de su consumo es el procedimiento más habitual en la prevención del abuso de drogas. Pero, desgraciadamente, la evidencia empírica ha demostrado consistentemente la ineficacia de esta estrategia (Schinke, Botvin y Orlandi, 1991). Las investigaciones han encontrado que los programas informativos son capaces de aumentar los conocimientos y de cambiar las actitudes ante las drogas, pero no reducen su consumo. Incluso, desde hace bastantes años, existe cierta evidencia de que lo pueden incrementar, posiblemente debido a que estén estimulando la curiosidad hacia estas sustancias (Mason, 1973). Incomprensiblemente, muchas comunidades e instituciones continúan insistiendo en una estrategia que ya ha demostrado ser ineficaz.
En definitiva, el aumento de los conocimientos sobre los efectos de una sustancia tienen poca relación con su uso abusivo y, por tanto, las estrategias preventivas basadas únicamente en la acumulación de información tienen una escasa eficacia. La información, a pesar de ser importante, es sólo uno de los muchos factores que han de ser considerados en las campañas de prevención. Son necesarias otras estrategias que incrementen la resistencia individual de los adolescentes.
Varias revisiones han puesto de manifiesto los componentes más efectivos que se deben de considerar en la puesta en marcha de este tipo de programas (Hansen, 1992; Mackinnon y cols., 1991):
- Enseñar a los jóvenes habilidades para resistir la presión de los iguales y para decir "no" ante la oferta de alcohol.
- Desarrollar alternativas sanas a la bebida.
- Enseñar habilidades de toma de decisiones.
- Modificar las creencias normativas.
Una variante de los programas preventivos que ha demostrado cierta eficacia es la que se centra específicamente en la prevención de las consecuencias del consumo del alcohol, principalmente de los accidentes de tráfico en los conductores jóvenes.
Por otra parte, cuando se conoce y es inevitable que los adolescentes pueden estar en contacto con determinada sustancia (y esto es evidente en el caso del alcohol) es aconsejable que, como mínimo, conozcan unas normas elementales de uso. Por tanto, no debe verse como escandaloso el hecho de acompañar estas medidas con otras que "enseñen" a beber alcohol de forma moderada a la población joven. El mensaje "beber no es vivir" no es incompatible con "saber beber = saber vivir".
Por último, es necesario recordar el papel fundamental que juega la familia como ambiente social básico en donde el joven pasa gran parte de su tiempo. De forma breve, me gustaría resaltar dos factores del ámbito familiar vinculados con la aparición de problemas de consumo de alcohol: el modelo parental de consumo de alcohol y el manejo familiar.
Está comprobado que los hábitos de beber de los padres y su actitud frente a la bebida y frente a los que abusan del alcohol influye en el comportamiento de los hijos. No se trata de ofrecer un modelo parental abstemio muy rígido, sino de propiciar modelos de actitides y comportamientos moderados frente al alcohol.
En cuanto al manejo familiar, en los últimos parece que el modelo educativo que predomina es el denominado estilo permisivo o "dejar hacer", en el que el niño o adolescente establece sus propias reglas y límites, con muy pocas directrices por parte de los padres. Este modelo de manejo parece asociarse con niveles altos de consumo de alcohol entre los hijos. Por consiguiente, un objetivo importante de las intervenciones preventivas debería centrarse en el cambio hacia una disciplina menos negligente, en donde existan unas normas claras de convivencia familiar, junto con la posibilidad de diálogo y de negociación entre padres e hijos.
3.- CONCLUSIONES
A la vista de los últimos datos sobre la incidencia del consumo de alcohol entre la población joven, parece evidente la necesidad de seguir incrementando los esfuerzos y los recursos en las estrategias preventivas.
Muchos autores coinciden en señalar que la escuela debe ser el ámbito de intervención fundamental para la prevención del consumo de alcohol. Para la puesta en marcha de las estrategias de prevención escolar se debe contar, necesariamente, con aquellos procedimientos que han demostrado ser efectivos a la hora de contrarrestar los factores de riesgo que inciden en el inicio del consumo de esta sustancia.
Los resultados de las investigacines también han puesto de manifiesto la importancia de determinadas características familiares en el inicio del consumo de alcohol en los jóvenes. Una disciplina inconsistente e inadecuada y la falta de modelos idóneos se han vinculado a la aparición del alcoholismo juvenil.
Pero, la prevención del consumo de alcohol en los jóvenes será más efectiva si, al mismo tiempo que se realizan programas educativos específicos, se incide en los factores macrosociales que afectan al comportamiento de los individuos. Así, las medidas legislativas que intentan controlar la oferta de bebidas alcohólicas y las campañas comunitarias que transmitan una información clara sobre los riesgos para la salud de esta sustancia resultan medidas imprescindibles para la solución de este problema.
4.- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Babor, T.F., Edwards, G. y Stockwell, T. (1996). Science and the drinks industry: cause for concern, Addiction, 9,5-9.
Canovas, G. (1994). Adolescentes y alcohol. Bilbao: Ediciones Mensajero.
Coate, D. y Grossman, M. (1988). Effects of alcoholic beverage prices and legal drinking ages on youth alcohol use, Journal of Law and Economics Research, 31, 145-171.
Comas Arnau, D. (1990). El Síndrome de Haddock: alcohol y drogas en enseñanzas medias. Madrid: CIDE.
Comas Arnau, D. (1994). Los jóvenes y el uso de drogas en la España de las años 90. Madrid: Instituto de la juventud.
Cook, P. (1981). The effect of liquor taxes on drinking, cirrhosis and auto accidents. En M. Moore y D. Gerstein (Eds.), Alcohol and public policy: beyond the sadow of prohibition. Washington, DC: National Academy Press.
DuMouchel, W., Williams, A. y Zador, P. (1985). Raising the alcohol purchase age: its effects on fatal motor vehicle crashes in 26 states. Washington, DC: Insurance Institute for Highway Safety.
Hansen, B.W. (1992). School-based substance abuse prevention: A review of the state of the art in curriculum, 1980-1990, Health Education Research, 7, 403-430.
Hoadley, J., Fuchs, B. y Holder, H. (1984). The effect of alcohol beverage restrictions on consumption: a 25-year longitudinal analysis, American Journal of Drug and Alcohol Abuse, 10, 375-401.
Jones, N.E., Pieper, C.F. y Robertson, L. (1992). The effect of legal drinking age on fatal injuries of adolescents and young adults, American Journal of Public Health, 82, 112-115.
Mackinnon, D.A., Johnson, C.A., Pentz, M.A., Hansen, B.W., Flay, B.R. y Yang, Y.F.I. (1991). Mechanisms in a school-based drug prevention program: First year effects of the Midwestern Prevention Project, Health Psychology, 10, 164-172.
Mason, M.L. (1973). Drug education effects, Dissertation Abstracts, 34, 428-437.
Mendoza, R. (1987). Consumo de alcohol y tabaco en los escolares españoles, Comunidad y drogas, 5/6, 83-102.
Sanchez-Turet, M. (1993). Uso, abuso y dependencia del alcohol en adolescentes y jóvenes. Barcelona: PPV.
Secades Villa, R. (1996). Alcoholismo juvenil. Madrid: Pirámide.
Schinke, S.P., Botvin, G.J. y Orlandi, M.. (1991). Substance abuse in children and adolescents. Newbury (Ca): Sage Publications.
Vargas, F., Robledo, T. y Espiga, I. (1994). Alcohol y salud pública. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo.
http://www.psico.uniovi.es/REIPS/v1n0/articulo6.html
Roberto Secades Villa
Universidad de Oviedo.
secades@correo.uniovi.es
1.- INTRODUCCION
Actualmente, el consumo de alcohol en la juventud se ha convertido en un problema de especial relevancia social. Cada día es más frecuente encontrar en los medios de comunicación noticias relacionadas con los jóvenes y el consumo de alcohol: datos sobre la prevalencia, accidentes de tráfico, actos violentos, etc.
Según un estudio realizado por el Instituto de la Juventud en todo el estado español (Comas, 1994), el 50% de los jóvenes encuestados, entre 15 y 19 años, habían consumido alcohol en la última semana (resultaban bebedores habituales), mientras que más de un tercio de estos (36.4%) decían ser abstemios totales o parciales.
La Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar de 1996 realizada por el Plan nacional sobre Drogas concluye que "el consumo de bebidas alcohólicas está generalizado entre los estudiantes de 14-18 años", si bien, no de detecta un aumento de la proporción de bebedores con respecto a años anteriores. Según esta encuesta, el número de jóvenes que beben alcohol y la intensidad del consumo aumentan con la edad. La proporción de estudiantes que refieren haber tenido algún episodio de embriaguez es bastante elevada, y un dato significativo es que el 22,4% ha tenido alguna vez en su vida problemas por causa del consumo de bebidas alcohólicas. El Plan nacional sobre Drogas confirma también en este estudio la consolidación de un patrón de consumo de alcohol característico entre este grupo de población.
En definitiva, parece ser que el comportamiento de los jóvenes en relación al alcohol ha seguido dos líneas divergentes desde mediados de los años ochenta (Comas, 1990; Mendoza, 1987): por una parte, se ha incrementado de forma notoria el número de abstemios, por otra, el número de "grandes bebedores" también se ha ampliado.
El porcentaje de abstemios se ha triplicado con respecto a la década pasada. Sin embargo, es importante destacar que, aunque el número de bebedores ha descendido, la cantidad de alcohol consumida por los que siguen bebiendo se ha incrementado notablemente (en una proporción del 118.4%). El resultado final es que los jóvenes de los años noventa beben más alcohol que los de la década pasada, pero este consumo se ha concentrado en un grupo de "grandes bebedores" (menos bebedores que beben más).
Una conclusión razonable que se podría extraer de estos datos es que "se ha restringido el fenómeno en términos sociológicos, pero se ha hecho mucho más peligroso en términos de salud pública" (Comas, 1994). Un hecho que puede avalar esta conclusión es la evidencia, confirmada por varios autores, de que existe una disminución progresiva en la edad de las personas que acuden a tratamiento por un problema de dependencia alcohólica, o de otra manera, que cada vez son más los jóvenes que demandan esta ayuda. Un hecho que acompaña a esta evidencia es la novedad que suponen las publicaciones dedicadas al problema del alcoholismo juvenil, editados a partir de los años noventa en nuestro país. Sirvan como ejemplo los textos de Cánovas, 1994; Sánchez-Turet, 1993 o Secades, 1996.
De todos modos, no sólo ha sido la cantidad de alcohol ingerido lo que ha sensibilizado a la opinión pública, sino que más bien son las pautas (el patrón de consumo de los adolescentes) las que han disparado la alarma. Me refiero al llamativo espectáculo del consumo de alcohol masivo y callejero durante los fines de semana en la mayoría de las ciudades españolas.
Se ha venido conformando un modelo juvenil de consumo de alcohol, con unas características propias, diferentes al modelo tradicional adulto (Secades, 1996):
a) Iniciación precoz. Se observa un paulatino descenso en la edad de comienzo de consumo habitual de las bebidas alcohólicas que, según los estudios, oscila entre los 13 y los 16 años (un poco antes los varones que las mujeres). El paso de EGB a enseñanzas medias supone, por tanto, el periodo crítico en el inicio del consumo de alcohol.
b) Consumo principalmente de fin de semana y los días festivos, es decir, durante el tiempo dedicado fundamentalmente a la evasión.
c) Incorporación de las chicas al consumo de alcohol de forma excesiva.
d) El consumo de alcohol se realiza fuera de casa (del ámbito familiar), en la calle y en los lugares de relación social de los jóvenes, y en compañía de los iguales.
e) Se bebe de forma compulsiva, en busca, sobre todo, de los efectos embriagantes.
f) Existe un desplazamiento del consumo de vino al consumo de cerveza y de bebidas combinadas de alta graduación.
Todas estas pautas de consumo de alcohol se mantienen con independencia de características como el nivel de estudios o la clase social.
En resumen, el alcoholismo ha dejado de ser patrimonio de la edad adulta. Los viejos bebedores diarios del vaso de vino y la copa de anís van siendo relegados por adolescentes ebrios de fin de semana. Las pautas de bebida mediterráneas (consumo diario de vino de forma moderada y asociado a la relación social) han sido sustituidas por el modelo anglosajón (beber mucho el fin de semana con el único objetivo de emborracharse).
Seguramente, estos cambios tienen que ver, al menos en parte, con otros muchos que se han producido en la sociedad en relación a los estilos de vida, a las formas de divertirse y a las pautas de educación familiar predominantes.
Las consecuencias negativas derivadas de este consumo de alcohol no sólo se refieren al riesgo de aparición de alcoholismo clínico en edades más avanzadas con los trastornos que este conlleva, sino que resultan ya evidentes a corto plazo: conductas de alto riesgo (conducir tras haber bebido o conductas sexuales de riesgo), comportamientos violentos y delictivos, alteraciones del orden público, absentismo y fracaso escolar, alteraciones familiares, etc.
El conocimiento de los determinantes del consumo abusivo de alcohol resulta fundamental en cuanto a la puesta en marcha de los programas de prevención y de tratamiento del alcoholismo.
La etiología del consumo de alcohol y de la posterior adicción se debe a la interacción de varios factores: vulnerabilidad o predisposición biológica, factores psicológicos (de aprendizaje) y factores sociales (macro y microsituacionales). Quizás sean estos últimos los condicionantes que más estén influyendo en el inicio de la alcoholdependencia. La diferenciación entre factores de tipo macrosocial y microsocial responden en cierta forma a criterios metodológicos, puesto que en la práctica, su influencia sobre el consumo de alcohol de un individuo se solapa sin que podamos aislarlos en compartimentos estanco.
La enorme disponibilidad y difusión de las bebidas alcohólicas (fácil adquisición, bajo precio, publicidad en los medios de comunicación) hacen que esta sustancia sea muy accesible ya desde la infancia. La presencia del alcohol en nuestra sociedad explica y determina en buena medida, las actitudes permisivas e indulgentes sobre su consumo (Pons, Berjano y García, 1996). Incluso, en muchos contextos, el alcohol sigue sin considerarse una droga. No deja de ser llamativo la falta de acuerdo existente a la hora de poner en marcha actuaciones encaminadas a la disminución del consumo de alcohol. Unido a esto, cabe resaltar las conclusiones de algunas investigaciones (en muchos casos financiadas por la industria de bebidas alcohólicas), tratan de promover la idea de ausencia de riesgo para la salud entre la población general y que beber alcohol es, de hecho, bueno para la salud (Babor, Edwards y Stockwell, 1996). En definitiva, la percepción de riesgo ante el alcohol es mucho menor de la que existe para otras drogas (incluyendo el tabaco).
Los factores microsituacionales, que abarcan las condiciones ambientales más cercanas al consumo ejercen también un importante papel. Así, el consumo abusivo de los grupos de influencia social (familia y amigos) y la presión de los iguales determinan el desarrollo de pautas desviadas de consumo en el joven.
2.- LA NECESIDAD DE LA PREVENCIÓN EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Esta preocupante situación hace necesario que la prevención primaria sea un campo de actuación prioritario. El refrán "más vale prevenir que curar" resulta muy apropiado en el asunto que nos ocupa. No olvidemos además que prevenir el consumo de alcohol es una forma eficaz de prevenir el consumo de otras sustancias, ya que este es un elemento clave en el itinerario de acceso a otras sustancias y a la hora de perfilar los hábitos tóxicos de la población
Tradicionalmente, se han distinguido dos vías de actuación complementarias para la prevención del consumo de alcohol: las medidas legales para controlar la oferta (disponibilidad ambiental) de las bebidas alcohólicas y las intervenciones educativas para disminuir la demanda (aceptación social) por parte de los jóvenes.
El control de la oferta
Alejándonos de cualquier posición ideológica, se debe tener en cuenta que las numerosas investigaciones que han estudiado los efectos de la reducción de la disponibilidad y accesibilidad de las bebidas alcohólicas, avalan la hipótesis de que resultan medidas eficaces para reducir su consumo y las consecuencias relacionadas con este, especialmente entre los jóvenes (Coate y Grossman, 1988; Cook, 1981; DuMouchel, Williams y Zador, 1985; Hoadley, Fuchs y Holder, 1984; Jones, Pieper y Robertson, 1992).
Dentro de este tipo de medidas, caben destacar, entre otras: el cumplimiento estricto de la legislación vigente respecto a la oferta y venta de bebidas alcohólicas a menores, el aumento de la edad mínima permitida para su venta, el aumento de los precios mediante la subida de los impuestos que gravan el alcohol, la limitación de los horarios y del número de puntos de venta, la colocación de anuncios de advertencia sobre los peligros derivados del consumo de alcohol (por ejemplo, accidentes de tráfico) en los puntos de venta, el fomento de líneas de transporte alternativas en los lugares donde se reúnan los jóvenes, especialmente los fines de semana, la reducción de la tasa legal de alcoholemia para conducir, la prohibición de beber alcohol en los lugares de trabajo y/o en la vía pública , el incremento de las sanciones para disuadir de beber a los conductores y el control de la publicidad de bebidas alcohólicas (a pesar de que la industria de bebidas alcohólicas argumenta enérgicamente que la publicidad sólo influye en la preferencia por una marca, de hecho, lo que hace es aumentar el consumo y promover nuevos bebedores (Vargas, Robledo y Espiga, 1994).
El discurso desde algunos sectores en contra de la instauración de "medidas represivas" y en defensa de la "libertad de elección" del individuo resulta, en este caso, una falacia. El hecho de que la conducta de consumo de alcohol sea muy sensible a la disponibilidad y al status legal no es una cuestión de opinión, es una evidencia comprobada. Nada sorprendente, por otra parte. Escoger como estrategia exclusiva para intentar cambiar al individuo, cambiar su capacidad de elegir, en lugar de modificar las condiciones en las que se vive, resulta un camino equivocado (al menos incompleto).
