martes, 11 de octubre de 2011

«Es preocupante que el alcohol sea el elemento definitorio del ocio adolescente»




«La gente cree que ya no hay problema de drogas después de la crisis de la heroína»


«Es preocupante que el alcohol sea el elemento definitorio del ocio adolescente»


EUSEBIO MEGÍAS VALENZUELA Director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD)Pablo ÁLVAREZ




Eusebio Megías. nacho orejas




Eusebio Megías es el director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), una institución privada creada en 1986 cuya misión fundamental es la prevención de los consumos de drogas y sus consecuencias. Ayer pronunció en Oviedo la conferencia «Desafíos y avances en prevención», en el marco de las XIII Jornadas Municipio y Drogodependencias, organizadas por el Ayuntamiento de Oviedo. -¿Son eficaces los mecanismos de prevención del consumo de drogas? -Al margen de las propuestas formales, hay un evidente desinterés por la puesta en marcha de acciones preventivas. Y además hay un cierto desmantelamiento de las estructuras que llevaban a cabo la prevención. La prevención es un fenómeno en el que intervienen muchos agentes y en el que es fundamental la coordinación. Pues las estructuras de coordinación se están desmantelando en toda España. Se está bajando el rango administrativo de los planes de drogas, están desapareciendo en muchos sitios. Malamente podremos afrontar una tarea progresivamente más compleja con menos estructuras de coordinación. -¿Y cuál es la alternativa? -Hay una especie de pensamiento mágico. Se dice, por ejemplo, que la prevención la hagan los colegios, que para eso están. Confundimos el deseo con la realidad, como si sólo por decirlo los colegios pudieran hacerlo, cuando la realidad es que están en una situación absolutamente complicada, en la que todo se les carga y están diciendo que ellos solos no pueden. -¿Ese desinterés procede de las instancias políticas? -Es un desinterés de las instancias políticas que responde a un desinterés social. En los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) las drogas han dejado de preocupar. Nunca he visto una manifestación de gente pidiendo prevención. No veo que exista ninguna preocupación colectiva. La gente entiende que una vez que se superó la crisis de la heroína de los años ochenta ya no hay problema de drogas. -Y sin embargo lo hay. -Es evidente, aunque sólo sea porque vivimos en una sociedad en la que las drogas tienen cada vez más significación y son imprescindibles para determinadas acciones sociales. ¿Alguien puede imaginarse que el ocio de los adolescentes pueda hacerse al margen de «colocarse» con alcohol o con lo que sea? ¿Alguien piensa eso? Hemos conseguido que el alcohol sea el elemento definitorio del ocio de los adolescentes. Pues eso me parece enormemente preocupante. -¿A qué atribuye esta despreocupación? -A que estamos muy acostumbrados a medir las drogas sólo en términos de problemas de salud y de delincuencia. Entonces, como se mueren menos y ya no atacan por las calles, la conclusión es que ya no hay problema de drogas, como si los problemas no pudieran ser de otras categorías. -¿Menos problemas de salud? -Hay muchos menos, sin duda. Entre otras razones porque está más controlado, porque la forma de consumir es distinta, porque hay muchos programas de reducción de daños... Pero hay otros problemas. Pongamos un chico o una chica de 16 años que fuma cannabis a diario, probablemente, aunque no tenga problemas de salud, no quiere decir que no vaya a tener otros problemas. ¿No pasa nada porque esté todos los días «colocado» en clase por culpa del cannabis? Ese tipo de problemas se nos escapa. Existe una interrelación entre los problemas de escolarización y los consumos, entre cierto vandalismo y los consumos, entre cierta violencia entre iguales y los consumos, cierta violencia de género y los consumos. Hay correlaciones y, sin embargo, seguimos pensando casi exclusivamente en los problemas de salud. -¿Observa en las familias una actitud de cerrar los ojos ante los problemas de sus hijos? -Hace mucho tiempo que eso ocurre. No todas, pero muchas familias tienen una política según la cual «mis hijos no tienen problemas, son distintos, pero los demás sí, son unos bestias». Si tienen problemas, prefiero no enterarme. Y si me entero, voy a intentar situar los problemas dentro de casa -controlando horarios, orden y demás- y procuro salvar la responsabilidad mía y de mi hijo: la culpa es de otros. Es absolutamente mentira, pero todos necesitamos salvar nuestra propia responsabilidad.






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