lunes, 13 de septiembre de 2010

LAS ADICCIONES EN LO QUE VA DEL AÑO - Cada vez más cocaína y ludopatía

LAS ADICCIONES EN LO QUE VA DEL AÑO

Cada vez más cocaína y ludopatía
El alcohol y las combinaciones con psicofármacos abarcan la mayor parte de la problemática. Se multiplican los casos de juego patológico. Informe según datos del centro municipal de prevención.
En un 20 por ciento, respecto de 2006/2007, crecieron las consultas por intoxicaciones agudas con cocaína entre jóvenes de 15 a 18 años, registradas, en lo que va del año, en la unidad municipal de prevención de las adicciones. El estudio anterior, sobre 276 casos, indicó que el 48 por ciento de las situaciones, tan críticas que llegaron a poner la vida en peligro, se debió al exceso de alcohol, y el 43 por ciento, al de medicamentos. La cocaína se ha vuelto una droga accesible para ciertos sectores sociales. Las dosis, aunque no siempre de máxima pureza, se cotizan de 50 a más de 200 pesos y, según dichos de pacientes, siempre están disponibles en algún lugar de la ciudad. "El incremento, entre las situaciones graves, es fuerte", corrobora el psicólogo Hugo Kern, vinculado a la tarea preventiva desde 1990 y actual responsable de la Unidad Centro de Promoción y Prevención de Adicciones del programa municipal de salud mental, con sede en Bravard 31. Kern enfatiza que lo que define una adicción es esa dependencia que se transforma en parte central de una vida y que la problemática tiene tres puntos centrales: el alcohol, entre los mayores de 40 años; las drogas ilegales, los psicofármacos y el alcohol, en menores de 40, y el juego patológico entre los mayores de 45, sin distinción de sexos. Respecto de la edad mínima de inicio, está fijada en los 11/12 años, aunque la gran mayoría (80 por ciento) oscila entre los 15 y los 18 años. Siempre hay señales antes de que se instale el problema, por eso los mayores deben estar muy atentos a los comportamientos de los adolescentes, que son los más vulnerables. "A las adicciones se entra en un intento de solución rápido, cómodo e ilusorio. Nuestra tarea busca crear conciencia para que se acepte el tratamiento. Criminalizar no ayuda. Si pensamos que el consumidor es un delincuente, será muy difícil que trate de recuperarse. Un mensaje de culpa paraliza y agrava la situación", dice Kern. Ante una problemática que crece, afirma que es preciso revalorizar el valor sanitario y que el sistema para prevenirla y tratarla debe ser optimizado, porque se necesitan ágiles dispositivos de contención y por mayor cantidad de horas. Al enfocar las causas, Kern considera que los estímulos hacia el consumo son intensos y constantes, tanto que aparecen como un mandato cultural, y que no sólo se reducen a las sustancias, sino que se extienden al juego y a la tecnología. También alude a las paradojas, porque, mientras los servicios de salud generan proyectos preventivos, la sociedad alienta el consumo y "establece reglas de juego donde las adicciones tienen un carácter adaptativo y el alcohol es absolutamente aceptado". Convencido de que es posible salir de este camino, al que generalmente se suele definir como "sin retorno", Kern prueba su postura con pacientes recuperados que han sido capaces de establecer un vínculo duradero y confiable. "En el trabajo preventivo, hacemos hincapié en el valor de discriminar el consumo normal, el que tiene que ver con tratar de paliar un sufrimiento psicológico. La adicción es un remedio mal prescripto para salir del dolor. El conflicto se manifiesta cuando se busca respuesta en el servicio especializado, en la guardia del hospital o en la unidad sanitaria, por eso hay que mejorar la receptividad del problema". El 60 por ciento de los casos se identifica por la inquietud de un familiar, un amigo o por la escuela. También cuando la adicción se manifiesta de otra manera; por caso, un accidente o un problema clínico. "La tarea comprende la prevención primaria, cuando se trata de evitar que el problema se instale; la secundaria, cuando se procura impedir que se profundice, y la terciaria, cuando se busca la reinserción social". Kern reconoce que el juego patológico los excede, por el nivel de demanda, tanto que amerita la organización de dispositivos específicos. La ludopatía tiene alto grado de negación y se destraba cuando detona un gran conflicto, como, por ejemplo, deudas económicas o estados depresivos. La primera consulta de este tipo la atendió en 1998. Antes, Kern se refiere a otro perfil de jugador, más relacionado con el casino o las mesas de juego. Todo estalló hace unos 13 años, cuando se liberaron las salas de juego y se acentuó la difusión de la cultura del entretenimiento en ambientes muy agradables, donde hombres y mujeres, por lo general mayores de 45 años, creen que podrán superar la soledad.
Paco: el aniquilamiento masivo "La peor adicción es la adicción, pero no se trata de discriminar entre virtuosos y pecadores. Y mucho menos de reprimir, que ha demostrado su fracaso en todo el mundo", sostiene José Luis Sarai, coordinador de un grupo mixto de pacientes, quien prefiere no hablar de drogadictos o de alcohólicos, "porque la palabra condena y toda la sociedad debe asumir que no está fuera del problema". Sarai, quien asegura que en Bahía Blanca se consigue cualquier droga que se use en otra parte del mundo, señala que el tan temido paco no está instalado en el medio y que se nota en pacientes que llegan de Buenos Aires o del Conurbano bonaerense. Al paco lo define como una droga de aniquilamiento masivo, por su tan alta toxicidad, y lo relaciona con grupos de expectativas de vida mínimas en contextos de descarnada violencia.
Protagonistas El servicio de prevención surgió en 1990, constituido por el ministerio de Salud provincial. Dos años más tarde, pasó al ámbito municipal. En sus inicios, estuvo situado en Villa Mitre y Noroeste, pero en 1994, ante el crecimiento de la problemática, se lo fijó en la unidad sanitaria del barrio Universitario; luego, en O'Higgins al 200 y, en 2002, en el hospital Municipal. El espacio se comparte con los programas de salud mental infanto juvenil, psicología de adultos, violencia familiar y maltrato infantil. El actual equipo está integrado por los psicólogos Hugo Kern, José Luis Sarai, Mariel Varela y Betina Murace; la trabajadora social Daniela Milano y la doctora Claudia González, quien está a cargo de la unidad de toxicología y farmacovigilancia del Hospital.
Fuente: http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/13/09/2010/a9d001.html

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