La reducción de la demanda
Las campañas preventivas a través de los medios de comunicación tienen un efecto limitado sobre el consumo de alcohol, pero pueden influir en la percepción del problema por parte de la opinión pública. Es decir, la efectividad de los programas específicos de prevención (y de los programas de tratamiento) se incrementa cuando se llevan a cabo en un contexto no permisivo hacia esta sustancia (como ejemplo podríamos poner lo que ha pasado con el tabaco en los últimos años).
Este es el principal obstáculo para la puesta en marcha de programas preventivos específicos en nuestro país. Por tanto, el primer paso necesario para la el buen funcionamiento de este tipo de programas ha de ser la instauración definitiva de la asociación entre alcohol y riesgo para la salud.
Este tipo de medidas globales han de estar acompañadas de programas específicos de prevención en dos ámbitos fundamentales, la escuela y la familia.
El incremento de la información (por medio de campañas públicas o de programas escolares) sobre las sustancias y las consecuencias trágicas de su consumo es el procedimiento más habitual en la prevención del abuso de drogas. Pero, desgraciadamente, la evidencia empírica ha demostrado consistentemente la ineficacia de esta estrategia (Schinke, Botvin y Orlandi, 1991). Las investigaciones han encontrado que los programas informativos son capaces de aumentar los conocimientos y de cambiar las actitudes ante las drogas, pero no reducen su consumo. Incluso, desde hace bastantes años, existe cierta evidencia de que lo pueden incrementar, posiblemente debido a que estén estimulando la curiosidad hacia estas sustancias (Mason, 1973). Incomprensiblemente, muchas comunidades e instituciones continúan insistiendo en una estrategia que ya ha demostrado ser ineficaz.
En definitiva, el aumento de los conocimientos sobre los efectos de una sustancia tienen poca relación con su uso abusivo y, por tanto, las estrategias preventivas basadas únicamente en la acumulación de información tienen una escasa eficacia. La información, a pesar de ser importante, es sólo uno de los muchos factores que han de ser considerados en las campañas de prevención. Son necesarias otras estrategias que incrementen la resistencia individual de los adolescentes.
Varias revisiones han puesto de manifiesto los componentes más efectivos que se deben de considerar en la puesta en marcha de este tipo de programas (Hansen, 1992; Mackinnon y cols., 1991):
- Enseñar a los jóvenes habilidades para resistir la presión de los iguales y para decir "no" ante la oferta de alcohol.
- Desarrollar alternativas sanas a la bebida.
- Enseñar habilidades de toma de decisiones.
- Modificar las creencias normativas.
Una variante de los programas preventivos que ha demostrado cierta eficacia es la que se centra específicamente en la prevención de las consecuencias del consumo del alcohol, principalmente de los accidentes de tráfico en los conductores jóvenes.
Por otra parte, cuando se conoce y es inevitable que los adolescentes pueden estar en contacto con determinada sustancia (y esto es evidente en el caso del alcohol) es aconsejable que, como mínimo, conozcan unas normas elementales de uso. Por tanto, no debe verse como escandaloso el hecho de acompañar estas medidas con otras que "enseñen" a beber alcohol de forma moderada a la población joven. El mensaje "beber no es vivir" no es incompatible con "saber beber = saber vivir".
Por último, es necesario recordar el papel fundamental que juega la familia como ambiente social básico en donde el joven pasa gran parte de su tiempo. De forma breve, me gustaría resaltar dos factores del ámbito familiar vinculados con la aparición de problemas de consumo de alcohol: el modelo parental de consumo de alcohol y el manejo familiar.
Está comprobado que los hábitos de beber de los padres y su actitud frente a la bebida y frente a los que abusan del alcohol influye en el comportamiento de los hijos. No se trata de ofrecer un modelo parental abstemio muy rígido, sino de propiciar modelos de actitides y comportamientos moderados frente al alcohol.
En cuanto al manejo familiar, en los últimos parece que el modelo educativo que predomina es el denominado estilo permisivo o "dejar hacer", en el que el niño o adolescente establece sus propias reglas y límites, con muy pocas directrices por parte de los padres. Este modelo de manejo parece asociarse con niveles altos de consumo de alcohol entre los hijos. Por consiguiente, un objetivo importante de las intervenciones preventivas debería centrarse en el cambio hacia una disciplina menos negligente, en donde existan unas normas claras de convivencia familiar, junto con la posibilidad de diálogo y de negociación entre padres e hijos.
3.- CONCLUSIONES
A la vista de los últimos datos sobre la incidencia del consumo de alcohol entre la población joven, parece evidente la necesidad de seguir incrementando los esfuerzos y los recursos en las estrategias preventivas.
Muchos autores coinciden en señalar que la escuela debe ser el ámbito de intervención fundamental para la prevención del consumo de alcohol. Para la puesta en marcha de las estrategias de prevención escolar se debe contar, necesariamente, con aquellos procedimientos que han demostrado ser efectivos a la hora de contrarrestar los factores de riesgo que inciden en el inicio del consumo de esta sustancia.
Los resultados de las investigacines también han puesto de manifiesto la importancia de determinadas características familiares en el inicio del consumo de alcohol en los jóvenes. Una disciplina inconsistente e inadecuada y la falta de modelos idóneos se han vinculado a la aparición del alcoholismo juvenil.
Pero, la prevención del consumo de alcohol en los jóvenes será más efectiva si, al mismo tiempo que se realizan programas educativos específicos, se incide en los factores macrosociales que afectan al comportamiento de los individuos. Así, las medidas legislativas que intentan controlar la oferta de bebidas alcohólicas y las campañas comunitarias que transmitan una información clara sobre los riesgos para la salud de esta sustancia resultan medidas imprescindibles para la solución de este problema.
4.- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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DuMouchel, W., Williams, A. y Zador, P. (1985). Raising the alcohol purchase age: its effects on fatal motor vehicle crashes in 26 states. Washington, DC: Insurance Institute for Highway Safety.
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Schinke, S.P., Botvin, G.J. y Orlandi, M.. (1991). Substance abuse in children and adolescents. Newbury (Ca): Sage Publications.
Vargas, F., Robledo, T. y Espiga, I. (1994). Alcohol y salud pública. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo.
http://www.psico.uniovi.es/REIPS/v1n0/articulo6.html
EL ALCOHOLISMO EN EL TRABAJO COMO INADAPTACIÓN LABORAL
EL ALCOHOLISMO EN EL TRABAJO COMO INADAPTACIÓN LABORAL: UNA PROPUESTA DE REFLEXIÓN, CONCEPTUALIZACIÓN E INTERVENCIÓN
Esteban Agulló Tomás
Universidad de Oviedo.
estomas@correo.uniovi.es
1. INTRODUCCION. EL ALCOHOLISMO, UN FENÓMENO SOCIAL
El alcoholismo constituye un fenómeno complejo, multicausal y pluridimensional. Naturaleza tan diversa requiere irremediablemente un talante abierto, un enfoque interdisciplinario, y un abordaje multimetodológico. Hace ya algunos años nos recordaba John C. Glidewell (Pittman, 1977) estas mismas cuestiones: "En sus combinaciones directas con los fluidos y los tejidos del cuerpo, la absorción del alcohol constituye un fenómeno químico. En lo que se refiere al resultado de sus combinaciones, el alcohol es un fenómeno biológico. En relación con la interacción de las necesidades de la personalidad individual, el alcoholismo es un problema psicológico. Con respecto a su aparición y al curso de desarrollo en una comunidad, el alcoholismo es un fenómeno social". Aunque, de partida, todos los profesionales están de acuerdo en lo que acabamos de afirmar, la realidad dista mucho de las buenas intenciones que suelen prodigarse en foros, congresos, jornadas, seminarios y eventos que tienden a tratar estos asuntos.
En la actualidad, si uno se adentra en la considerable, dispersa y heterogénea literatura existente sobre el alcoholismo, percibe con rotunda claridad la proliferación, a veces absurda, de conceptos y terminologías afines, de reinos taifas (tanto por parte del mundo académico-científico como por parte de los profesionales liberales), de abordajes y tratamientos distintos, de intervenciones dispares, y largo etcétera de problemas y barreras que están dificultando (obstaculizando, bloqueando) una comprensión/resolución (que, como es lógico, siempre implicará el correspondiente diagnóstico, tratamiento e intervención) del problema del alcoholismo que resulte adecuada, acertada, y, en definitiva, útil.
El problema no se ciñe únicamente, que no es poco, a la consideración del alcohol como una de las drogas más consumidas en todo el planeta. Lo verdaderamente preocupante es que dicho consumo resulta cada vez mayor a escala mundial. Es más, lo trágico del asunto es que el uso y abuso de las bebidas alcohólicas no distingue países, desarrollos, regiones, razas, culturas, organismos, personalidades. No sólo que cada vez se ingiere más cantidad, sino que se está incrementando la proporción de la cantidad consumida por persona. De igual forma, podemos constatar la mayor variedad de bebidas alcohólicas que aparecen en el mercado, se están inventando y promocionando, de forma insistente y machacona, combinaciones cada vez más extrañas y explosivas. Así mismo, todas las estadísticas nos muestran el descenso significativo de la edad de la primera ingesta alcohólica. Y así, estaríamos enumerando un sinfín de problemas que merecen atención, estudio y tratamiento pertinentes. Por tanto, nos encontramos frente a una problemática de grandes dimensiones, de graves consecuencias y, por ende, de profundas secuelas en todos los ámbitos que componen la realidad social.
Lo cierto es que procedemos de una cultura occidental en la que el consumo del alcohol ha sido siempre una constante. Se trata de una sustancia que fluye cómodamente por todos los poros del tejido social. Vivimos y nos socializamos en una cultura que rebosa alcohol por todas partes. No es nada difícil toparse con alusiones directas sobre el alcohol en la literatura, el cine, la música, etc. Podríamos decir que constituye una parte esencial y sustantiva del folclore español. Pertenecemos y formamos parte de una cultura celebrativa, una cultura etílica, una cultura donde todo pasa (todo debe pasar) por el filtro de la ingesta alcohólica. Nadie es ajeno y resulta muy complicado librarse del protagonismo del alcohol, ya que está totalmente enraizado en los estilos de vida que la propia sociedad se encarga de reproducir. La vida cotidiana está, por decirlo metafóricamente, vestida y bañada de alcohol. Las celebraciones, las comidas, el ocio, los negocios, los festejos, el trabajo, incluso, los duelos...toda la convivencia diaria está presidida por el alcohol, o éste siempre está implicado, de una forma u otra.
Por lo que respecta a la realidad española, he aquí unas cifras que vienen a constatar el panorama nada halagüeño que acabamos de perfilar. Según los datos presentados por especialistas en el Simposio "Actuación en el manejo de la dependencia alcohólica" (ABC, 15-3-1998), España constituye el séptimo país del mundo en el consumo de alcohol, con una media de 10,41 litros per capita. Un 4% de la población española es alcohólica, o sea, 1.600.000 personas según último censo. Esta cifra se incrementa hasta los 3.500.000 si se contabilizan a aquellas personas que sufren problemas derivados de dicho consumo. En términos económicos, el coste anual por servicios sanitarios y sociales asciende a 661.000 millones de pesetas. Creemos que las cifras hablan por sí mismas y son bastante ilustrativas de lo que queremos avanzar en esta introducción.
Por lo que se refiere al "alcoholismo laboral" vemos que, de entrada, el mismo concepto nos remite a dos términos/problemáticas complejas y diferenciadas. Por un lado, el trabajo (el hecho de trabajar) y, por otro, el alcoholismo (el hecho de ingerir de forma abusiva bebidas alcohólicas). El trabajo constituye un fenómeno tan antiguo como el hombre y, por lo que respecta al alcohol, podemos recordar que ya en las civilizaciones antiguas (por ejemplo, la cultura egipcia, china o mesopotámica, y estamos hablando de 4000 y 3500 a. de C.) el uso de ciertas bebidas alcohólicas era una práctica muy extendida y enormemente significativa, tanto por su carácter ritual como por su ingesta considerable; uso y abuso del alcohol de la que muchas obras de arte legadas por nuestros antepasados hacen gala. Podríamos, por otro lado, reparar en el protagonismo del vino en los textos bíblicos y, cómo no, en la significativa presencia que ha tenido siempre en la historia de la mitología.
Aparte de otros contextos, como es constatado por numerosas investigaciones (CIS, CIRES, EDIS, FAD), el consumo de drogas constituye un asunto que presenta especial relevancia en el ámbito laboral; todos los datos nos indican una correlación positiva (en algunos aspectos, alarmante) entre consumo alcohólico y actividad laboral.
En este sentido, creemos que no sirve de nada desviar la mirada hacia otros ámbitos. El problema del alcohol en el trabajo está ahí. Se trata de una problemática, en muchos casos, soterrada, latente, pero que, analizando su auténtica naturaleza, deviene un fenómeno dramático, tanto para el trabajador como para la propia organización. Estamos ante un problema que está pidiendo a gritos una atención más seria, más profesional, menos voluntarista, menos condescendiente. Por ello, no ayuda en nada edulcorar los datos, maquillar las estadísticas sobre el tema que nos ocupa; se trata, al contrario, de afrontar humilde pero decididamente la naturaleza y los efectos de una de las drogas más toleradas, y a la vez, que más estragos viene generando en nuestras sociedades.
Aquí vamos a tratar de abordar una serie de ideas, conceptos y tendencias (un planteamiento, en definitiva) que sirvan para arrojar un poco de luz al complejo fenómeno del alcoholismo en general, y al laboral, en particular. Por consiguiente, en este trabajo queremos esbozar de forma escueta un marco teórico-analítico que proporcione una aproximación comprehensiva (psicosocial) del alcoholismo en el trabajo.
2. HACIA UNA DELIMITACION CONCEPTUAL: ALCOHOLISMO Y TRABAJO
2.1. CONCEPTO DE ALCOHOLISMO
¿Qué entendemos por alcoholismo? Intentar definir el fenómeno del alcoholismo resulta, como la mayor parte de conceptos, una tarea difícil y arriesgada. Difícil, por la naturaleza tan compleja que supone esta problemática y por la ingente cantidad de definiciones que se han sucedido a lo largo de los últimos años (revisión que obviamente no vamos a realizar aquí ya que escapa de nuestro objetivo inicial que es proponer un nuevo marco de reflexión teórica); y arriesgada, por la propia imposibilidad de ofrecer un concepto que resulte mínimamente consensuado y aceptado por la diversa pléyade de científicos y profesionales que vienen dedicándose al propio fenómeno. De todas formas, ya en 1955 la OMS intentó ofrecer una definición del alcoholismo que rezaba así: "Son alcohólicos los que beben en exceso y cuya dependencia respecto del alcohol ha alcanzado un grado tal que determina la aparición de visibles perturbaciones mentales, o cierta interferencia en la salud física y mental, en las relaciones interpersonales, y en el adecuado funcionamiento social y económico". Como se puede observar a primera vista, resulta un concepto muy descriptivo, vago y, por tanto, poco operativo y práctico.
Las definiciones sobre alcoholismo han pecado de estas características (unidimensionalidad, ambigüedad, reduccionismo, etc.), derivando siempre en la imprecisión terminológica y/o en el libre antojo definidor del profesional-enfoque de turno. Como ejemplo, valga la crítica de Pittman (1977) al concepto de aportado por la OMS el cual acabamos de aludir : "...el sentido de la palabra ´adecuado´ queda librado a la discreción del investigador". Aquí también se podría entrar en la absurda controversia de quién fija los criterios/niveles/estándares de lo "normal" versus lo "desviado", lo "adecuado" versus lo "improcedente"... El debate sería tedioso y un tanto absurdo. Por tanto, no entraremos en él en esta ocasión.
Otros autores prefieren hablar de "síndrome de dependencia del alcohol" en vez de alcoholismo en sí (véase esta problemática definitoria en Rodríguez-Martos, 1989). En este sentido, la Asamblea Mundial de la Salud, en 1976, definía este síndrome como: "Un estado psíquico y habitualmente también físico, resultante de tomar alcohol, caracterizado por una conducta y otras respuestas que siempre incluyen compulsión por tomar alcohol de manera continua o periódica con objeto de experimentar efectos psíquicos, y algunas veces, para evitar las molestias producidas por su ausencia, pudiendo estar presente o no la tolerancia". Este enfoque básicamente médico tiende a destacar el cuadro sindrómico-epidemiológico del alcoholismo. En consecuencia, por no abundar más en el asunto, creemos que el determinismo, la unidimensionalidad y el espíritu corporativista resulta patente desde el primer momento de la conceptualización. Hecho que, a nuestro juicio, dificulta una aproximación integral al fenómeno del alcoholismo, sobre todo, desde la perspectiva psicosociológica que aquí propugnamos.
2.2. CONCEPTO DE TRABAJO: LA CENTRALIDAD DEL TRABAJO
Aludir al debate de la centralidad/acentralidad del trabajo puede servirnos para conocer el alcance de la concepción actual del trabajo. Aunque no podemos extendernos en este debate (para ello véase MOW, 1987; Blanch, 1990; Alvaro, et al., 1995; Agulló, 1997, entre otros), vamos a referirnos directamente al fenómeno sin rodeos. El trabajo, como indican la mayor parte de estudios e investigaciones (Blanch, 1990; Alvaro, 1992; Alvaro, et al. 1995; Salanova, et al., 1993; etc.), sigue ocupando una posición central para la mayor parte de componentes de las sociedades occidentales. Así mismo, sigue ejerciendo como eje vertebrador de creencias, actitudes y otro tipo de opciones esenciales. La actividad laboral, a pesar de su diversidad, crisis, cambios y quiebras sufridas en los últimos años (véanse las críticas de Offe, 1984; Bell, 1976; Gorz, 1995), continúa actuando como principio supremo organizativo de las estructuras sociales. A pesar de lo que viene denominándose como "crisis de la sociedad del trabajo", éste sigue cumpliendo su función integrativa (otorga significado y coherencia vital), proporcionando estatus y prestigio social, ofreciendo una identidad personal, social y laboral. El trabajo constituye algo más que un simple medio de obtención de bienestar material, deviene una importante fuente de satisfacción personal, reorienta el sentido del tiempo existencial y organiza los espacios sociales cotidianos. El trabajo es y posibilita, a su vez, un contexto de afiliación, vinculación, participación, comunicación e interacción grupal; la actividad laboral proporciona oportunidad para el desarrollo de aspiraciones, planes, expectativas, conocimientos, actitudes, habilidades y conductas sociales y profesionales; el trabajo significa fuente de sentido para la vida misma (Blanch, 1990).
