Un número cada vez mayor de yucatecos tiene comportamientos obsesivos con el sexo, el juego, el trabajo o internet.- Focos rojos
Domingo, 4 de noviembre de 2012 -
Edición impresa
No es producto de la casualidad que en nuestros días el
mercado de las adicciones esté siempre al alza. La sociedad consumista
empuja a hombres y mujeres a buscar el éxito, el placer y el
reconocimiento social. Vivimos en una sociedad tóxica, con sobredosis de
estrés que hace florecer comportamientos obsesivos, una sociedad que
busca la felicidad artificial y efímera.
Además de las clásicas adicciones a sustancias de todo tipo, nuestra cultura ha forjado adictos sin drogas, esclavos de prácticas y conductas que hasta hace pocos años eran prácticamente desconocidas o episódicas.
Cada vez hay más yucatecos adictos al sexo y la pornografía, compradores compulsivos, jugadores incontrolables, que se gastan la vida en el trabajo o que están encadenados a internet o a los celulares.
“La adicción es igual a dependencia más mentira”, advierten los expertos. Para los afectados implica llevar una doble vida y para la sociedad puede ser síntoma de un mal mayor.
Poca información
Yucatán está en pañales en la detección y tratamiento de las nuevas adicciones, dice el psiquiatra Xavier Urquiaga Blanco, especialista del Hospital Star Médica.
No hay datos. Las estadísticas se reducen a estimaciones, a la atención de casos en consultorios particulares o públicos, pero estas compulsiones existen, son tan reales como destructivas. “Producen los mismos efectos nocivos que las drogas tradicionales”, apunta el psiquiatra.
Razón de vivir
Las nuevas adicciones son conductas o comportamientos repetitivos que generan dependencia y que afectan física y psicológicamente el bienestar emocional, describe Miguel Ángel Viveros Erosa, psiquiatra del Centro Médico de Las Américas, único especialista que ha estudiado el fenómeno en Yucatán a decir del doctor Urquiaga. “Se les llama de diversas maneras: adicciones sin drogas, adicciones sociales, adicciones no químicas”.
“Toda adicción, sea a sustancias o a conductas, porta la tolerancia -la creciente necesidad de aumentar la dosis para lograr el efecto deseado- y los síntomas de abstinencia si el hábito se hace inaccesible”, explica el doctor Urquiaga Blanco.
“Es un comportamiento patológico que la persona vive como una experiencia psíquica que es incapaz de dominar”.
No es la actividad en sí la que genera dependencia, sino la relación que cada persona establece con ella. No todos los que trabajan en exceso, ni todos los que tienen relaciones sexuales o acuden a casinos o pasan horas ante la computadora son adictos. “El problema es cuando las cosas se salen de control y lo que inicialmente era una distracción o formaba parte de la convivencia con los demás se vuelve la razón de vivir, cuando la relación con el sexo, el juego o el trabajo se vuelve patológica”, indica Víctor Roa Muñoz, director del Centro de Integración Juvenil. “Es la incapacidad de controlar una actividad gratificante”.
Historias yucatecas
Aunque Yucatán no cuenta todavía con un centro específico para su tratamiento ni los médicos tienen mucha experiencia en su manejo, estas nuevas patologías son ampliamente conocidas por nuestra sociedad.
Entre ellas, coinciden los especialistas consultados, las adicciones al juego y a las tecnologías de información (redes sociales, internet, celulares, juegos de vídeo) son las más preocupantes, por su dolorosa incidencia en la vida de muchas familias yucatecas. Abundan las historias, tanto en Mérida como en el interior del estado, de personas que se han quedado en la calle, de ancianos que perdieron el dinero de su jubilación, de pequeños empresarios que quedaron en la bancarrota, de empleados que han cometido desfalco, de jóvenes que se olvidan de la escuela por culpa de la adicción al juego.
