Estamos ante el peor flagelo de la humanidadWilliam Quinteros. Redacción/Noruega
Dijo el presidente que vamos perdiendo la batalla contra la droga, y si lo dice el presidente debe ser así. Desde mi posición geográfica y laboral, no tengo más remedio y muy a pesar mío corroborar las palabras del presidente y agregar, que la batalla la estamos perdiendo en todos lados, internacionalmente.
En Noruega, país donde vivo desde hace más de treinta años, se acaba de aprobar una resolución con fuerza de ley que establece la posibilidad de suministrar heroína gratuitamente a aquellos adictos ya sin muchas esperanzas de recuperación.
¿Cuál ha sido el argumento mayor? Que la drogadicción es una enfermedad y que el tratamiento farmacológico pasa por ahí. Este argumento no es nuevo, se usó cuando hace ya muchos años, más de veinte, se comenzó a proporcionar drogas sintéticas gratuitamente a aquellos adictos en peores condiciones. En realidad había una agenda oculta. Lo que se trataba era de forzar el mercado de drogas, proporcionándolas de forma gratuita, se trataba de retirar del mercado a un grupo importante de consumidores.
En un principio se determinó que deberían ser personas adultas mayores (entorno a los 30 años) los que podrían acceder a este programa, comprometiéndose a no tener otro consumo paralelo. Se les controlaba una vez por semana la orina y en caso de consumo paralelo, se le retiraba la “medicina”. En algunos casos funcionó, por lo menos períodos importantes de tiempo algunos adictos lograron funcionar socialmente, pero no conozco caso alguno de recuperación completa.
El otro punto de esta agenda oculta era disminuir la criminalidad. Como es fácil darse cuenta, mantener el consumo de drogas es algo oneroso, más aún para una persona sin trabajo ni ingresos económicos. La fuente principal de financiación es la venta de drogas, un consumidor de anfetamina, por ejemplo necesita entre siete y diez compradores, para mantener un presupuesto de 3.000 pesos uruguayos diarios. Eso no es fácil, por eso el adicto debe recurrir a otras formas delictivas. El efecto es el de la piedra en el agua, un adicto necesita 7 o 10 compradores, pero cada uno de esos compradores necesita a su vez 7 o 10 compradores, y así sucesivamente. Esto es una muy rápida descripción de fenómeno de expansión.
Hoy con esta nueva resolución, el reparto de heroína tiende a institucionalizar la drogadicción. Hoy cualquier adicto puede acercarse a su médico y exigir su dosis. Pero la cara oculta es que hay un grupo de adictos que aún no cumplen los requisitos necesarios para obtener heroína gratis, es el grupo de los más jóvenes. ¿Cuál será la consecuencia? Ya lo sabemos porque lo vivimos en la época anterior con las drogas sintéticas: los más jóvenes trataran de maximizar su consumo a los efectos de agravar su condición y de esa manera poder acceder a la heroína gratis.
Cuando llegué a esta ciudad, había entre 35 y 60 adictos “pesados”, es decir personas en grado último de drogadicción, hoy en esta ciudad de 84.000 habitantes el uno por ciento, sí, el uno por ciento aproximadamente se inyecta, hay un registro de más de 800 adictos. Difícilmente un adicto sobrepase los 50 años de vida, y aunque el debut es temprano, puede ser entre los 13 o 14 años, se considera que es entorno a los 17 años donde la persona está definitivamente atada al consumo de drogas, quiero decir, que entre los 17 y 50 años, la edad más productiva de una persona, la sociedad se ve privada de aporte de este grupo de la población.
Aquí hay una sola verdad comprobada, en la cual coincidimos la mayor parte de los que trabajamos en el tema: Sobre esto no sabemos nada. Me parece que es un buen comienzo, para no caer en la banalización de verdades absolutas o de soluciones mágicas, más o menos voluntaristas.
Mi experiencia me indica que detrás de cada adicto hay una motivación personal, individual y cada adicto se comporta frente a una misma sustancia de formas diferentes. Otra de mis experiencias está relacionada con la caracterización del fenómeno drogadicción: Ni se trata de una enfermedad solamente, ni es un fenómeno social solamente, ni es un problema legal solamente. Como se puede intuir es una conjunción de todos ellos, pero al final, es un problema de seguridad nacional. ¿Qué país, que nación, puede prescindir de su población activa? No voy a proponer soluciones ni medidas, sería pedante y estúpido, sería adoptar el rol de “aprendiz de brujo”, lo único que deseo con esto, que es basado en mi experiencia de trabajador social, llamar la atención de toda la población para que entiendan que estamos ante el peor flagelo de la humanidad y que es mentira que existen drogas” buenas”, el tabaco y el alcohol son los primeros pasos, socialmente aceptados. Los que promueven el consumo legal de la marihuana, les digo que eso ya se hizo en Holanda y conocemos los resultados.
Fuente: http://www.ecosregionales.net/?edicion=1486¬icia=13504
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