De este conjunto de funciones positivas del trabajo o generadoras de bienestar psicosocial podríamos deducir, operando teórica y conceptualmente a la contra, las disfunciones o funciones negativas que ocasiona de manera genérica el hecho de trabajar. Para no extendernos en este punto (le remitimos para más información a Alvaro, 1992; Agulló, 1997), podemos concluir que el trabajo resulta negativo o disfuncional psicosocialmente cuando no posibilita la integración, adaptación y/o desarrollo psicosocial de los individuos. Hecho éste, como veremos, es el que acontece a los trabajadores que, por ejemplo, consumen cantidades excesivas de alcohol. La dificultad/imposibilidad de trabajar (inclúyase aquí, entre otros, el fenómeno del desempleo) o trabajar en condiciones precarias (sea cual fuere su modalidad y/o duración), deriva en situaciones de riesgo de inadaptación laboral, primero, y social, después.
3. BINOMIO ALCOHOL-TRABAJO, UNA COMBINACION EXPLOSIVA
3.1. EL CONSUMO DE ALCOHOL ENTRE LA POBLACION TRABAJADORA EN ESPAÑA: TENDENCIAS Y PERFIL PSICOSOCIOLOGICO
El alcohol se nos presenta, junto con el tabaco, como la droga más consumida en todo el territorio español. Su aceptación y tolerancia sociales conforman un fenómeno generalizado y, por tanto, digno de preocupación y estudio. Aparte de esto, que es la base fundamental del problema (ya que se nos socializa en una cultura y en unos hábitos que fomentan abiertamente el consumo excesivo de alcohol), todo parece indicar que la población trabajadora posee un nivel de consumo de alcohol más elevado que el resto de la población (véanse los informes EDIS, CIS, CIRES, FAD). Pero, ¿a qué se debe esto? ¿cuál es la razón de esta correlación y de este incremento?
Primero que todo cabe señalar que en el año 1987 se llevó a cabo el primer estudio sobre la incidencia de las drogodependencias en el medio laboral. Fue un informe realizado por EDIS (Navarro, 1987) para el Departamento Confederal de Servicios Sociales de la UGT. Por tratarse del primer estudio de ámbito nacional vamos a hacer mención de los principales resultados del mismo, para seguidamente proceder a compararlos con el último estudio que se ha realizado en 1996 (casi una década después) por el mismo equipo y promovido por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
En el estudio de EDIS del año 1987 se estableció la siguiente tipología de bebedores (teniendo en cuenta los centímetros cúbicos de alcohol puro ingerido):
Como resulta obvio, los tres tipos últimos son los que ofrecen una ingesta de alcohol muy por encima del promedio diario que el organismo humano es capaz de eliminar. Por tanto, estos tipos de bebedores serán los que se encuentren en situación de riesgo y de grave riesgo alcohólico. Tipos que deben figurar como objetivo prioritario en el tratamiento del alcoholismo laboral, aunque, como veremos, no constituye ni mucho menos el único objetivo. En este sentido y hablando de objetivos, creemos que políticas de información, sensibilización, prevención, son fundamentales para que el alcoholismo en el trabajo no siga generando problemas y daños irreparables como ha acontecido en los últimos lustros. Aunque, como trataremos a continuación, el problema del alcohol en el ámbito laboral es una cuestión más delicada de lo que a simple vista parece.
Volviendo al tema y al mismo informe, podemos señalar el consumo medio diario de alcohol de los trabajadores en el siguiente cuadro (véase también en Gil et al. 1992 y 1994, otras tipologías de bebedores semejantes a la que aquí manejamos):
Consumo medio diario de alcohol entre los trabajadores
Tipología de bebedores según cc. de alcohol puro de consumo promedio diario
% sobre colectivo de trabajadores
Número aproximado de personas
Abstinentes
(0 cc. Alcohol)
29,8
1.937.000
Ligeros
(1 a 25 cc. Alcohol)
19,4
1.261.000
Moderados
(26 a 75 cc. Alcohol)
26,7
1.735.500
Altos
(76 a 100 cc. Alcohol)
7,9
513.500
Excesivos
(101 a 150 cc. Alcohol)
8,7
565.500
Gran riesgo alcohólico
(Más de 150 cc. Alcohol)
7,5
487.500
TOTAL
100
6.500.000
Fuente: EDIS, 1987
Si sumamos los porcentajes de los colectivos de trabajadores en los que su consumo promedio de alcohol diario es alto, excesivo y de gran riesgo, podemos hacernos una clara idea del panorama tan dramático al que puede llegar el fenómeno del alcoholismo en el ámbito laboral. Es decir, un 24,1 % de los trabajadores (casi 1 de cada 4), o sea un número aproximado de 1.566.500 personas trabajadoras, se encuentra en situación real o potencial de alcoholismo.
Otro dato, más bien tendencia, que merece destacarse es que el nivel de consumo de alcohol por parte de los trabajadores es superior al conjunto de la población. Mientras que el cómputo total de la población que consume más de 75 cc. de alcohol puro asciende a 11,2 %, el promedio de los trabajadores se eleva, como ya hemos advertido, a 24,1 %. La diferencia es considerable y, por ende, preocupante.
En los últimos años se ha desatado la alarma, tanto por parte de autoridades y profesionales como por parte de los medios de comunicación de masas, ya que el fenómeno del consumo de alcohol en los fines de semana ha adquirido cifras de escándalo. Sobre todo, el consumo juvenil de bebidas alcohólicas. En este sentido, observamos que las pautas del consumo alcohólico difieren según se trate de día laboral o fin de semana. Cuando se dice que el consumo de bebidas alcohólicas es principalmente la expresión de patrones culturales, se constata con el incremento de la ingesta de alcohol durante los fines de semana (véase para más información sobre este particular Sanchet-Turet, 1993; Elzo et al.1994; Secades, 1996). Siguiendo la misma encuesta (EDIS, 1987), y teniendo en cuenta al conjunto de bebedores, se observa una diferencia igualmente significativa; en este sentido, se puede observar que el consumo medio diario de alcohol en cc. es el siguiente:
Días laborables: 64,99 cc.
Fines de semana: 88,33 cc.
Consumo promedio: 72,33 cc.
Fuente: EDIS, 1987
Compárense los porcentajes del informe EDIS de 1996 sobre este consumo de alcohol en particular, el consumo muestra una tendencia a la baja:
Días laborables: 60,81 cc.
Fines de semana: 75,55 cc.
Consumo promedio: 67,05 cc.
Por otro lado, si observamos el perfil sociológico que presentan los bebedores excesivos y de alto riesgo podemos extraer algunas conclusiones que ya se sospechan, pero otras bastante reveladoras (similares conclusiones se pueden cotejar en Gil, et al. 1992, 1994):
* Los trabajadores varones consumen más alcohol que las mujeres trabajadoras (no se olvide que el porcentaje de mujeres en el trabajo es considerablemente inferior al de los varones).
* Los trabajadores jóvenes y los de edad intermedia ingieren más alcohol que el resto de edades (no descuidemos el fenómeno del consumo juvenil de alcohol durante los fines de semana; este fenómeno puede servir de iniciador-potenciador del consumo de alcohol en el trabajo).
* Determinados sectores laborales (minería, construcción, hostelería, comunicaciones y química) concentran un índice mayor de ingesta alcohólica.
* Los trabajadores de ideología radical, de uno u otro extremo, consumen más alcohol que el resto.
En un estudio elaborado por García et al. (1988) para CC.OO. con la finalidad de analizar la actitud de las empresas españolas ante el alcohol y otras drogas se concluía que el 33% de las empresas se ha planteado el tema del alcohol-drogas desde el nivel directivo en alguna ocasión, variando, eso sí, según el tamaño de la empresa (63 % de las grandes empresas y el 50% de las medianas se han planteado alguna vez el problema). A nuestro juicio, el planteamiento nos parece escaso, sobre todo, si se tiene en cuenta el elevado porcentaje de trabajadores que están afectados, así como por las graves consecuencias que entraña para la buena marcha de la empresa (absentismo, siniestralidad, bajo rendimiento, etc.). Así mismo, un exiguo 6% de las líneas de dirección percibe que el consumo de excesivo alcohol afecta a más del 20 % de los trabajadores de sus empresas. O visto desde otra perspectiva, el 53% de los directivos estima que el consumo de alcohol afecta tan sólo a entre el 0% y el 5% de los trabajadores de sus empresas. Para los directivos, un 34% considera "mayor gravedad" a las drogodependencias no alcohólicas, mientras que tan sólo un 4% tilda de "mayor gravedad" el alcoholismo.
Como se desprende de este mismo informe, en la mayor parte de planteamientos del problema del alcohol (y otras drogas) nace de la detección de casos individuales (58%), nunca de una detección sistemática y global. A su vez, de las empresas que se plantearon el problema del consumo del alcohol, un 62% desplegó alguna iniciativa. Las iniciativas que se llevaron a cabo fueron siempre de forma puntual y con acciones puntuales (62%), nunca estructuradas en programas diseñados específicamente para atajar seriamente la problemática. Además, tampoco existe una política consensuada con respecto a este tema, el 48% de las ocasiones en las que la Dirección llevó a cabo alguna iniciativa, la materializó sin tener en cuenta a los otros estamentos de la empresa (por ejemplo, tan sólo en el 31% de los casos se contó con la representación sindical).
De los datos y conclusiones de este informe se evidencia cómo la permisividad sociocultural existente con respecto al consumo del alcohol se adentra totalmente en todos los ámbitos de la empresa y de la actividad laboral. Un ejemplo de ello lo ofrecen las cifras aportadas por los S.M.E. (servicios médicos de empresa). El 72 % de los S.M.E. cree que existe una actitud de tolerancia por parte de los directivos con todo lo que se refiere a la ingesta de alcohol en el ámbito laboral. Los representantes sindicales coinciden con esta impresión de permisividad con relación al consumo alcohólico desde el nivel directivo, en este caso un 57%.
Por otra parte, el 79% de los directivos encuestados consideran justo y adecuado el artículo 54.2 del Estatuto de Trabajadores que regula el despido por causa de embriaguez habitual o toxicomanía (el 57% estaría dispuesto a aplicarlo). En cambio, casi el 50 % de los S.M.E. no está de acuerdo con este artículo. Para los sindicatos, el desacuerdo llega al 59%. Ambos estamentos consideran que el consumo problemático de alcohol (y otras drogas) debería de disponer de una baja laboral por enfermedad como medida alternativa al despido (81% los SME y 85% los sindicatos). Para los representantes sindicales, siguiendo el mismo informe, el trabajo repetitivo y desmotivador es la causa más frecuente que encamina al trabajador al consumo de alcohol y drogas. No obstante, sobre las condiciones de trabajo y su influencia en la ingesta alcohólica hablaremos más adelante.
Si nos remitimos, como ya hemos advertido, al último informe sobre la incidencia de las drogodependencias en el ámbito laboral (FAD, 1996), y lo comparamos con los resultados del estudio de 1987, podemos observar de entrada un descenso considerable de las altas tasas de consumo de alcohol en el entorno que estamos abordando. Si en la primera referencia el consumo de alcohol por encima de los 75 c.c. era del 24.1% de los encuestados, en la referencia actual desciende significativamente al 14.4% de los mismos. No obstante, como señalan los autores del estudio: "...siendo un dato muy positivo, no debe ocultar que aún es muy alto y preocupante el consumo abusivo que hace un amplio grupo de trabajadores", y advierten: "...el cual está unos cinco o seis puntos por encima del consumo del conjunto de la población".
Adentrándonos en la evolución de las tendencias de los consumos a lo largo de la última década, observamos (véase tabla siguiente) que en lo que se refiere a la ingesta de alcohol el día anterior por parte de trabajadores asciende a un 52.2 % y los parados a un 44 %. Cabe destacar que los porcentajes de respuestas afirmativas son ligeramente superiores en los trabajadores con empleo que en el colectivo de trabajadores en situación de desempleo.
Por lo que se refiere al tipo de bebidas consumidas (el día anterior) son la cerveza y el vino las preferidas por los trabajadores ocupados en un 28.3% y en un 26.0% para los trabajadores en desempleo. Un dato alarmante es el consumo de aquellas bebidas cuyo grado de alcohol es muy concentrado (o sea whisky-vodka, combinados y licores). Si se suman los porcentajes de consumo de este tipo de bebidas las cifras son preocupantes: los trabajadores ocupados con un 24.9% y los parados con un 28.4%.
Si comparamos los datos de la tabla (tipo de bebedores en el día anterior, según consumos) que ya apareció en el estudio de 1987 (EDIS), podemos observar precisamente el descenso actual de los nueve puntos en los consumos de alcohol abusivo (altos+excesivos+gran riesgo alcohólico) que habíamos destacado anteriormente.
Se trata de un 14.4% de trabajadores ocupados y un 16.0% de parados los que superan un consumo de más de 75 c.c. Cifras, insistimos, que hablan por sí mismas, y que, creemos, merecen algo más que mera atención. Como señalan los autores del informe (Fad, 1996): "...resulta precisa la intensificación de las acciones de concienciación y prevención ante los riesgos que comporta el consumo de alcohol en tan altas cantidades". Repárese también, para salir de dudas, en la suma de los consumos ligeros y moderados por parte de los trabajadores ocupados, ésta asciende a un 37.8% (el 27.9 % para los desempleados).
Si se observan los cruces de variables sobre esta cuestión realizados en el estudio, los resultados son verdaderamente significativos. "Un 9.2% del total de trabajadores ocupados, no solamente bebe de un modo abusivo (por encima de los 75 c.c.) sino que además, lo hace habitualmente: a diario el 8% y 5 ó 6 días a la semana un 1.2%". Por lo que se refiere al género, podemos constatar que los hombres beben de forma abusiva en cifras mucho más elevadas que las mujeres: una proporción de 19.9% a 3.9%. En lo que respecta al consumo según la edad de los trabajadores, comprobamos que el consumo excesivo se da principalmente en los intervalos etáneos de 25-34 años (15.3%) y de 35-44 años (17.1%). Los datos y, lo que es menos halagüeño, las pautas y perfiles generales son casi coincidentes con respecto al informe de hace ya una década. De ahí que, a pesar de los avances, no se pueda bajar la guardia.
Como podemos constatar en la siguiente tabla, el perfil de los bebedores abusivos (recordamos, que consumen por encima de 75 c.c) es "amplio y un tanto diverso", ello se debe, como ya aludimos en la introducción, a la generalizada tolerancia social sobre este tipo de prácticas y consumos. Esta amplitud y diversidad "se corresponde con la extensión que tiene el consumo de alcohol en todas las clases y estratos sociales" (Fad, 1996). No obstante, véanse en la siguiente tabla, para no extendernos en demasía, los datos resumidos del perfil de los bebedores abusivos.
4. INADAPTACION LABORAL: SALUD Y CONDICIONES DE TRABAJO
Si nos remitimos al enfoque o marco teórico-conceptual que propone la disciplina Inadaptación Laboral para tratar el fenómeno del alcoholismo en el mundo laboral, podemos indicar que su objeto de estudio estriba en analizar el proceso dinámico de desajuste en la interacción individuo-puesto de trabajo-organización, que se manifiesta en conductas negativas que repercuten en la Salud Laboral. Así mismo, esta disciplina trata de poner en práctica los conocimientos, métodos, técnicas y estrategias desarrolladas principalmente por la Psicosociología con la finalidad de comprender, intervenir, prever y promocionar la salud de los trabajadores y todo lo que tiene que ver con el ámbito laboral (González, 1992). Esta perspectiva analítica resulta propicia para la aproximación comprehensiva, integral, que precisa el fenómeno del alcoholismo en el mundo laboral.
En esta primera conceptualización ha aparecido el término de Salud Laboral. Desde el planteamiento que acabamos de hacer mención, adoptamos la filosofía que late en el concepto de Salud propuesto por la O.M.S. (1948), concepto que ha sido retomado por la mayor parte de las legislaciones europeas en materia de prevención de riesgos laborales, en el cual se explicita de forma clara que "La Salud es un estado de bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de daño y enfermedad".
Igualmente, la O.I.T. (1984) define de manera más concreta el fin que se persigue al abogar por un concepto (enfoque) de Salud Laboral específico: "La Salud Laboral está dirigida a promover y mantener el más alto grado de bienestar físico, mental y social de los trabajadores en todas las operaciones. Prevenir cualquier desviación de su estado de salud causado por las condiciones de trabajo. Proteger a los trabajadores en sus empleos frente a los riesgos resultantes de los diversos factores para su salud. Colocar y mantener al trabajador en un ambiente laboral adaptado a sus condiciones fisiológicas y psicológicas. Y, en suma, adaptar el trabajo al hombre, y cada hombre a su trabajo".