“Cada yucateco conoce al menos a una persona de su entorno que sufre algún trastorno de la conducta relacionado con las nuevas adicciones”, comenta Roa Muñoz. “He hecho este ejercicio, pregunto y siempre me responden ‘pues sí, yo tengo un compañero de trabajo que tiene problemas con su forma de jugar’, o ‘un amigo de la escuela está pegado las 24 horas a su computadora’”.
Tanto Roa Muñoz como los psiquiatras Urquiaga y Viveros hablan con discreción, sin revelar detalles que podrían resultar incómodos o irrespetuosos, de casos de dependencia al sexo, al trabajo, al ejercicio, internet, al consumo y al juego que llegan a sus consultorios. Numerosas evidencias muestran que estos trastornos aumentan día a día y dejan de ser invisibles en Yucatán.
Perfil del adicto
El adicto ¿nace o se hace? ¿Existe un perfil? Para el doctor Urquiaga, “más que mencionar características o un perfil determinado del adicto, hay que hablar de ciertos rasgos de personalidad que facilitan el proceso de adicción”.
“Todos podemos desarrollar la personalidad adictiva, pero como en cualquier enfermedad, factores sociales y culturales hacen más vulnerables a unas personas que a otras”, destaca el especialista.
“Sin embargo, hay un caso en el que la adicción es de origen biológico. Hay personas que caen en una adicción porque están deprimidas. La única manera de sobrellevar esa depresión es con el juego, con las compras compulsivas, con el trabajo”, señala.
“Pero no hay que confundir tristeza con depresión. La depresión es un trastorno de la química del cerebro. Es algo interior. Si la causa es externa, entonces es tristeza”, advierte.
Esclavos del sexo
Aunque cueste creerlo, ser un adicto al sexo no es algo para presumir, no tiene encanto ni gracia. Es una adicción real, con graves consecuencias.
“El sexoadicto tiene relaciones no para sentir placer, sino para aliviar una sensación de ansiedad”, dice el doctor Viveros. “La conducta sexual compulsiva provoca sufrimiento, temblores, angustia y síndrome de abstinencia. El adicto siente culpa, vergüenza y malestar”.
Es común que quienes padecen esta condición usen todos los medios posibles para satisfacer el estímulo sexual: pueden ver pornografía toda la noche, masturbarse 10 ó 15 veces al día hasta llegar a lastimarse los genitales, gastar miles de pesos en líneas de teléfono eróticas o buscar de manera indiscriminada y continua nuevas parejas sexuales.
Según los especialistas, aunque no hay estadísticas, el número de yucatecos con esta enfermedad va en aumento. En cuanto al país, estudios publicados recientemente aseguran que el 6% de los mexicanos padece este trastorno.
Calabozos y oficinas
En una cultura que privilegia la productividad, la competitividad, el éxito social y la obtención de bienes materiales, la adicción al trabajo es de las más difíciles de manejar porque nadie ve mal a una persona volcada de forma incondicional a su empleo.
“Sin embargo, es de las adicciones más destructivas, porque, al vivir sólo por y para trabajar, la vida del laboroadicto se convierte en algo absolutamente unidimensional. Sacrifica todo lo demás: la esposa, los hijos, los amigos”, comenta el doctor Viveros.
“Puede trabajar 15 horas seguidas sin parar y cuando tiene que descansar lo abruma la sensación de estar perdiendo el tiempo. Los días de descanso no disfruta la convivencia familiar porque siente que podría estar haciendo algo más productivo. Incluso, si hay forma, sigue conectado a la oficina, está pendiente de cosas insignificantes o que no son urgentes”, agrega.
Jugar no es divertido
“La ludopatía se está convirtiendo en un problema de salud pública en Yucatán”, asegura Viveros Erosa. “Sabemos que va en aumento por los casos que llegan al consultorio. Quizás es la más frecuente junto con la adicción a internet o al celular, pero por sus graves repercusiones en la vida de nuestras familias es la más preocupante”, agrega.