El alcoholismo constituye un problema que presenta, como mínimo, dos vertientes negativas o disfuncionales. Por un lado, el alcoholismo es susceptible de afectar a las distintas condiciones y procesos en los cuales se desarrolla todo trabajo, y, por otro, determinadas condiciones, procesos y medio ambiente de trabajo van a afectar (generar, mantener, potenciar) en el consumo abusivo de bebidas alcohólicas. El alcoholismo es, pues, causa y efecto. Es decir, para llevarlo al terreno analítico propuesto, se trata de un factor y síntoma de Inadaptación Laboral. En este sentido, creemos que resulta pertinente detenernos en lo que se ha venido a denominar como el nuevo enfoque de las condiciones y medio ambiente de trabajo (CYMAT), un planteamiento renovador e integrador que posibilita un acercamiento comprehensivo al problema del alcoholismo en el ámbito laboral. Si nos remitimos a la propia definición (Clerc, 1987, OIT) podemos observar de entrada la inclusión e interrelación de todos los factores psicosociales (variables, aspectos, procesos) que se desencadenan en el ámbito laboral y que, como ya hemos advertido, van a determinar la generación de procesos de adaptación/inadaptación laboral. El concepto indica que: "las condiciones y medio ambiente de trabajo están constituidas por los factores socio-técnicos y organizacionales del proceso de producción implantado en el establecimiento (o condiciones de trabajo) y por los factores de riesgo del medio ambiente de trabajo. Ambos grupos de factores constituyen las exigencias, requerimientos y limitaciones del puesto de trabajo, cuya articulación sinérgica o combinada da lugar a la carga global de trabajo prescrito, la cual es asumida, asignada o impuesta a cada trabajador, provocando de manera inmediata o mediata, efectos directos o indirectos, positivos o negativos, sobre la vida y salud física, psíquica y/o mental de los trabajadores. Dichos efectos están en función de la actividad o trabajo efectivamente realizado, de las características personales, de las respectivas capacidades de adaptación y resistencia de los trabajadores ante los dos grupos de factores antes mencionados. Dichos factores están determinados en última instancia por el proceso de trabajo vigente, el cual a su vez es el resultante de las relaciones sociales y de las interrelaciones entre las variables que actúan a nivel del contexto socio-económico y las características propias de los establecimientos; es este proceso de trabajo el que define la naturaleza específica de la tarea a realizar por el colectivo de trabajo y por cada uno de los que ocupan dichos puestos" (véase también Castillo y Prieto, 1983).
Atendiendo al enfoque planteado, vemos que los factores psicosociales presentes en el trabajo, derivados de la interacción/interrelación/articulación del propio medio ambiente de trabajo, las características de la organización (empresa, cultura organizacional), la naturaleza del puesto de trabajo (conjunto de tareas y responsabilidades), las capacidades-necesidades-expectativas del trabajador, y de sus condiciones personales (extralaborales), fundamentalmente, van a afectar la salud laboral del propio trabajador (o sea, su calidad de vida laboral, su rendimiento, su satisfacción en el trabajo). Todo ello, en consecuencia, va a determinar la salud vital del mismo, ya que como indica Prieto et al. (1994) "trabajar en buenas condiciones es vivir en buenas condiciones". Lo uno influye y repercute en gran medida en lo otro. Dicho burdamente, "dime en qué condiciones trabajas y te diré cómo es tu vida" (familiar, conyugal, social, etc.).
Un medio ambiente físico contaminado e insalubre (ruido excesivo, condiciones térmicas elevadas, vibraciones, con presencia de contaminantes, etc.), una organización del trabajo inapropiada (inestabilidad laboral, trabajo a turnos y trabajo nocturno, la duración excesiva del trabajo, un estilo organizativo poco participativo, impersonal, cambios tecnológicos sin planificación, sin posibilidad de reciclaje, etc.), un puesto de trabajo con sobrecarga (tanto cuantitativa como cualitativamente), con tareas monótonas y repetitivas (automatización procesos productivos), con escasa autonomía o significado (despersonalización, deshumanización), factores humanos del entorno laboral o clima laboral problemático (falta de apoyo de superiores, excesiva competitividad entre compañeros, imposibilidad de desarrollo-promoción de carrera, problemas con los subordinados (falta de entendimiento, complot, conflictividad en general), y las propias características personales del trabajador (capacidades, experiencia, expectativas, etc.)... van a repercutir en/posibilitar/fomentar un consumo problemático de alcohol de los propios trabajadores. Así mismo, la ingesta abusiva de bebidas alcohólicas va a desencadenar una serie de consecuencias en varias dimensiones del ámbito laboral, a saber: 1) el trabajador, 2) el puesto de trabajo y 3) la organización (empresa). Véamos, aunque sea someramente, cada uno de estos efectos.
Por lo que se refiere a las consecuencias del abuso del alcohol en el trabajador, podemos destacar, sin ánimo de exahusividad: pérdida/deterioro de la autoestima, desestructuración de la identidad, despersonalización, sensación de fracaso, sensación de inutilidad (vacío), inseguridad personal, degradación, ansiedad, estrés, desesperación, insatisfacción, desequilibrios físicos y psíquicos, agresividad, conflictividad, desmotivación, fatiga, aislamiento, envejecimiento prematuro, suicidio.
Por lo que respecta a los efectos del consumo excesivo de bebidas alcohólicas sobre el puesto de trabajo, nos encontramos con: dejadez y negligencias sobre los objetivos/metas a cumplir, incapacidad para responsabilizarse de determinadas tareas encomendadas, impuntualidad, trabajos mal realizados, entregas a destiempo, sobrecarga por acumulación de tareas, insatisfacción-desmotivación-desimplicación en el desarrollo del trabajo, desinterés, descuido/incumplimiento de las normativas de higiene/seguridad en el propio puesto de trabajo.
Por último, los anteriores efectos van a repercutir, implícita o explícitamente, en la buena marcha y en la dinámica cotidiana de la organización. La pérdida de competencia del trabajador alcohólico va afectar a la competitividad de la empresa. Al descender el rendimiento del trabajador y, por tanto, la productividad, va revertir sobre los costes y la producción general de la empresa (ni que decir tiene que la calidad de los procesos/productos/servicios queda totalmente mermada). Asimismo, el consumo de alcohol de los trabajadores, como se constata en todos los informes e investigaciones, afectará a los índices de siniestralidad, absentismo, conflictividad, satisfacción y clima laboral de la plantilla.
5. A MODO DE CONCLUSION: INADAPTACION LABORAL COMO INADAPTACION SOCIAL
Vamos a finalizar con el mismo talante que iniciábamos este recorrido. Bogani (1975) fue claro y tajante al insistir en el aspecto de que "las bebidas alcohólicas no son un alimento natural. Su consumo, más que una necesidad humana, es la expresión de un patrón cultural y de la acción de los intereses económicos". Baste con repasar muy por encima los medios de comunicación de masas, en todas sus vertientes, y constatar el bombardeo tan espectacular de anuncios de bebidas alcohólicas, tal instigación (sutilmente ofertada) responde fundamentalmente a un beneficio suculento por parte de las grandes empresas nacionales y multinacionales, en detrimento de un deterioro progresivo de la salud de los trabajadores en particular y de los ciudadanos en general. Hábitos y pautas de consumo alcohólico tan arraigadas, tan toleradas, tan asumidas, por parte y en todos los estratos de la sociedad, son reproducidas en uno de los entornos donde el ser humano pasa más tiempo, el trabajo (véase a continuación la perspectiva desarrollada de forma gráfica).
La combinación de tradición, cultura, intereses capitalistas, marketing instigador, tiempos críticos, individualismo, identidad consumista, cambio vertiginoso, transformación de los valores...generan el caldo de cultivo que propicia un consumo perjudicial de una de las drogas más mortíferas que existen.
Para concluir cabe destacar uno de los puntos fundamentales para entender el alcoholismo laboral: la centralidad del trabajo. El trabajo, aquí y ahora, sigue siendo un elemento central para el ser humano. Trabajar en buenas condiciones es sinónimo de vivir en buenas condiciones y viceversa. Igualmente, el hecho de no poder desarrollar una actividad laboral o realizarla en condiciones precarias, va a desencadenar procesos de desajuste y desestructuración (en la interrelación trabajador-puesto de trabajo-organización) que conducirá, antes o después, al deterioro considerable de la salud en el trabajo. Deterioro que se manifestará a través de distintos factores e indicadores de inadaptación laboral, siendo el alcoholismo en el trabajo uno de esos problemas. Grave, precisamente por su arraigo y tolerancia socio-empresarial. Dramático, precisamente por las secuelas que genera a nivel psicosocial en el propio trabajador alcohólico. Es en este punto cuando defendemos la tesis de que el alcoholismo en el ámbito del trabajo constituye una inadaptación laboral que tiende a degenerar en inadaptación social. Inadaptación social por los graves efectos que produce en el propio trabajador alcohólico y en todo su entorno: problemas de integración, participación, comunicación, afectividad (amical, familiar, filial, de pareja). Problemas de etiquetamiento, marginación y exclusión sociales. Lo que, en resumidas cuentas, podríamos denominar como el "estigma social de alcohólico". Como indica Feuerlein (1981, citado por Rodríguez-Martos) "Cuando el alcohol crea problemas, entonces, el alcohol es el problema". Constituye un problema porque el alcoholismo afecta, y no está de sobra insistir en ello, a todas las culturas, a todas las organizaciones, a todas las clases y grupos sociales, a todo colectivo, a todas las profesiones, a todo tipo de trabajador, a todo tipo de personalidad, a todas las partes del organismo, a toda célula. Como indicaba el Director de la FAD (1996): "Puede haber discrepancias a la hora de ordenar las razones por las que el problema (del consumo de drogas en el mundo laboral) es grave pero nadie niega la gravedad del problema. Puede haber manifestaciones diversas a la hora de señalar la prioridad de algunas actuaciones para poner freno a las dificultades pero nadie niega la urgencia global de poner en marcha estas soluciones e intentar paliar las dificultades".
La cultura del alcohol presente en todos los ámbitos de lo social, juega un pernicioso papel en la esfera laboral. El arraigo y la tolerancia social con respecto a dicha sustancia posee un coste muy elevado en/para la empresa, un coste muy alto para el trabajador y su entorno.
Creemos que se está haciendo un gran esfuerzo a nivel de diagnóstico y tratamiento, no obstante, no se está poniendo el mismo empeño en lo que creemos que debería ser el primer paso: la comprensión de la compleja naturaleza del alcoholismo laboral. Sin un adecuado y completo conocimiento de todos los aspectos, componentes, dimensiones y factores que están implicados en el fenómeno, será imposible que el posterior diagnóstico-tratamiento-intervención llegue a ofrecer soluciones mínimamente plausibles. Así mismo, los planes que se elaboren en estas materias, deberían ser preventivos, sistemáticos, globales, y estar consensuados por todos los niveles que componen las empresas (con el fin de evitar problemas y suspicacias); para ello, creemos que los canales de comunicación-información-participación deben ser lo más fluidos y flexibles que sea posible; de igual forma, los equipos que diseñen los programas de drogodependencias en las empresas, deben de ser equipos interdisciplinares y diversos los instrumentos de medida. Aunque se han realizado grandes avances en esta esfera, hay que poner más hincapié en el seguimiento de los programas de drogodependencia, ya que esta fase, las más de las veces, suele brillar por su ausencia. Con ello se detectarían muchas lagunas y se corregirían muchos errores. Con esta forma de proceder, los programas e iniciativas serían, con el tiempo, mejores, más aceptados, y, por ende, más efectivos. La mayor efectividad generaría una mayor sensibilidad en el empresariado a este tipo de programas e intervenciones, y evitaría su visión del alcoholismo como un problema individual y tratado bajo el modelo biomédico, cuya resolución implica elevados costes para la propia empresa.
Por todo lo mencionado, creemos que no está de más pedir de forma encarecida la implicación, la participación, la coordinación, el apoyo, la contribución, la sensibilización de todos. Empezando por las administraciones públicas, siguiendo por las instituciones académicas y organizaciones empresariales (y sindicales), y terminando con el incremento de la concienciación y responsabilidad del propio ciudadano. Responsabilidad que tan sólo se logrará con la implementación de adecuadas políticas (sustentadas en la evidencia empírica que posibilitan los sólidos enfoques teóricos) desde el mismo seno familiar (como principal agente y resorte socializador) y su consiguiente aplicación en centros educativos.
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http://www.psico.uniovi.es/REIPS/v1n0/articulo5.html
Esteban Agulló Tomás
Universidad de Oviedo.
estomas@correo.uniovi.es
1. INTRODUCCION. EL ALCOHOLISMO, UN FENÓMENO SOCIAL
El alcoholismo constituye un fenómeno complejo, multicausal y pluridimensional. Naturaleza tan diversa requiere irremediablemente un talante abierto, un enfoque interdisciplinario, y un abordaje multimetodológico. Hace ya algunos años nos recordaba John C. Glidewell (Pittman, 1977) estas mismas cuestiones: "En sus combinaciones directas con los fluidos y los tejidos del cuerpo, la absorción del alcohol constituye un fenómeno químico. En lo que se refiere al resultado de sus combinaciones, el alcohol es un fenómeno biológico. En relación con la interacción de las necesidades de la personalidad individual, el alcoholismo es un problema psicológico. Con respecto a su aparición y al curso de desarrollo en una comunidad, el alcoholismo es un fenómeno social". Aunque, de partida, todos los profesionales están de acuerdo en lo que acabamos de afirmar, la realidad dista mucho de las buenas intenciones que suelen prodigarse en foros, congresos, jornadas, seminarios y eventos que tienden a tratar estos asuntos.
En la actualidad, si uno se adentra en la considerable, dispersa y heterogénea literatura existente sobre el alcoholismo, percibe con rotunda claridad la proliferación, a veces absurda, de conceptos y terminologías afines, de reinos taifas (tanto por parte del mundo académico-científico como por parte de los profesionales liberales), de abordajes y tratamientos distintos, de intervenciones dispares, y largo etcétera de problemas y barreras que están dificultando (obstaculizando, bloqueando) una comprensión/resolución (que, como es lógico, siempre implicará el correspondiente diagnóstico, tratamiento e intervención) del problema del alcoholismo que resulte adecuada, acertada, y, en definitiva, útil.
El problema no se ciñe únicamente, que no es poco, a la consideración del alcohol como una de las drogas más consumidas en todo el planeta. Lo verdaderamente preocupante es que dicho consumo resulta cada vez mayor a escala mundial. Es más, lo trágico del asunto es que el uso y abuso de las bebidas alcohólicas no distingue países, desarrollos, regiones, razas, culturas, organismos, personalidades. No sólo que cada vez se ingiere más cantidad, sino que se está incrementando la proporción de la cantidad consumida por persona. De igual forma, podemos constatar la mayor variedad de bebidas alcohólicas que aparecen en el mercado, se están inventando y promocionando, de forma insistente y machacona, combinaciones cada vez más extrañas y explosivas. Así mismo, todas las estadísticas nos muestran el descenso significativo de la edad de la primera ingesta alcohólica. Y así, estaríamos enumerando un sinfín de problemas que merecen atención, estudio y tratamiento pertinentes. Por tanto, nos encontramos frente a una problemática de grandes dimensiones, de graves consecuencias y, por ende, de profundas secuelas en todos los ámbitos que componen la realidad social.
Lo cierto es que procedemos de una cultura occidental en la que el consumo del alcohol ha sido siempre una constante. Se trata de una sustancia que fluye cómodamente por todos los poros del tejido social. Vivimos y nos socializamos en una cultura que rebosa alcohol por todas partes. No es nada difícil toparse con alusiones directas sobre el alcohol en la literatura, el cine, la música, etc. Podríamos decir que constituye una parte esencial y sustantiva del folclore español. Pertenecemos y formamos parte de una cultura celebrativa, una cultura etílica, una cultura donde todo pasa (todo debe pasar) por el filtro de la ingesta alcohólica. Nadie es ajeno y resulta muy complicado librarse del protagonismo del alcohol, ya que está totalmente enraizado en los estilos de vida que la propia sociedad se encarga de reproducir. La vida cotidiana está, por decirlo metafóricamente, vestida y bañada de alcohol. Las celebraciones, las comidas, el ocio, los negocios, los festejos, el trabajo, incluso, los duelos...toda la convivencia diaria está presidida por el alcohol, o éste siempre está implicado, de una forma u otra.
Por lo que respecta a la realidad española, he aquí unas cifras que vienen a constatar el panorama nada halagüeño que acabamos de perfilar. Según los datos presentados por especialistas en el Simposio "Actuación en el manejo de la dependencia alcohólica" (ABC, 15-3-1998), España constituye el séptimo país del mundo en el consumo de alcohol, con una media de 10,41 litros per capita. Un 4% de la población española es alcohólica, o sea, 1.600.000 personas según último censo. Esta cifra se incrementa hasta los 3.500.000 si se contabilizan a aquellas personas que sufren problemas derivados de dicho consumo. En términos económicos, el coste anual por servicios sanitarios y sociales asciende a 661.000 millones de pesetas. Creemos que las cifras hablan por sí mismas y son bastante ilustrativas de lo que queremos avanzar en esta introducción.
Por lo que se refiere al "alcoholismo laboral" vemos que, de entrada, el mismo concepto nos remite a dos términos/problemáticas complejas y diferenciadas. Por un lado, el trabajo (el hecho de trabajar) y, por otro, el alcoholismo (el hecho de ingerir de forma abusiva bebidas alcohólicas). El trabajo constituye un fenómeno tan antiguo como el hombre y, por lo que respecta al alcohol, podemos recordar que ya en las civilizaciones antiguas (por ejemplo, la cultura egipcia, china o mesopotámica, y estamos hablando de 4000 y 3500 a. de C.) el uso de ciertas bebidas alcohólicas era una práctica muy extendida y enormemente significativa, tanto por su carácter ritual como por su ingesta considerable; uso y abuso del alcohol de la que muchas obras de arte legadas por nuestros antepasados hacen gala. Podríamos, por otro lado, reparar en el protagonismo del vino en los textos bíblicos y, cómo no, en la significativa presencia que ha tenido siempre en la historia de la mitología.
Aparte de otros contextos, como es constatado por numerosas investigaciones (CIS, CIRES, EDIS, FAD), el consumo de drogas constituye un asunto que presenta especial relevancia en el ámbito laboral; todos los datos nos indican una correlación positiva (en algunos aspectos, alarmante) entre consumo alcohólico y actividad laboral.
En este sentido, creemos que no sirve de nada desviar la mirada hacia otros ámbitos. El problema del alcohol en el trabajo está ahí. Se trata de una problemática, en muchos casos, soterrada, latente, pero que, analizando su auténtica naturaleza, deviene un fenómeno dramático, tanto para el trabajador como para la propia organización. Estamos ante un problema que está pidiendo a gritos una atención más seria, más profesional, menos voluntarista, menos condescendiente. Por ello, no ayuda en nada edulcorar los datos, maquillar las estadísticas sobre el tema que nos ocupa; se trata, al contrario, de afrontar humilde pero decididamente la naturaleza y los efectos de una de las drogas más toleradas, y a la vez, que más estragos viene generando en nuestras sociedades.
Aquí vamos a tratar de abordar una serie de ideas, conceptos y tendencias (un planteamiento, en definitiva) que sirvan para arrojar un poco de luz al complejo fenómeno del alcoholismo en general, y al laboral, en particular. Por consiguiente, en este trabajo queremos esbozar de forma escueta un marco teórico-analítico que proporcione una aproximación comprehensiva (psicosocial) del alcoholismo en el trabajo.
2. HACIA UNA DELIMITACION CONCEPTUAL: ALCOHOLISMO Y TRABAJO
2.1. CONCEPTO DE ALCOHOLISMO
¿Qué entendemos por alcoholismo? Intentar definir el fenómeno del alcoholismo resulta, como la mayor parte de conceptos, una tarea difícil y arriesgada. Difícil, por la naturaleza tan compleja que supone esta problemática y por la ingente cantidad de definiciones que se han sucedido a lo largo de los últimos años (revisión que obviamente no vamos a realizar aquí ya que escapa de nuestro objetivo inicial que es proponer un nuevo marco de reflexión teórica); y arriesgada, por la propia imposibilidad de ofrecer un concepto que resulte mínimamente consensuado y aceptado por la diversa pléyade de científicos y profesionales que vienen dedicándose al propio fenómeno. De todas formas, ya en 1955 la OMS intentó ofrecer una definición del alcoholismo que rezaba así: "Son alcohólicos los que beben en exceso y cuya dependencia respecto del alcohol ha alcanzado un grado tal que determina la aparición de visibles perturbaciones mentales, o cierta interferencia en la salud física y mental, en las relaciones interpersonales, y en el adecuado funcionamiento social y económico". Como se puede observar a primera vista, resulta un concepto muy descriptivo, vago y, por tanto, poco operativo y práctico.
Las definiciones sobre alcoholismo han pecado de estas características (unidimensionalidad, ambigüedad, reduccionismo, etc.), derivando siempre en la imprecisión terminológica y/o en el libre antojo definidor del profesional-enfoque de turno. Como ejemplo, valga la crítica de Pittman (1977) al concepto de aportado por la OMS el cual acabamos de aludir : "...el sentido de la palabra ´adecuado´ queda librado a la discreción del investigador". Aquí también se podría entrar en la absurda controversia de quién fija los criterios/niveles/estándares de lo "normal" versus lo "desviado", lo "adecuado" versus lo "improcedente"... El debate sería tedioso y un tanto absurdo. Por tanto, no entraremos en él en esta ocasión.
Otros autores prefieren hablar de "síndrome de dependencia del alcohol" en vez de alcoholismo en sí (véase esta problemática definitoria en Rodríguez-Martos, 1989). En este sentido, la Asamblea Mundial de la Salud, en 1976, definía este síndrome como: "Un estado psíquico y habitualmente también físico, resultante de tomar alcohol, caracterizado por una conducta y otras respuestas que siempre incluyen compulsión por tomar alcohol de manera continua o periódica con objeto de experimentar efectos psíquicos, y algunas veces, para evitar las molestias producidas por su ausencia, pudiendo estar presente o no la tolerancia". Este enfoque básicamente médico tiende a destacar el cuadro sindrómico-epidemiológico del alcoholismo. En consecuencia, por no abundar más en el asunto, creemos que el determinismo, la unidimensionalidad y el espíritu corporativista resulta patente desde el primer momento de la conceptualización. Hecho que, a nuestro juicio, dificulta una aproximación integral al fenómeno del alcoholismo, sobre todo, desde la perspectiva psicosociológica que aquí propugnamos.
2.2. CONCEPTO DE TRABAJO: LA CENTRALIDAD DEL TRABAJO
Aludir al debate de la centralidad/acentralidad del trabajo puede servirnos para conocer el alcance de la concepción actual del trabajo. Aunque no podemos extendernos en este debate (para ello véase MOW, 1987; Blanch, 1990; Alvaro, et al., 1995; Agulló, 1997, entre otros), vamos a referirnos directamente al fenómeno sin rodeos. El trabajo, como indican la mayor parte de estudios e investigaciones (Blanch, 1990; Alvaro, 1992; Alvaro, et al. 1995; Salanova, et al., 1993; etc.), sigue ocupando una posición central para la mayor parte de componentes de las sociedades occidentales. Así mismo, sigue ejerciendo como eje vertebrador de creencias, actitudes y otro tipo de opciones esenciales. La actividad laboral, a pesar de su diversidad, crisis, cambios y quiebras sufridas en los últimos años (véanse las críticas de Offe, 1984; Bell, 1976; Gorz, 1995), continúa actuando como principio supremo organizativo de las estructuras sociales. A pesar de lo que viene denominándose como "crisis de la sociedad del trabajo", éste sigue cumpliendo su función integrativa (otorga significado y coherencia vital), proporcionando estatus y prestigio social, ofreciendo una identidad personal, social y laboral. El trabajo constituye algo más que un simple medio de obtención de bienestar material, deviene una importante fuente de satisfacción personal, reorienta el sentido del tiempo existencial y organiza los espacios sociales cotidianos. El trabajo es y posibilita, a su vez, un contexto de afiliación, vinculación, participación, comunicación e interacción grupal; la actividad laboral proporciona oportunidad para el desarrollo de aspiraciones, planes, expectativas, conocimientos, actitudes, habilidades y conductas sociales y profesionales; el trabajo significa fuente de sentido para la vida misma (Blanch, 1990).
De este conjunto de funciones positivas del trabajo o generadoras de bienestar psicosocial podríamos deducir, operando teórica y conceptualmente a la contra, las disfunciones o funciones negativas que ocasiona de manera genérica el hecho de trabajar. Para no extendernos en este punto (le remitimos para más información a Alvaro, 1992; Agulló, 1997), podemos concluir que el trabajo resulta negativo o disfuncional psicosocialmente cuando no posibilita la integración, adaptación y/o desarrollo psicosocial de los individuos. Hecho éste, como veremos, es el que acontece a los trabajadores que, por ejemplo, consumen cantidades excesivas de alcohol. La dificultad/imposibilidad de trabajar (inclúyase aquí, entre otros, el fenómeno del desempleo) o trabajar en condiciones precarias (sea cual fuere su modalidad y/o duración), deriva en situaciones de riesgo de inadaptación laboral, primero, y social, después.
3. BINOMIO ALCOHOL-TRABAJO, UNA COMBINACION EXPLOSIVA
3.1. EL CONSUMO DE ALCOHOL ENTRE LA POBLACION TRABAJADORA EN ESPAÑA: TENDENCIAS Y PERFIL PSICOSOCIOLOGICO
El alcohol se nos presenta, junto con el tabaco, como la droga más consumida en todo el territorio español. Su aceptación y tolerancia sociales conforman un fenómeno generalizado y, por tanto, digno de preocupación y estudio. Aparte de esto, que es la base fundamental del problema (ya que se nos socializa en una cultura y en unos hábitos que fomentan abiertamente el consumo excesivo de alcohol), todo parece indicar que la población trabajadora posee un nivel de consumo de alcohol más elevado que el resto de la población (véanse los informes EDIS, CIS, CIRES, FAD). Pero, ¿a qué se debe esto? ¿cuál es la razón de esta correlación y de este incremento?
Primero que todo cabe señalar que en el año 1987 se llevó a cabo el primer estudio sobre la incidencia de las drogodependencias en el medio laboral. Fue un informe realizado por EDIS (Navarro, 1987) para el Departamento Confederal de Servicios Sociales de la UGT. Por tratarse del primer estudio de ámbito nacional vamos a hacer mención de los principales resultados del mismo, para seguidamente proceder a compararlos con el último estudio que se ha realizado en 1996 (casi una década después) por el mismo equipo y promovido por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
En el estudio de EDIS del año 1987 se estableció la siguiente tipología de bebedores (teniendo en cuenta los centímetros cúbicos de alcohol puro ingerido):
Como resulta obvio, los tres tipos últimos son los que ofrecen una ingesta de alcohol muy por encima del promedio diario que el organismo humano es capaz de eliminar. Por tanto, estos tipos de bebedores serán los que se encuentren en situación de riesgo y de grave riesgo alcohólico. Tipos que deben figurar como objetivo prioritario en el tratamiento del alcoholismo laboral, aunque, como veremos, no constituye ni mucho menos el único objetivo. En este sentido y hablando de objetivos, creemos que políticas de información, sensibilización, prevención, son fundamentales para que el alcoholismo en el trabajo no siga generando problemas y daños irreparables como ha acontecido en los últimos lustros. Aunque, como trataremos a continuación, el problema del alcohol en el ámbito laboral es una cuestión más delicada de lo que a simple vista parece.
Volviendo al tema y al mismo informe, podemos señalar el consumo medio diario de alcohol de los trabajadores en el siguiente cuadro (véase también en Gil et al. 1992 y 1994, otras tipologías de bebedores semejantes a la que aquí manejamos):
Consumo medio diario de alcohol entre los trabajadores
Tipología de bebedores según cc. de alcohol puro de consumo promedio diario
% sobre colectivo de trabajadores
Número aproximado de personas
Abstinentes
(0 cc. Alcohol)
29,8
1.937.000
Ligeros
(1 a 25 cc. Alcohol)
19,4
1.261.000
Moderados
(26 a 75 cc. Alcohol)
26,7
1.735.500
Altos
(76 a 100 cc. Alcohol)
7,9
513.500
Excesivos
(101 a 150 cc. Alcohol)
8,7
565.500
Gran riesgo alcohólico
(Más de 150 cc. Alcohol)
7,5
487.500
TOTAL
100
6.500.000
Fuente: EDIS, 1987
Si sumamos los porcentajes de los colectivos de trabajadores en los que su consumo promedio de alcohol diario es alto, excesivo y de gran riesgo, podemos hacernos una clara idea del panorama tan dramático al que puede llegar el fenómeno del alcoholismo en el ámbito laboral. Es decir, un 24,1 % de los trabajadores (casi 1 de cada 4), o sea un número aproximado de 1.566.500 personas trabajadoras, se encuentra en situación real o potencial de alcoholismo.
Otro dato, más bien tendencia, que merece destacarse es que el nivel de consumo de alcohol por parte de los trabajadores es superior al conjunto de la población. Mientras que el cómputo total de la población que consume más de 75 cc. de alcohol puro asciende a 11,2 %, el promedio de los trabajadores se eleva, como ya hemos advertido, a 24,1 %. La diferencia es considerable y, por ende, preocupante.
En los últimos años se ha desatado la alarma, tanto por parte de autoridades y profesionales como por parte de los medios de comunicación de masas, ya que el fenómeno del consumo de alcohol en los fines de semana ha adquirido cifras de escándalo. Sobre todo, el consumo juvenil de bebidas alcohólicas. En este sentido, observamos que las pautas del consumo alcohólico difieren según se trate de día laboral o fin de semana. Cuando se dice que el consumo de bebidas alcohólicas es principalmente la expresión de patrones culturales, se constata con el incremento de la ingesta de alcohol durante los fines de semana (véase para más información sobre este particular Sanchet-Turet, 1993; Elzo et al.1994; Secades, 1996). Siguiendo la misma encuesta (EDIS, 1987), y teniendo en cuenta al conjunto de bebedores, se observa una diferencia igualmente significativa; en este sentido, se puede observar que el consumo medio diario de alcohol en cc. es el siguiente:
Días laborables: 64,99 cc.
Fines de semana: 88,33 cc.
Consumo promedio: 72,33 cc.
Fuente: EDIS, 1987
Compárense los porcentajes del informe EDIS de 1996 sobre este consumo de alcohol en particular, el consumo muestra una tendencia a la baja:
Días laborables: 60,81 cc.
Fines de semana: 75,55 cc.
Consumo promedio: 67,05 cc.
Por otro lado, si observamos el perfil sociológico que presentan los bebedores excesivos y de alto riesgo podemos extraer algunas conclusiones que ya se sospechan, pero otras bastante reveladoras (similares conclusiones se pueden cotejar en Gil, et al. 1992, 1994):
* Los trabajadores varones consumen más alcohol que las mujeres trabajadoras (no se olvide que el porcentaje de mujeres en el trabajo es considerablemente inferior al de los varones).
* Los trabajadores jóvenes y los de edad intermedia ingieren más alcohol que el resto de edades (no descuidemos el fenómeno del consumo juvenil de alcohol durante los fines de semana; este fenómeno puede servir de iniciador-potenciador del consumo de alcohol en el trabajo).
* Determinados sectores laborales (minería, construcción, hostelería, comunicaciones y química) concentran un índice mayor de ingesta alcohólica.
* Los trabajadores de ideología radical, de uno u otro extremo, consumen más alcohol que el resto.
En un estudio elaborado por García et al. (1988) para CC.OO. con la finalidad de analizar la actitud de las empresas españolas ante el alcohol y otras drogas se concluía que el 33% de las empresas se ha planteado el tema del alcohol-drogas desde el nivel directivo en alguna ocasión, variando, eso sí, según el tamaño de la empresa (63 % de las grandes empresas y el 50% de las medianas se han planteado alguna vez el problema). A nuestro juicio, el planteamiento nos parece escaso, sobre todo, si se tiene en cuenta el elevado porcentaje de trabajadores que están afectados, así como por las graves consecuencias que entraña para la buena marcha de la empresa (absentismo, siniestralidad, bajo rendimiento, etc.). Así mismo, un exiguo 6% de las líneas de dirección percibe que el consumo de excesivo alcohol afecta a más del 20 % de los trabajadores de sus empresas. O visto desde otra perspectiva, el 53% de los directivos estima que el consumo de alcohol afecta tan sólo a entre el 0% y el 5% de los trabajadores de sus empresas. Para los directivos, un 34% considera "mayor gravedad" a las drogodependencias no alcohólicas, mientras que tan sólo un 4% tilda de "mayor gravedad" el alcoholismo.
Como se desprende de este mismo informe, en la mayor parte de planteamientos del problema del alcohol (y otras drogas) nace de la detección de casos individuales (58%), nunca de una detección sistemática y global. A su vez, de las empresas que se plantearon el problema del consumo del alcohol, un 62% desplegó alguna iniciativa. Las iniciativas que se llevaron a cabo fueron siempre de forma puntual y con acciones puntuales (62%), nunca estructuradas en programas diseñados específicamente para atajar seriamente la problemática. Además, tampoco existe una política consensuada con respecto a este tema, el 48% de las ocasiones en las que la Dirección llevó a cabo alguna iniciativa, la materializó sin tener en cuenta a los otros estamentos de la empresa (por ejemplo, tan sólo en el 31% de los casos se contó con la representación sindical).
De los datos y conclusiones de este informe se evidencia cómo la permisividad sociocultural existente con respecto al consumo del alcohol se adentra totalmente en todos los ámbitos de la empresa y de la actividad laboral. Un ejemplo de ello lo ofrecen las cifras aportadas por los S.M.E. (servicios médicos de empresa). El 72 % de los S.M.E. cree que existe una actitud de tolerancia por parte de los directivos con todo lo que se refiere a la ingesta de alcohol en el ámbito laboral. Los representantes sindicales coinciden con esta impresión de permisividad con relación al consumo alcohólico desde el nivel directivo, en este caso un 57%.
Por otra parte, el 79% de los directivos encuestados consideran justo y adecuado el artículo 54.2 del Estatuto de Trabajadores que regula el despido por causa de embriaguez habitual o toxicomanía (el 57% estaría dispuesto a aplicarlo). En cambio, casi el 50 % de los S.M.E. no está de acuerdo con este artículo. Para los sindicatos, el desacuerdo llega al 59%. Ambos estamentos consideran que el consumo problemático de alcohol (y otras drogas) debería de disponer de una baja laboral por enfermedad como medida alternativa al despido (81% los SME y 85% los sindicatos). Para los representantes sindicales, siguiendo el mismo informe, el trabajo repetitivo y desmotivador es la causa más frecuente que encamina al trabajador al consumo de alcohol y drogas. No obstante, sobre las condiciones de trabajo y su influencia en la ingesta alcohólica hablaremos más adelante.
Si nos remitimos, como ya hemos advertido, al último informe sobre la incidencia de las drogodependencias en el ámbito laboral (FAD, 1996), y lo comparamos con los resultados del estudio de 1987, podemos observar de entrada un descenso considerable de las altas tasas de consumo de alcohol en el entorno que estamos abordando. Si en la primera referencia el consumo de alcohol por encima de los 75 c.c. era del 24.1% de los encuestados, en la referencia actual desciende significativamente al 14.4% de los mismos. No obstante, como señalan los autores del estudio: "...siendo un dato muy positivo, no debe ocultar que aún es muy alto y preocupante el consumo abusivo que hace un amplio grupo de trabajadores", y advierten: "...el cual está unos cinco o seis puntos por encima del consumo del conjunto de la población".
Adentrándonos en la evolución de las tendencias de los consumos a lo largo de la última década, observamos (véase tabla siguiente) que en lo que se refiere a la ingesta de alcohol el día anterior por parte de trabajadores asciende a un 52.2 % y los parados a un 44 %. Cabe destacar que los porcentajes de respuestas afirmativas son ligeramente superiores en los trabajadores con empleo que en el colectivo de trabajadores en situación de desempleo.
Por lo que se refiere al tipo de bebidas consumidas (el día anterior) son la cerveza y el vino las preferidas por los trabajadores ocupados en un 28.3% y en un 26.0% para los trabajadores en desempleo. Un dato alarmante es el consumo de aquellas bebidas cuyo grado de alcohol es muy concentrado (o sea whisky-vodka, combinados y licores). Si se suman los porcentajes de consumo de este tipo de bebidas las cifras son preocupantes: los trabajadores ocupados con un 24.9% y los parados con un 28.4%.