En los próximos días abundaremos en la adicción al sexo en Yucatán, sus causas y sus efectos.- Mario S. Durán Yabur
No hay mucha información,pero las nuevas adicciones son ampliamente conocidas por la sociedad yucateca
Además de las clásicas adicciones a sustancias de todo tipo, nuestra cultura ha forjado adictos sin drogas, esclavos de prácticas y conductas que hasta hace pocos años eran prácticamente desconocidas o episódicas.
Cada vez hay más yucatecos adictos al sexo y la pornografía, compradores compulsivos, jugadores incontrolables, que se gastan la vida en el trabajo o que están encadenados a internet o a los celulares.
“La adicción es igual a dependencia más mentira”, advierten los expertos. Para los afectados implica llevar una doble vida y para la sociedad puede ser síntoma de un mal mayor.
Poca información
Yucatán está en pañales en la detección y tratamiento de las nuevas adicciones, dice el psiquiatra Xavier Urquiaga Blanco, especialista del Hospital Star Médica.
No hay datos. Las estadísticas se reducen a estimaciones, a la atención de casos en consultorios particulares o públicos, pero estas compulsiones existen, son tan reales como destructivas. “Producen los mismos efectos nocivos que las drogas tradicionales”, apunta el psiquiatra.
Razón de vivir
Las nuevas adicciones son conductas o comportamientos repetitivos que generan dependencia y que afectan física y psicológicamente el bienestar emocional, describe Miguel Ángel Viveros Erosa, psiquiatra del Centro Médico de Las Américas, único especialista que ha estudiado el fenómeno en Yucatán a decir del doctor Urquiaga. “Se les llama de diversas maneras: adicciones sin drogas, adicciones sociales, adicciones no químicas”.
“Toda adicción, sea a sustancias o a conductas, porta la tolerancia -la creciente necesidad de aumentar la dosis para lograr el efecto deseado- y los síntomas de abstinencia si el hábito se hace inaccesible”, explica el doctor Urquiaga Blanco.
“Es un comportamiento patológico que la persona vive como una experiencia psíquica que es incapaz de dominar”.
No es la actividad en sí la que genera dependencia, sino la relación que cada persona establece con ella. No todos los que trabajan en exceso, ni todos los que tienen relaciones sexuales o acuden a casinos o pasan horas ante la computadora son adictos. “El problema es cuando las cosas se salen de control y lo que inicialmente era una distracción o formaba parte de la convivencia con los demás se vuelve la razón de vivir, cuando la relación con el sexo, el juego o el trabajo se vuelve patológica”, indica Víctor Roa Muñoz, director del Centro de Integración Juvenil. “Es la incapacidad de controlar una actividad gratificante”.
Historias yucatecas
Aunque Yucatán no cuenta todavía con un centro específico para su tratamiento ni los médicos tienen mucha experiencia en su manejo, estas nuevas patologías son ampliamente conocidas por nuestra sociedad.
Entre ellas, coinciden los especialistas consultados, las adicciones al juego y a las tecnologías de información (redes sociales, internet, celulares, juegos de vídeo) son las más preocupantes, por su dolorosa incidencia en la vida de muchas familias yucatecas. Abundan las historias, tanto en Mérida como en el interior del estado, de personas que se han quedado en la calle, de ancianos que perdieron el dinero de su jubilación, de pequeños empresarios que quedaron en la bancarrota, de empleados que han cometido desfalco, de jóvenes que se olvidan de la escuela por culpa de la adicción al juego.
“Cada yucateco conoce al menos a una persona de su entorno que sufre algún trastorno de la conducta relacionado con las nuevas adicciones”, comenta Roa Muñoz. “He hecho este ejercicio, pregunto y siempre me responden ‘pues sí, yo tengo un compañero de trabajo que tiene problemas con su forma de jugar’, o ‘un amigo de la escuela está pegado las 24 horas a su computadora’”.