Si comparamos los datos de la tabla (tipo de bebedores en el día anterior, según consumos) que ya apareció en el estudio de 1987 (EDIS), podemos observar precisamente el descenso actual de los nueve puntos en los consumos de alcohol abusivo (altos+excesivos+gran riesgo alcohólico) que habíamos destacado anteriormente.
Se trata de un 14.4% de trabajadores ocupados y un 16.0% de parados los que superan un consumo de más de 75 c.c. Cifras, insistimos, que hablan por sí mismas, y que, creemos, merecen algo más que mera atención. Como señalan los autores del informe (Fad, 1996): "...resulta precisa la intensificación de las acciones de concienciación y prevención ante los riesgos que comporta el consumo de alcohol en tan altas cantidades". Repárese también, para salir de dudas, en la suma de los consumos ligeros y moderados por parte de los trabajadores ocupados, ésta asciende a un 37.8% (el 27.9 % para los desempleados).
Si se observan los cruces de variables sobre esta cuestión realizados en el estudio, los resultados son verdaderamente significativos. "Un 9.2% del total de trabajadores ocupados, no solamente bebe de un modo abusivo (por encima de los 75 c.c.) sino que además, lo hace habitualmente: a diario el 8% y 5 ó 6 días a la semana un 1.2%". Por lo que se refiere al género, podemos constatar que los hombres beben de forma abusiva en cifras mucho más elevadas que las mujeres: una proporción de 19.9% a 3.9%. En lo que respecta al consumo según la edad de los trabajadores, comprobamos que el consumo excesivo se da principalmente en los intervalos etáneos de 25-34 años (15.3%) y de 35-44 años (17.1%). Los datos y, lo que es menos halagüeño, las pautas y perfiles generales son casi coincidentes con respecto al informe de hace ya una década. De ahí que, a pesar de los avances, no se pueda bajar la guardia.
Como podemos constatar en la siguiente tabla, el perfil de los bebedores abusivos (recordamos, que consumen por encima de 75 c.c) es "amplio y un tanto diverso", ello se debe, como ya aludimos en la introducción, a la generalizada tolerancia social sobre este tipo de prácticas y consumos. Esta amplitud y diversidad "se corresponde con la extensión que tiene el consumo de alcohol en todas las clases y estratos sociales" (Fad, 1996). No obstante, véanse en la siguiente tabla, para no extendernos en demasía, los datos resumidos del perfil de los bebedores abusivos.
4. INADAPTACION LABORAL: SALUD Y CONDICIONES DE TRABAJO
Si nos remitimos al enfoque o marco teórico-conceptual que propone la disciplina Inadaptación Laboral para tratar el fenómeno del alcoholismo en el mundo laboral, podemos indicar que su objeto de estudio estriba en analizar el proceso dinámico de desajuste en la interacción individuo-puesto de trabajo-organización, que se manifiesta en conductas negativas que repercuten en la Salud Laboral. Así mismo, esta disciplina trata de poner en práctica los conocimientos, métodos, técnicas y estrategias desarrolladas principalmente por la Psicosociología con la finalidad de comprender, intervenir, prever y promocionar la salud de los trabajadores y todo lo que tiene que ver con el ámbito laboral (González, 1992). Esta perspectiva analítica resulta propicia para la aproximación comprehensiva, integral, que precisa el fenómeno del alcoholismo en el mundo laboral.
En esta primera conceptualización ha aparecido el término de Salud Laboral. Desde el planteamiento que acabamos de hacer mención, adoptamos la filosofía que late en el concepto de Salud propuesto por la O.M.S. (1948), concepto que ha sido retomado por la mayor parte de las legislaciones europeas en materia de prevención de riesgos laborales, en el cual se explicita de forma clara que "La Salud es un estado de bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de daño y enfermedad".
Igualmente, la O.I.T. (1984) define de manera más concreta el fin que se persigue al abogar por un concepto (enfoque) de Salud Laboral específico: "La Salud Laboral está dirigida a promover y mantener el más alto grado de bienestar físico, mental y social de los trabajadores en todas las operaciones. Prevenir cualquier desviación de su estado de salud causado por las condiciones de trabajo. Proteger a los trabajadores en sus empleos frente a los riesgos resultantes de los diversos factores para su salud. Colocar y mantener al trabajador en un ambiente laboral adaptado a sus condiciones fisiológicas y psicológicas. Y, en suma, adaptar el trabajo al hombre, y cada hombre a su trabajo".
El alcoholismo constituye un problema que presenta, como mínimo, dos vertientes negativas o disfuncionales. Por un lado, el alcoholismo es susceptible de afectar a las distintas condiciones y procesos en los cuales se desarrolla todo trabajo, y, por otro, determinadas condiciones, procesos y medio ambiente de trabajo van a afectar (generar, mantener, potenciar) en el consumo abusivo de bebidas alcohólicas. El alcoholismo es, pues, causa y efecto. Es decir, para llevarlo al terreno analítico propuesto, se trata de un factor y síntoma de Inadaptación Laboral. En este sentido, creemos que resulta pertinente detenernos en lo que se ha venido a denominar como el nuevo enfoque de las condiciones y medio ambiente de trabajo (CYMAT), un planteamiento renovador e integrador que posibilita un acercamiento comprehensivo al problema del alcoholismo en el ámbito laboral. Si nos remitimos a la propia definición (Clerc, 1987, OIT) podemos observar de entrada la inclusión e interrelación de todos los factores psicosociales (variables, aspectos, procesos) que se desencadenan en el ámbito laboral y que, como ya hemos advertido, van a determinar la generación de procesos de adaptación/inadaptación laboral. El concepto indica que: "las condiciones y medio ambiente de trabajo están constituidas por los factores socio-técnicos y organizacionales del proceso de producción implantado en el establecimiento (o condiciones de trabajo) y por los factores de riesgo del medio ambiente de trabajo. Ambos grupos de factores constituyen las exigencias, requerimientos y limitaciones del puesto de trabajo, cuya articulación sinérgica o combinada da lugar a la carga global de trabajo prescrito, la cual es asumida, asignada o impuesta a cada trabajador, provocando de manera inmediata o mediata, efectos directos o indirectos, positivos o negativos, sobre la vida y salud física, psíquica y/o mental de los trabajadores. Dichos efectos están en función de la actividad o trabajo efectivamente realizado, de las características personales, de las respectivas capacidades de adaptación y resistencia de los trabajadores ante los dos grupos de factores antes mencionados. Dichos factores están determinados en última instancia por el proceso de trabajo vigente, el cual a su vez es el resultante de las relaciones sociales y de las interrelaciones entre las variables que actúan a nivel del contexto socio-económico y las características propias de los establecimientos; es este proceso de trabajo el que define la naturaleza específica de la tarea a realizar por el colectivo de trabajo y por cada uno de los que ocupan dichos puestos" (véase también Castillo y Prieto, 1983).
Atendiendo al enfoque planteado, vemos que los factores psicosociales presentes en el trabajo, derivados de la interacción/interrelación/articulación del propio medio ambiente de trabajo, las características de la organización (empresa, cultura organizacional), la naturaleza del puesto de trabajo (conjunto de tareas y responsabilidades), las capacidades-necesidades-expectativas del trabajador, y de sus condiciones personales (extralaborales), fundamentalmente, van a afectar la salud laboral del propio trabajador (o sea, su calidad de vida laboral, su rendimiento, su satisfacción en el trabajo). Todo ello, en consecuencia, va a determinar la salud vital del mismo, ya que como indica Prieto et al. (1994) "trabajar en buenas condiciones es vivir en buenas condiciones". Lo uno influye y repercute en gran medida en lo otro. Dicho burdamente, "dime en qué condiciones trabajas y te diré cómo es tu vida" (familiar, conyugal, social, etc.).
Un medio ambiente físico contaminado e insalubre (ruido excesivo, condiciones térmicas elevadas, vibraciones, con presencia de contaminantes, etc.), una organización del trabajo inapropiada (inestabilidad laboral, trabajo a turnos y trabajo nocturno, la duración excesiva del trabajo, un estilo organizativo poco participativo, impersonal, cambios tecnológicos sin planificación, sin posibilidad de reciclaje, etc.), un puesto de trabajo con sobrecarga (tanto cuantitativa como cualitativamente), con tareas monótonas y repetitivas (automatización procesos productivos), con escasa autonomía o significado (despersonalización, deshumanización), factores humanos del entorno laboral o clima laboral problemático (falta de apoyo de superiores, excesiva competitividad entre compañeros, imposibilidad de desarrollo-promoción de carrera, problemas con los subordinados (falta de entendimiento, complot, conflictividad en general), y las propias características personales del trabajador (capacidades, experiencia, expectativas, etc.)... van a repercutir en/posibilitar/fomentar un consumo problemático de alcohol de los propios trabajadores. Así mismo, la ingesta abusiva de bebidas alcohólicas va a desencadenar una serie de consecuencias en varias dimensiones del ámbito laboral, a saber: 1) el trabajador, 2) el puesto de trabajo y 3) la organización (empresa). Véamos, aunque sea someramente, cada uno de estos efectos.
Por lo que se refiere a las consecuencias del abuso del alcohol en el trabajador, podemos destacar, sin ánimo de exahusividad: pérdida/deterioro de la autoestima, desestructuración de la identidad, despersonalización, sensación de fracaso, sensación de inutilidad (vacío), inseguridad personal, degradación, ansiedad, estrés, desesperación, insatisfacción, desequilibrios físicos y psíquicos, agresividad, conflictividad, desmotivación, fatiga, aislamiento, envejecimiento prematuro, suicidio.
Por lo que respecta a los efectos del consumo excesivo de bebidas alcohólicas sobre el puesto de trabajo, nos encontramos con: dejadez y negligencias sobre los objetivos/metas a cumplir, incapacidad para responsabilizarse de determinadas tareas encomendadas, impuntualidad, trabajos mal realizados, entregas a destiempo, sobrecarga por acumulación de tareas, insatisfacción-desmotivación-desimplicación en el desarrollo del trabajo, desinterés, descuido/incumplimiento de las normativas de higiene/seguridad en el propio puesto de trabajo.
Por último, los anteriores efectos van a repercutir, implícita o explícitamente, en la buena marcha y en la dinámica cotidiana de la organización. La pérdida de competencia del trabajador alcohólico va afectar a la competitividad de la empresa. Al descender el rendimiento del trabajador y, por tanto, la productividad, va revertir sobre los costes y la producción general de la empresa (ni que decir tiene que la calidad de los procesos/productos/servicios queda totalmente mermada). Asimismo, el consumo de alcohol de los trabajadores, como se constata en todos los informes e investigaciones, afectará a los índices de siniestralidad, absentismo, conflictividad, satisfacción y clima laboral de la plantilla.
5. A MODO DE CONCLUSION: INADAPTACION LABORAL COMO INADAPTACION SOCIAL
Vamos a finalizar con el mismo talante que iniciábamos este recorrido. Bogani (1975) fue claro y tajante al insistir en el aspecto de que "las bebidas alcohólicas no son un alimento natural. Su consumo, más que una necesidad humana, es la expresión de un patrón cultural y de la acción de los intereses económicos". Baste con repasar muy por encima los medios de comunicación de masas, en todas sus vertientes, y constatar el bombardeo tan espectacular de anuncios de bebidas alcohólicas, tal instigación (sutilmente ofertada) responde fundamentalmente a un beneficio suculento por parte de las grandes empresas nacionales y multinacionales, en detrimento de un deterioro progresivo de la salud de los trabajadores en particular y de los ciudadanos en general. Hábitos y pautas de consumo alcohólico tan arraigadas, tan toleradas, tan asumidas, por parte y en todos los estratos de la sociedad, son reproducidas en uno de los entornos donde el ser humano pasa más tiempo, el trabajo (véase a continuación la perspectiva desarrollada de forma gráfica).
La combinación de tradición, cultura, intereses capitalistas, marketing instigador, tiempos críticos, individualismo, identidad consumista, cambio vertiginoso, transformación de los valores...generan el caldo de cultivo que propicia un consumo perjudicial de una de las drogas más mortíferas que existen.
Para concluir cabe destacar uno de los puntos fundamentales para entender el alcoholismo laboral: la centralidad del trabajo. El trabajo, aquí y ahora, sigue siendo un elemento central para el ser humano. Trabajar en buenas condiciones es sinónimo de vivir en buenas condiciones y viceversa. Igualmente, el hecho de no poder desarrollar una actividad laboral o realizarla en condiciones precarias, va a desencadenar procesos de desajuste y desestructuración (en la interrelación trabajador-puesto de trabajo-organización) que conducirá, antes o después, al deterioro considerable de la salud en el trabajo. Deterioro que se manifestará a través de distintos factores e indicadores de inadaptación laboral, siendo el alcoholismo en el trabajo uno de esos problemas. Grave, precisamente por su arraigo y tolerancia socio-empresarial. Dramático, precisamente por las secuelas que genera a nivel psicosocial en el propio trabajador alcohólico. Es en este punto cuando defendemos la tesis de que el alcoholismo en el ámbito del trabajo constituye una inadaptación laboral que tiende a degenerar en inadaptación social. Inadaptación social por los graves efectos que produce en el propio trabajador alcohólico y en todo su entorno: problemas de integración, participación, comunicación, afectividad (amical, familiar, filial, de pareja). Problemas de etiquetamiento, marginación y exclusión sociales. Lo que, en resumidas cuentas, podríamos denominar como el "estigma social de alcohólico". Como indica Feuerlein (1981, citado por Rodríguez-Martos) "Cuando el alcohol crea problemas, entonces, el alcohol es el problema". Constituye un problema porque el alcoholismo afecta, y no está de sobra insistir en ello, a todas las culturas, a todas las organizaciones, a todas las clases y grupos sociales, a todo colectivo, a todas las profesiones, a todo tipo de trabajador, a todo tipo de personalidad, a todas las partes del organismo, a toda célula. Como indicaba el Director de la FAD (1996): "Puede haber discrepancias a la hora de ordenar las razones por las que el problema (del consumo de drogas en el mundo laboral) es grave pero nadie niega la gravedad del problema. Puede haber manifestaciones diversas a la hora de señalar la prioridad de algunas actuaciones para poner freno a las dificultades pero nadie niega la urgencia global de poner en marcha estas soluciones e intentar paliar las dificultades".
La cultura del alcohol presente en todos los ámbitos de lo social, juega un pernicioso papel en la esfera laboral. El arraigo y la tolerancia social con respecto a dicha sustancia posee un coste muy elevado en/para la empresa, un coste muy alto para el trabajador y su entorno.
Creemos que se está haciendo un gran esfuerzo a nivel de diagnóstico y tratamiento, no obstante, no se está poniendo el mismo empeño en lo que creemos que debería ser el primer paso: la comprensión de la compleja naturaleza del alcoholismo laboral. Sin un adecuado y completo conocimiento de todos los aspectos, componentes, dimensiones y factores que están implicados en el fenómeno, será imposible que el posterior diagnóstico-tratamiento-intervención llegue a ofrecer soluciones mínimamente plausibles. Así mismo, los planes que se elaboren en estas materias, deberían ser preventivos, sistemáticos, globales, y estar consensuados por todos los niveles que componen las empresas (con el fin de evitar problemas y suspicacias); para ello, creemos que los canales de comunicación-información-participación deben ser lo más fluidos y flexibles que sea posible; de igual forma, los equipos que diseñen los programas de drogodependencias en las empresas, deben de ser equipos interdisciplinares y diversos los instrumentos de medida. Aunque se han realizado grandes avances en esta esfera, hay que poner más hincapié en el seguimiento de los programas de drogodependencia, ya que esta fase, las más de las veces, suele brillar por su ausencia. Con ello se detectarían muchas lagunas y se corregirían muchos errores. Con esta forma de proceder, los programas e iniciativas serían, con el tiempo, mejores, más aceptados, y, por ende, más efectivos. La mayor efectividad generaría una mayor sensibilidad en el empresariado a este tipo de programas e intervenciones, y evitaría su visión del alcoholismo como un problema individual y tratado bajo el modelo biomédico, cuya resolución implica elevados costes para la propia empresa.
Por todo lo mencionado, creemos que no está de más pedir de forma encarecida la implicación, la participación, la coordinación, el apoyo, la contribución, la sensibilización de todos. Empezando por las administraciones públicas, siguiendo por las instituciones académicas y organizaciones empresariales (y sindicales), y terminando con el incremento de la concienciación y responsabilidad del propio ciudadano. Responsabilidad que tan sólo se logrará con la implementación de adecuadas políticas (sustentadas en la evidencia empírica que posibilitan los sólidos enfoques teóricos) desde el mismo seno familiar (como principal agente y resorte socializador) y su consiguiente aplicación en centros educativos.
6. BIBLIOGRAFIA
Agulló, E. (1997): "Naturaleza psicosocial del trabajo: significado, centralidad, socialización, futuro", en Jóvenes, trabajo e identidad, Servicio de Publicaciones, Universidad de Oviedo.
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VV.AA. (1993): Drogodependencias: perspectivas sociológicas actuales, Colegio de Doctores y Licenciados en CC. Políticas y Sociología, Madrid.
http://www.psico.uniovi.es/REIPS/v1n0/articulo5.html
Guía sobre PRL en la atención a drogodependientes y otras adicciones
Se edita en Córdoba la primera Guía sobre PRL en la atención a drogodependientes y otras adicciones
Informa a empresarios y trabajadores sobre los principales riesgos en este sector de actividad Se distribuirá en toda Andalucía a entidades que dan empleo a unos 8.000 trabajadores
Publicado el 30-12-2010
CÓRDOBA.- La Asociación Patronal Andaluza de Entidades de Iniciativa y Acción Social (APAES), con sede en Córdoba, ha editado la primera Guía sobre Prevención de Riesgos Laborales para Empresas y Trabajadores del Sector de Atención a Drogodependientes y otras Adicciones.
Se trata de un trabajo que tiene como objetivo informar a los empresarios y trabajadores de este sector de los principales riesgos derivados de su actividad, así como de las medidas preventivas que se deben tener en cuenta para eliminarlos.
Es la primera guía que se edita en Andalucía sobre esta materia y responde al interés del sector por la formación en esta materia de especial importancia. Con ella, se pretende que cada trabajador conozca los riesgos a los que se expone y la manera de evitarlos. Se han tenido en cuenta los distintos puestos de trabajo que hay en el sector y los riesgos específicos de cada uno.
Con la financiación de la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, se han editado 500 ejemplares que se distribuirán entre todas las entidades que componen la asociación, que dan empleo a unos 8.
000 trabajadores.
APAES es la organización andaluza que agrupa a empresas y entidades de acción social que prestan servicios de atención a infancia, juventud y familia, personas con discapacidad, refugiados e inmigrantes, minorías étnicas, personas presas y otros grupos que están en situaciones de emergencia o que se encuentran en riesgo de exclusión social.
Con el fin de dar cobertura a las diferentes áreas de actuación de la Asociación, se irán elaborando guías similares de prevención de riesgos laborales para el resto de los sectores que agrupa.
http://www.teleprensa.es/cordoba-noticia-266206-Se-edita-en-C26oacute3Brdoba-la-primera-Gu26iacute3Ba-sobre-PRL-en-la-atenci26oacute3Bn-a-drogodependientes-y-otras-adicciones.html
Informa a empresarios y trabajadores sobre los principales riesgos en este sector de actividad Se distribuirá en toda Andalucía a entidades que dan empleo a unos 8.000 trabajadores
Publicado el 30-12-2010
CÓRDOBA.- La Asociación Patronal Andaluza de Entidades de Iniciativa y Acción Social (APAES), con sede en Córdoba, ha editado la primera Guía sobre Prevención de Riesgos Laborales para Empresas y Trabajadores del Sector de Atención a Drogodependientes y otras Adicciones.
Se trata de un trabajo que tiene como objetivo informar a los empresarios y trabajadores de este sector de los principales riesgos derivados de su actividad, así como de las medidas preventivas que se deben tener en cuenta para eliminarlos.
Es la primera guía que se edita en Andalucía sobre esta materia y responde al interés del sector por la formación en esta materia de especial importancia. Con ella, se pretende que cada trabajador conozca los riesgos a los que se expone y la manera de evitarlos. Se han tenido en cuenta los distintos puestos de trabajo que hay en el sector y los riesgos específicos de cada uno.
Con la financiación de la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, se han editado 500 ejemplares que se distribuirán entre todas las entidades que componen la asociación, que dan empleo a unos 8.
000 trabajadores.
APAES es la organización andaluza que agrupa a empresas y entidades de acción social que prestan servicios de atención a infancia, juventud y familia, personas con discapacidad, refugiados e inmigrantes, minorías étnicas, personas presas y otros grupos que están en situaciones de emergencia o que se encuentran en riesgo de exclusión social.
Con el fin de dar cobertura a las diferentes áreas de actuación de la Asociación, se irán elaborando guías similares de prevención de riesgos laborales para el resto de los sectores que agrupa.
http://www.teleprensa.es/cordoba-noticia-266206-Se-edita-en-C26oacute3Brdoba-la-primera-Gu26iacute3Ba-sobre-PRL-en-la-atenci26oacute3Bn-a-drogodependientes-y-otras-adicciones.html
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Salud mental: parte de nuestro lugar de trabajo
Para Empresas
Salud mental: parte de nuestro lugar de trabajo -en inglés-
Las empresas que activamente promueven un ambiente de salud mental en lugar de trabajo pueden comprobar beneficios significativos. Ambientes de salud mental traen consigo mejoras en la productividad, reducción en los costos de seguro médico, y una mayor retención laboral. Esto influye en toda la cultura trabajo de la compañía.
Existen a disposición de las empresas folletos para los principales ejecutivos y quién de recursos para los departamentos de personal y administradores. Estos materiales contribuyen a hacer llegar a los empleados el mensaje de la salud mental es parte de cada lugar de trabajo, este grupo de recursos también ayuda a los empleadores a diseminar este mensaje entre los empleados.
Folletos
Un medio de trabajo propicio la salud mental: está en el mejor interés de cada compañía
El folleto invita a los directivos empresa a tomar una seria mirada respecto a lo favorable de la salud mental para sus empleados:
Una descripción del ambiente de trabajo favorable a la salud mental.
Los beneficios para las empresas de contribuir a la salud mental de los empleados.
Descripción de políticas y procedimientos para contribuir a la salud mental.
Ejemplos de empresas que están llevando a causas tácticas.
Estos recursos están disponibles en forma de un kit gratuito.
Kit de Herramientas
Lugares de trabajo que Prosperan: Grupo de herramientas para crear ambientes de propicios a la salud mental
Este kit contiene la información y las herramientas para que el personal y los encargados del recursos humanos desarrollen un lugar de trabajo adecuado para la salud mental. La caja de herramientas incluye:
Una breve introducción al estado de la salud mental en el U.S. lugar de trabajo y el desafío del estigma y de la discriminación hacia personas con enfermedades mentales.
Elementos de un lugar de trabajo amistoso de la salud mental para hacer un gravamen preliminar de la situación actual en un lugar de trabajo.
Retratos profundizados de los lugares de trabajo amistosos de la salud mental real.
Descripciones de políticas y de prácticas prometedoras para la puesta en práctica en el lugar de trabajo.
Módulos de entrenamiento para los supervisores.
Un CD-ROM con los materiales internos listos para utilizar de la comunicación para los empleados (i.e., un cartel, un impreso, y artículos para los boletines de noticias.)
http://www.promoteacceptance.samhsa.gov/publications/business_spanish.aspx
Salud mental: parte de nuestro lugar de trabajo -en inglés-
Las empresas que activamente promueven un ambiente de salud mental en lugar de trabajo pueden comprobar beneficios significativos. Ambientes de salud mental traen consigo mejoras en la productividad, reducción en los costos de seguro médico, y una mayor retención laboral. Esto influye en toda la cultura trabajo de la compañía.
Existen a disposición de las empresas folletos para los principales ejecutivos y quién de recursos para los departamentos de personal y administradores. Estos materiales contribuyen a hacer llegar a los empleados el mensaje de la salud mental es parte de cada lugar de trabajo, este grupo de recursos también ayuda a los empleadores a diseminar este mensaje entre los empleados.
Folletos
Un medio de trabajo propicio la salud mental: está en el mejor interés de cada compañía
El folleto invita a los directivos empresa a tomar una seria mirada respecto a lo favorable de la salud mental para sus empleados:
Una descripción del ambiente de trabajo favorable a la salud mental.
Los beneficios para las empresas de contribuir a la salud mental de los empleados.
Descripción de políticas y procedimientos para contribuir a la salud mental.
Ejemplos de empresas que están llevando a causas tácticas.
Estos recursos están disponibles en forma de un kit gratuito.
Kit de Herramientas
Lugares de trabajo que Prosperan: Grupo de herramientas para crear ambientes de propicios a la salud mental
Este kit contiene la información y las herramientas para que el personal y los encargados del recursos humanos desarrollen un lugar de trabajo adecuado para la salud mental. La caja de herramientas incluye:
Una breve introducción al estado de la salud mental en el U.S. lugar de trabajo y el desafío del estigma y de la discriminación hacia personas con enfermedades mentales.
Elementos de un lugar de trabajo amistoso de la salud mental para hacer un gravamen preliminar de la situación actual en un lugar de trabajo.
Retratos profundizados de los lugares de trabajo amistosos de la salud mental real.
Descripciones de políticas y de prácticas prometedoras para la puesta en práctica en el lugar de trabajo.
Módulos de entrenamiento para los supervisores.
Un CD-ROM con los materiales internos listos para utilizar de la comunicación para los empleados (i.e., un cartel, un impreso, y artículos para los boletines de noticias.)
http://www.promoteacceptance.samhsa.gov/publications/business_spanish.aspx
Consumo de drogas aumentó de 6% a 7,3% el último año - CHILE
Estudio ACHS: Consumo de drogas aumentó de 6% a 7,3% el último año
El proyecto se aplicó a trabajadores chilenos para medir el consumo de alcohol y otras drogas, de modo comparativo, respecto a 2008.
El consumo de drogas ilícitas entre trabajadores de diversos rubros se incrementó de un 6% a un 7,3% en el periodo de un año, así lo reveló un estudio realizado por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), que midió los índices en 2009 y los comparó con el año anterior.
La investigación sobre consumo de alcohol y otras drogas reveló que el alza en la utilización de narcóticos, registró un aumento considerable en el sector Agrícola y Forestal y Minería."En comparación al año 2008, se percibe un aumento del porcentaje de consumo de drogas ilícitas en la mayoría de los sectores de actividad económica, excepto en los sectores Comercio/Transporte, donde pasó de un 9,3% a 4,1%", destacó la directora del Programa de Alcohol y Drogas de la ACHS, Nancy Sepúlveda.
En cuanto a las drogas legales, el consumo de tabaco aumentó de manera marginal en 2009, de 48,2% a 48,5%, siendo el Comercio y Transporte (50,9%), además de Minería (49,9%), donde se registran las mayores cifras.
El alcohol, en cambio, disminuyó de 73,5% a 70,2% respecto de 2008, observándose una igual reducción en los denominados "bebedores problema". En el estudio anterior, éstos representaban el 34% de la muestra, mientras que en 2009, un 31,7%. Consumo por sectores
En el rubro de la Minería, el consumo de tabaco y alcohol disminuyeron (50,5% a 49,9% y 79,3% a 69,4%, respectivamente), mientras que el uso de drogas ilícitas aumentó su presencia en un 3,2%, llegando en 2009 a 6,7%.
Los indicadores del sector Agrícola y Forestal muestran que las drogas ilícitas y los bebedores con problemas se encuentran sobre el promedio, siendo 10,4% y 32,5%, respectivamente.
Mientras que el Comercio muestra un elevado consumo de medicamentos psicotrópicos y tabaco, la el sector industrial revela una alta tasa de bebedores con problemas, prevalencia del alcohol y las drogas ilícitas.
Ficha Técnica
El proyecto fue aplicado a una muestra de 2.525 trabajadores chilenos (de un universo de 1.482.269 personas) entre los meses de agosto y diciembre de 2009.
La consulta se realizó en empresas vinculadas a cinco sectores de la economía: Minería, Agrícola y Forestal, Comercio y Transporte, Industria y Servicios.
Fuente: Emol
http://www.paritarios.cl/actualidad_22_02_10_estudio_achs.html
martes, 28 de diciembre de 2010
Cocaína: Abuso y adicción - NIDA
Cocaína: Abuso y adicción
¿Qué es la cocaína?
La cocaína es un estimulante extremadamente adictivo que afecta directamente al cerebro
Lea más...El abuso y la adicción a la cocaína continúan afligiendo a nuestro país. Hoy en día, aproximadamente uno de cada seis norteamericanos (el 15 por ciento de la población en el 2007) ha probado la cocaína al llegar a los 30 años de edad y el 7 por ciento la ha probado antes de haberse graduado de la secundaria. Sin embargo, los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y los efectos nocivos de la cocaína nos ofrecen oportunidades sin precedentes para hacer frente a este problema persistente de salud pública.
Los estudios genéticos están aportando información crítica sobre cómo la herencia influye en el riesgo de la adicción a sustancias psicoactivas, incluyendo la cocaína. Además, con tecnologías más avanzadas de imágenes neurológicas, los científicos han podido observar los cambios cerebrales que resultan de la exposición crónica a las drogas o que ocurren cuando una persona adicta se ve expuesta a “señales” asociadas a las drogas, que pueden desencadenar un deseo vehemente por la misma y dar lugar a una recaída. Al realizar un mapeo genético y de las regiones del cerebro encargadas de los efectos diversos de la cocaína, estas nuevas tecnologías están ayudando a identificar nuevas estrategias en el tratamiento de la adicción a la cocaína.
El NIDA se mantiene alerta en la búsqueda de estrategias más eficaces para hacer frente a los graves problemas de salud pública vinculados al abuso de la cocaína. No sólo apoyamos una amplia gama de investigaciones básicas y clínicas, sino también facilitamos la aplicación de estos resultados al mundo real. Con este fin, nos esforzamos por mantener informado al público de los últimos avances científicos en el campo de la adicción. Esperamos que esta compilación de información científica sobre el abuso de la cocaína sirva para informar a los lectores sobre los efectos dañinos del abuso de la cocaína y que también ayude en nuestros esfuerzos para hacer frente al enorme costo personal y social causado por el uso de drogas y la adicción.
Nora D. Volkow, M.D.
Directora
Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas
http://drugabuse.gov/ResearchReports/Cocaina/Cocaine.html
El edificio central de la Municipalidad fue declarado “Ambiente Libre de Humo” SAN LUIS - CEPAM
SECRETARÍA DE DESARROLLO HUMANO, SOCIAL Y ECONÓMICO
El edificio central de la Municipalidad fue declarado “Ambiente Libre de Humo”
El acto se desarrolló en el hall de ingreso ante la presencia de funcionarios y empleados de la institución. En la ocasión se dio a conocer el Acta de Declaración de Ambiente Libre de Humo.
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Ayer, pasado el mediodía, se realizó el acto de declaración de “Ambiente Libre de Humo” en el edificio central de la Municipalidad ante la presencia de funcionarios del gabinete municipal y trabajadores en general.
En la oportunidad Julián Pérez, Coordinador del CEPAM, (Centro de Prevención de Adicciones Municipal), hizo mención a la Ley Provincial Nº III-0723-2010, más conocida como ley antitabaco, al decreto Nº 356 SMASeH-07 de reglamentación interna de la Municipalidad mediante el cual se prohíbe el uso del tabaco en cualquiera de sus formas y el Acta de Declaración de Ambiente Libre de Humo.
Finalmente, Pérez expresó que desde el CEPAM se continuará sembrando conciencia en todos los organismos municipales para informar a los trabajadores en cuanto a los riesgos por el uso del tabaco y la importancia de los ambientes libres de humo.
http://ciudaddesanluis.gov.ar/ver_nota.php?id_nota=3911
MUNICIPALIDAD DE LA CIUDAD DE SAN LUIS
El edificio central de la Municipalidad será declarado “Ambiente Libre de Humo”
El acto se desarrollará el martes en el hall de ingreso, y estará a cargo de la Secretaría de Desarrollo Humano, Social y Económico. En la ocasión se dará a conocer el Acta de Declaración de Ambiente Libre de Humo.
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El próximo martes 14, a las 12:30 hs, la Secretaria de Desarrollo Humano, Social y Económico María Alicia Mazzarino, acompañada por responsables del Centro de Prevención de Adicciones Municipal, (CEPAM), presidirá el acto de declaración de “Ambiente Libre de Humo” al edificio central de la Municipalidad.
En la ocasión, se hará mención a la nueva Ley Provincial Nº III-0723-2010, más conocida como ley antitabaco, y al decreto Nº 356 SMASeH-07 de reglamentación interna de la Municipalidad mediante el cual se prohíbe el uso del tabaco en cualquiera de sus formas.
Del mismo modo, se darán a conocer las actividades que desarrolla el CEPAM con el fin de informar y concienciar a los trabajadores municipales en cuanto a los riesgos del uso del tabaco y la importancia de los ambientes libres de humo.
http://ciudaddesanluis.gov.ar/ver_nota.php?id_nota=3896
Reconocen a funcionarios municipales por fomentar la prevención de alcohol y drogas
Reconocen a funcionarios municipales por fomentar la prevención de alcohol y drogas
Escrito por www.servicioregion.cl
Viernes, 24 de Diciembre de 2010
“Trabajar con Calidad de Vida” es el programa que ha impulsado Conace – Previene de la Dirección de Desarrollo Comunitario, que buscó fomentar una cultura de prevención en los espacios laborales sobre el uso de alcohol y drogas, por tal razón 20 funcionarios municipales de Coquimbo fueron reconocidos por dicha iniciativa la tarde del miércoles 22 de diciembre en dependencias de la Casa de la Cultura.
Para sensibilizar a los trabajadores y sus familias respecto del uso, abuso y consecuencias del consumo de drogas, fue diseñado y escriturado por el municipio de Coquimbo y Conace una política de prevención del consumo de drogas en el ámbito laboral, fomentando las instancias que garanticen los estilos de vida saludables en sus trabajadores.
En ese sentido, Rodrigo Rivera, coordinador regional de Conace valoró el entusiasmo del edil de Coquimbo Óscar Pereira Tapia para trabajar en torno a la prevención de alcohol y estupefacientes, “hemos realizado alianzas estratégicas con el municipio, de hecho esperamos que puedan desarrollar su propia política comunal de drogas, esta alianza sin duda va a tener frutos, nosotros estamos para trabajar en terreno de mano con la comuna” manifestó Rivera.
En la oportunidad Victoria Lafferte, jefa de personal del municipio porteño señaló que, “a nombre del alcalde Óscar Pereira Tapia les transmito la importancia que significa para él y para todos nosotros la prevención de drogas, porque sabemos el inmenso daño que produce en las personas y su entorno, por tal razón como municipio queremos seguir invirtiendo en recurso humano en el cuidado de quienes trabajan en este lugar”. Lafferte añadió la tremenda responsabilidad que tienen los funcionarios municipales con la comunidad tanto en el trato como el ejemplo que dan.
Además de los 20 empleados premiados por su aporte a la prevención en el control del uso y abuso de estupefacientes, se reconoció a cuatro funcionarios más por su participación en el seminario “Mundo Laboral”.
Durante la ceremonia de premiación participaron Rodrigo Rivera, coordinador regional de Conace, las concejalas Mónica Álvarez y Paola Cortés, Victoria Lafferte, jefa de personal, y Verónica Cáceres directora de DIDECO.
http://www.servicioregion.cl/index.php/noticias-coquimbo/4712-reconocen-a-funcionarios-municipales-por-fomentar-la-prevencion-de-alcohol-y-drogas.html
viernes, 24 de diciembre de 2010
PARA SEGUIR CON LOS RIESGOS LABORALES EN EL MEDIO AMBIENTE LABORAL
PARA SEGUIR CON LOS RIESGOS LABORALES EN EL MEDIO AMBIENTE LABORAL
En este entorno, vale la pena reflexionar en la llamada Metodología SOLVE que se refiere al abordaje de los riesgos ocupacionales tales como
• tensiones en el trabajo; (provocadas por el estrés)
• alcohol y drogas en el trabajo; (las llamadas adicciones)
• violencia física y psicológica en el trabajo;
• VIH/SIDA en el trabajo;
• tabaco en el trabajo.