Tanto Roa Muñoz como los psiquiatras Urquiaga y Viveros hablan con discreción, sin revelar detalles que podrían resultar incómodos o irrespetuosos, de casos de dependencia al sexo, al trabajo, al ejercicio, internet, al consumo y al juego que llegan a sus consultorios. Numerosas evidencias muestran que estos trastornos aumentan día a día y dejan de ser invisibles en Yucatán.
Perfil del adicto
El adicto ¿nace o se hace? ¿Existe un perfil? Para el doctor Urquiaga, “más que mencionar características o un perfil determinado del adicto, hay que hablar de ciertos rasgos de personalidad que facilitan el proceso de adicción”.
“Todos podemos desarrollar la personalidad adictiva, pero como en cualquier enfermedad, factores sociales y culturales hacen más vulnerables a unas personas que a otras”, destaca el especialista.
“Sin embargo, hay un caso en el que la adicción es de origen biológico. Hay personas que caen en una adicción porque están deprimidas. La única manera de sobrellevar esa depresión es con el juego, con las compras compulsivas, con el trabajo”, señala.
“Pero no hay que confundir tristeza con depresión. La depresión es un trastorno de la química del cerebro. Es algo interior. Si la causa es externa, entonces es tristeza”, advierte.
Esclavos del sexo
Aunque cueste creerlo, ser un adicto al sexo no es algo para presumir, no tiene encanto ni gracia. Es una adicción real, con graves consecuencias.
“El sexoadicto tiene relaciones no para sentir placer, sino para aliviar una sensación de ansiedad”, dice el doctor Viveros. “La conducta sexual compulsiva provoca sufrimiento, temblores, angustia y síndrome de abstinencia. El adicto siente culpa, vergüenza y malestar”.
Es común que quienes padecen esta condición usen todos los medios posibles para satisfacer el estímulo sexual: pueden ver pornografía toda la noche, masturbarse 10 ó 15 veces al día hasta llegar a lastimarse los genitales, gastar miles de pesos en líneas de teléfono eróticas o buscar de manera indiscriminada y continua nuevas parejas sexuales.
Según los especialistas, aunque no hay estadísticas, el número de yucatecos con esta enfermedad va en aumento. En cuanto al país, estudios publicados recientemente aseguran que el 6% de los mexicanos padece este trastorno.
Calabozos y oficinas
En una cultura que privilegia la productividad, la competitividad, el éxito social y la obtención de bienes materiales, la adicción al trabajo es de las más difíciles de manejar porque nadie ve mal a una persona volcada de forma incondicional a su empleo.
“Sin embargo, es de las adicciones más destructivas, porque, al vivir sólo por y para trabajar, la vida del laboroadicto se convierte en algo absolutamente unidimensional. Sacrifica todo lo demás: la esposa, los hijos, los amigos”, comenta el doctor Viveros.
“Puede trabajar 15 horas seguidas sin parar y cuando tiene que descansar lo abruma la sensación de estar perdiendo el tiempo. Los días de descanso no disfruta la convivencia familiar porque siente que podría estar haciendo algo más productivo. Incluso, si hay forma, sigue conectado a la oficina, está pendiente de cosas insignificantes o que no son urgentes”, agrega.
Jugar no es divertido
“La ludopatía se está convirtiendo en un problema de salud pública en Yucatán”, asegura Viveros Erosa. “Sabemos que va en aumento por los casos que llegan al consultorio. Quizás es la más frecuente junto con la adicción a internet o al celular, pero por sus graves repercusiones en la vida de nuestras familias es la más preocupante”, agrega.
En los próximos días abundaremos en la adicción al sexo en Yucatán, sus causas y sus efectos.- Mario S. Durán Yabur
No hay mucha información,pero las nuevas adicciones son ampliamente conocidas por la sociedad yucateca
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