En cierto sentido se podría suponer que el consumo de tabaco es componente también de las adicciones, pero para que no quede oculto tras otras adicciones como son las drogas, se ha separado, ya que también ocasiona problemas en el contexto laboral, sobre todo, en la actualidad cuando hay prohibiciones de fumar en los locales de trabajo y mucho más se observa cierto grado de discriminación en algunas organizaciones que en las planillas para la selección de personal de nuevo ingreso preguntan "fuma usted?" lo cual no quiere decir si fuma en el lugar de trabajo, decidiéndose por el no otorgamiento de la plaza a aquella persona proclive al consumo en el lugar de trabajo, o que en situación de abstinencia se ausente del trabajo para poder fumar, provocando en tal caso desaprovechamiento de la jornada laboral.
Vale la pena prestar atención al hecho de que todos estos riesgos, que son causa y consecuencia a la vez de otro de ellos, que están encadenados por diferentes situaciones, ocasionan problemas relacionados con la salud en el trabajador y reducen la productividad de la empresa. En conjunto, estos factores representan las principales causas de accidentes, lesiones mortales, enfermedades y ausentismo laboral, tanto en los países industrializados como en desarrollo. Estos problemas pueden surgir debido a la interacción entre el hogar y el trabajo. Pueden originarse en el trabajo y repercutir en el hogar o en la comunidad y viceversa.
Hemos consultado varios documentos, tanto de la OIT como de la OMS y otras organizaciones de países e internacionales y hemos comprobado que desde hace una década aproximadamente se está priorizando el enfoque multidisciplinario de los factores de riesgo tanto psicosociales como organizacionales, en el entendido que ocasionan conflictos en el trabajo, sin que por ello no se reconozca su existencia desde hace décadas, lo que sucede es que los gastos de salud han crecido de manera exhorbitante y hay que dedicarle estrategias preventivas al uso y abuso de dichas sustancias nocivas y de otros aspectos que dañan la salud de los trabajadores. Sin embargo, el concepto de la Metodología SOLVE es innovador por las siguientes razones:
1. La metodología SOLVE está diseñada para que las organizaciones puedan incorporar las cuestiones psicosociales en una política empresarial global, mediante estrategias preventivas y el enfrentamiento eficaz a las consecuencias que se ocasionan. De hecho, los problemas de seguridad y salud en el trabajo guardan relación con el plan estratégico y comercial de las empresas con objeto de asegurar que éstas siguen siendo competitivas. La Responsabilidad Social Corporativa dedica un espacio en la dimensión interna a las condiciones y medio ambiente laboral.
2. Los problemas ocasionados por el estrés, el alcohol y las drogas, la violencia en sus diferentes manifestaciones, incluyendo el acoso sexual, el VIH/SIDA y el tabaquismo se abordan en conjunto, y se considera que sus causas y efectos están estrechamente ligados entre sí.
3. Si bien los enfoques tradicionales giran en torno a las medidas curativas, SOLVE pone énfasis en las medidas preventivas con objeto de reducir las repercusiones negativas de el ambiente laboral ya que constituyen factores psicosociales y organizacionales. Se trata de un enfoque más estratégico, dinámico y rentable, con vista a controlar hasta evitar el acceso al consumo y la violencia laboral en el entorno de la entidad.
4. También es importante remarcar que todos estos factores ocasionan no solamente accidentes en el trabajo, sino que contribuyen al riesgo de enfermedades y por tanto no se debe aplicar una conducta discriminatoria contra los consumidores, ya que se les debe ayudar como enfermos para que eliminen el consumo abusivo.
Quisiera por último resaltar una programación televisiva cubana que lanza mensajes como el siguiente: "MEJOR ES NO COMENZAR".
http://lguevara-derecholaboral.blogspot.com/2010/12/para-seguir-con-los-riesgos-laborales.html
En este entorno, vale la pena reflexionar en la llamada Metodología SOLVE que se refiere al abordaje de los riesgos ocupacionales tales como
• tensiones en el trabajo; (provocadas por el estrés)
• alcohol y drogas en el trabajo; (las llamadas adicciones)
• violencia física y psicológica en el trabajo;
• VIH/SIDA en el trabajo;
• tabaco en el trabajo.
En cierto sentido se podría suponer que el consumo de tabaco es componente también de las adicciones, pero para que no quede oculto tras otras adicciones como son las drogas, se ha separado, ya que también ocasiona problemas en el contexto laboral, sobre todo, en la actualidad cuando hay prohibiciones de fumar en los locales de trabajo y mucho más se observa cierto grado de discriminación en algunas organizaciones que en las planillas para la selección de personal de nuevo ingreso preguntan "fuma usted?" lo cual no quiere decir si fuma en el lugar de trabajo, decidiéndose por el no otorgamiento de la plaza a aquella persona proclive al consumo en el lugar de trabajo, o que en situación de abstinencia se ausente del trabajo para poder fumar, provocando en tal caso desaprovechamiento de la jornada laboral.
Vale la pena prestar atención al hecho de que todos estos riesgos, que son causa y consecuencia a la vez de otro de ellos, que están encadenados por diferentes situaciones, ocasionan problemas relacionados con la salud en el trabajador y reducen la productividad de la empresa. En conjunto, estos factores representan las principales causas de accidentes, lesiones mortales, enfermedades y ausentismo laboral, tanto en los países industrializados como en desarrollo. Estos problemas pueden surgir debido a la interacción entre el hogar y el trabajo. Pueden originarse en el trabajo y repercutir en el hogar o en la comunidad y viceversa.
Hemos consultado varios documentos, tanto de la OIT como de la OMS y otras organizaciones de países e internacionales y hemos comprobado que desde hace una década aproximadamente se está priorizando el enfoque multidisciplinario de los factores de riesgo tanto psicosociales como organizacionales, en el entendido que ocasionan conflictos en el trabajo, sin que por ello no se reconozca su existencia desde hace décadas, lo que sucede es que los gastos de salud han crecido de manera exhorbitante y hay que dedicarle estrategias preventivas al uso y abuso de dichas sustancias nocivas y de otros aspectos que dañan la salud de los trabajadores. Sin embargo, el concepto de la Metodología SOLVE es innovador por las siguientes razones:
1. La metodología SOLVE está diseñada para que las organizaciones puedan incorporar las cuestiones psicosociales en una política empresarial global, mediante estrategias preventivas y el enfrentamiento eficaz a las consecuencias que se ocasionan. De hecho, los problemas de seguridad y salud en el trabajo guardan relación con el plan estratégico y comercial de las empresas con objeto de asegurar que éstas siguen siendo competitivas. La Responsabilidad Social Corporativa dedica un espacio en la dimensión interna a las condiciones y medio ambiente laboral.
2. Los problemas ocasionados por el estrés, el alcohol y las drogas, la violencia en sus diferentes manifestaciones, incluyendo el acoso sexual, el VIH/SIDA y el tabaquismo se abordan en conjunto, y se considera que sus causas y efectos están estrechamente ligados entre sí.
3. Si bien los enfoques tradicionales giran en torno a las medidas curativas, SOLVE pone énfasis en las medidas preventivas con objeto de reducir las repercusiones negativas de el ambiente laboral ya que constituyen factores psicosociales y organizacionales. Se trata de un enfoque más estratégico, dinámico y rentable, con vista a controlar hasta evitar el acceso al consumo y la violencia laboral en el entorno de la entidad.
4. También es importante remarcar que todos estos factores ocasionan no solamente accidentes en el trabajo, sino que contribuyen al riesgo de enfermedades y por tanto no se debe aplicar una conducta discriminatoria contra los consumidores, ya que se les debe ayudar como enfermos para que eliminen el consumo abusivo.
Quisiera por último resaltar una programación televisiva cubana que lanza mensajes como el siguiente: "MEJOR ES NO COMENZAR".
http://lguevara-derecholaboral.blogspot.com/2010/12/para-seguir-con-los-riesgos-laborales.html
DROGAS EN EL TRABAJO: TEMA TOMA FUERZA EN COMISIÓN DE SEGURIDAD
DROGAS EN EL TRABAJO: TEMA TOMA FUERZA EN COMISIÓN DE SEGURIDAD
Terra.cl
Entre el 20% y el 25% de los accidentes laborales ocurren por culpa de trabajadores adictos a las drogas, según indican diversos estudios internacionales. Las cifras no son nada de despreciables porque, a fin de cuentas, implican que uno de cada cuatro siniestros acontecidos en lugares de faenas tiene su origen en personas que presentan problemas con sustancias ilícitas.
Y si bien el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace) no ha hecho investigaciones específicas acerca el tema en Chile, sí ha extraído datos de la ingesta de estupefacientes en la población laboralmente activa desde sus encuestas. De hecho, tales sondeos arrojan que en el último año el consumo de marihuana en ese segmento fue del 5,5%; de cocaína, del 2,8%, y de pasta base, del 0,8%.
De acuerdo a lo expuesto por la subdirectora de esa repartición, Javiera Benítez, ante la Comisión de Seguridad en el Trabajo -instancia creada por el Presidente Sebastián Piñera, luego del accidente en la mina San José - , todos estos porcentajes son más altos que los promedios nacionales.
No es todo. Un estudio de la Asociación Chilena de Seguridad (AChS), realizado en 2009, reveló que la ingestión de drogas en la masa laboral aumentó del 6% al 7,3%.
En este contexto, no es gratuito que el asunto se haya posicionado con fuerza en las sesiones del comité asesor formado por el mandatario, que busca fortalecer la legislación y los sistemas de seguridad al interior de las empresas y que está compuesto por la ministra del Trabajo, Camila Merino, el subsecretario de Previsión Social, Augusto Iglesias, y ocho expertos en el área.
De hecho, Marcelo Albornoz, uno de los especialistas que integran la Comisión, afirmó a Terra.cl que la situación es "alarmante" y que en la instancia es uno de los temas "emergentes y, por lo mismo, desafiante".
El abogado de la Universidad de Chile y ex Director del Trabajo, agregó que "es una de las materias nuevas que la Comisión ha podido detectar y, si bien uno puede tener una visión como simple ciudadano en cuanto a que es un problema que está afectando a la población transversalmente, cuando uno lo lleva al ámbito del trabajo, esos factores que uno podría decir que son negativos desde el punto de vista del comportamiento y del desarrollo social, se transforman en elementos de alto riesgo".
Asimismo, Albornoz manifiesta en su diagnóstico que en la diversidad de industrias hay muchas realidades, donde unas más que otras destacan por las políticas de prevención y de identificación. "El sector minero es bastante fuerte en lo que es la detección de consumo de drogas y alcohol, porque, obviamente, alguien que está bajo la influencia de estas sustancias no sólo es un peligro para su propia vida, sino que también para el resto de sus compañeros", explica.
Coincide Nicolás Starck, director general de la Corporación de Investigación, Estudio y Desarrollo de la Seguridad Social (Ciedess), quien declaró que los narcóticos y el alcohol "naturalmente generan un gran riesgo, no sólo en sacar una producción mala, sino que afectando eventualmente la vida de sus colaboradores".
¿Cómo abordarlo?
A juicio de Albornoz, las adicciones deben atacarse "sin duda alguna con prevención y educación". En esa tarea, consigna, tiene que desarrollarse la conjunción de los afanes públicos y privados, pues "a nivel país, salvo algunos sectores donde son intensivos en inversión de capital más que en mano de obra, no hay una conciencia aún de la importancia y los peligros que puede tener el consumo de drogas y alcohol al interior de las compañías. Por lo tanto, hay un camino todavía muy primario en cuanto a preocupación y hay que abordarlo, puesto que es realmente alarmante".
En este sentido, Starck sostiene que "creo que esa área evidentemente debe formar parte de un sistema preventivo que permita detectar oportunamente, tratar cuando corresponda e incentivar que el funcionario termine su proceso" de rehabilitación. "Si eso no ocurre -añade-, finalmente (habría que) fijar un mecanismo de sanciones, que tiene que ser razonable para no poner en riesgo la producción ni la vida de la gente".
Complementa: "mi posición hasta el momento está basada en el sentido común. Vamos a enriquecerla con lo que todos los comisionados pensamos y considerando la experiencia internacional". Con todo, insiste en que en las recomendaciones que se entregarán al Mandatario debería contemplarse una dinámica de recuperación y de sanciones que "sean generadores de la suficiente seguridad".
La Comisión de Seguridad ha sesionado escuchando a distintos actores del rubro, desde los propios trabajadores hasta empresarios y organizaciones afines. Las primeras semanas efectuó sus reuniones en Santiago, para luego, desde el 29 de septiembre al 15 de octubre, recoger testimonios en las 15 regiones del país. Luego, vendrá el período para elaborar las propuestas que serán presentadas al Presidente Piñera el 22 de noviembre.
http://www.ciedess.cl/noticia.asp?UR=QSHHEIA2Q2n283
Terra.cl
Entre el 20% y el 25% de los accidentes laborales ocurren por culpa de trabajadores adictos a las drogas, según indican diversos estudios internacionales. Las cifras no son nada de despreciables porque, a fin de cuentas, implican que uno de cada cuatro siniestros acontecidos en lugares de faenas tiene su origen en personas que presentan problemas con sustancias ilícitas.
Y si bien el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace) no ha hecho investigaciones específicas acerca el tema en Chile, sí ha extraído datos de la ingesta de estupefacientes en la población laboralmente activa desde sus encuestas. De hecho, tales sondeos arrojan que en el último año el consumo de marihuana en ese segmento fue del 5,5%; de cocaína, del 2,8%, y de pasta base, del 0,8%.
De acuerdo a lo expuesto por la subdirectora de esa repartición, Javiera Benítez, ante la Comisión de Seguridad en el Trabajo -instancia creada por el Presidente Sebastián Piñera, luego del accidente en la mina San José - , todos estos porcentajes son más altos que los promedios nacionales.
No es todo. Un estudio de la Asociación Chilena de Seguridad (AChS), realizado en 2009, reveló que la ingestión de drogas en la masa laboral aumentó del 6% al 7,3%.
En este contexto, no es gratuito que el asunto se haya posicionado con fuerza en las sesiones del comité asesor formado por el mandatario, que busca fortalecer la legislación y los sistemas de seguridad al interior de las empresas y que está compuesto por la ministra del Trabajo, Camila Merino, el subsecretario de Previsión Social, Augusto Iglesias, y ocho expertos en el área.
De hecho, Marcelo Albornoz, uno de los especialistas que integran la Comisión, afirmó a Terra.cl que la situación es "alarmante" y que en la instancia es uno de los temas "emergentes y, por lo mismo, desafiante".
El abogado de la Universidad de Chile y ex Director del Trabajo, agregó que "es una de las materias nuevas que la Comisión ha podido detectar y, si bien uno puede tener una visión como simple ciudadano en cuanto a que es un problema que está afectando a la población transversalmente, cuando uno lo lleva al ámbito del trabajo, esos factores que uno podría decir que son negativos desde el punto de vista del comportamiento y del desarrollo social, se transforman en elementos de alto riesgo".
Asimismo, Albornoz manifiesta en su diagnóstico que en la diversidad de industrias hay muchas realidades, donde unas más que otras destacan por las políticas de prevención y de identificación. "El sector minero es bastante fuerte en lo que es la detección de consumo de drogas y alcohol, porque, obviamente, alguien que está bajo la influencia de estas sustancias no sólo es un peligro para su propia vida, sino que también para el resto de sus compañeros", explica.
Coincide Nicolás Starck, director general de la Corporación de Investigación, Estudio y Desarrollo de la Seguridad Social (Ciedess), quien declaró que los narcóticos y el alcohol "naturalmente generan un gran riesgo, no sólo en sacar una producción mala, sino que afectando eventualmente la vida de sus colaboradores".
¿Cómo abordarlo?
A juicio de Albornoz, las adicciones deben atacarse "sin duda alguna con prevención y educación". En esa tarea, consigna, tiene que desarrollarse la conjunción de los afanes públicos y privados, pues "a nivel país, salvo algunos sectores donde son intensivos en inversión de capital más que en mano de obra, no hay una conciencia aún de la importancia y los peligros que puede tener el consumo de drogas y alcohol al interior de las compañías. Por lo tanto, hay un camino todavía muy primario en cuanto a preocupación y hay que abordarlo, puesto que es realmente alarmante".
En este sentido, Starck sostiene que "creo que esa área evidentemente debe formar parte de un sistema preventivo que permita detectar oportunamente, tratar cuando corresponda e incentivar que el funcionario termine su proceso" de rehabilitación. "Si eso no ocurre -añade-, finalmente (habría que) fijar un mecanismo de sanciones, que tiene que ser razonable para no poner en riesgo la producción ni la vida de la gente".
Complementa: "mi posición hasta el momento está basada en el sentido común. Vamos a enriquecerla con lo que todos los comisionados pensamos y considerando la experiencia internacional". Con todo, insiste en que en las recomendaciones que se entregarán al Mandatario debería contemplarse una dinámica de recuperación y de sanciones que "sean generadores de la suficiente seguridad".
La Comisión de Seguridad ha sesionado escuchando a distintos actores del rubro, desde los propios trabajadores hasta empresarios y organizaciones afines. Las primeras semanas efectuó sus reuniones en Santiago, para luego, desde el 29 de septiembre al 15 de octubre, recoger testimonios en las 15 regiones del país. Luego, vendrá el período para elaborar las propuestas que serán presentadas al Presidente Piñera el 22 de noviembre.
http://www.ciedess.cl/noticia.asp?UR=QSHHEIA2Q2n283
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