sábado, 3 de julio de 2010

NIDA: Preguntas frecuentes - Principios de tratamientos para la drogadicción

Principios de tratamientos para la drogadicción: una guía basada
en las investigaciones



Preguntas frecuentes


16. ¿Hay alguna diferencia entre la dependencia física y la adicción?

Sí. De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales ("Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders" o DSM), los criterios clínicos para la "drogodependencia" (o lo que denominamos adicción) abarcan el consumo compulsivo de las drogas a pesar de las consecuencias perjudiciales; la incapacidad para dejar de usar una droga; el incumplimiento con las obligaciones laborales, sociales o familiares y, en ocasiones (según la droga), la tolerancia y la privación o abstinencia. Esto último refleja una dependencia física en la que el cuerpo se adapta a la droga, por lo que requiere cantidades mayores de la misma para lograr un determinado efecto (tolerancia) y provoca síntomas físicos o mentales específicos si la droga se interrumpe abruptamente (privación o abstinencia). La dependencia física puede ocurrir con el uso crónico de muchas drogas, incluso cuando se prescribe un uso médico apropiado. Así, la dependencia física en sí misma no constituye adicción, pero a menudo la acompaña. Esta distinción puede ser difícil de discernir, sobre todo con los analgésicos de prescripción, en los que la necesidad de aumentar las dosis puede representar tolerancia o agravamiento de un problema subyacente, en contraste con el comienzo del abuso o adicción.


17. ¿Puede una persona volverse adicta a psicoterapéuticos prescritos por un médico?

Si bien es un escenario que no ocurre con frecuencia, es posible. Puesto que algunos psicoterapéuticos conllevan un riesgo asociado de adicción (p. ej., los estimulantes para tratar el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, las benzodiacepinas para tratar la ansiedad o los trastornos del sueño y los opioides para tratar el dolor), es importante que los pacientes sigan rigurosamente las instrucciones del médico y que los médicos vigilen muy bien a los pacientes. Para reducir estos riesgos, el médico (u otro profesional de la salud que prescriba uno de estos medicamentos) debe estar consciente de los problemas actuales y anteriores de abuso de sustancias del paciente, así como los antecedentes familiares en cuanto a la adicción. Esto permitirá determinar el riesgo y la necesidad de monitoreo.


18. Cuando hay otros trastornos mentales concurrentes con la drogadicción, ¿cómo afectan el tratamiento para la adicción?

La drogadicción es una enfermedad del cerebro que con frecuencia se presenta junto con otros trastornos mentales. De hecho, hasta 6 de cada 10 personas con un trastorno de uso de sustancias ilícitas también padecen de otra enfermedad mental, y los índices son semejantes para los usuarios de drogas lícitas, es decir, el tabaco y el alcohol. Para estas personas, un problema se hace más difícil de tratar con éxito ya que está entrecruzado con otro problema adicional. De este modo, los pacientes que entran en tratamiento ya sea por un trastorno de abuso de sustancias u otro trastorno mental deben ser evaluados para comprobar la co-ocurrencia del otro problema. Las investigaciones indican que tratar ambas (o varias) enfermedades simultáneamente de manera integrada suele ser el mejor enfoque de tratamiento para estos pacientes.


19. ¿No es acaso el uso de medicamentos como la metadona y la buprenorfina un simple reemplazo de una drogadicción por otra?

No. Debido a la forma en que son usadas en las terapias de mantenimiento, la buprenorfina y la metadona no son reemplazos de la heroína o de otras sustancias opioides. Estos medicamentos son prescritos y administrados en condiciones de control y monitoreo; además son seguros y eficaces para tratar la adicción a los opioides cuando se usan debidamente. Se administran por vía oral o sublingual (debajo de la lengua) en dosis específicas y sus efectos farmacológicos son marcadamente diferentes a los de la heroína y otras sustancias opioides objeto de abuso.

La heroína, por ejemplo, se suele inyectar, inhalar o fumar y casi de inmediato provoca una "oleada" o breve periodo de euforia, que desaparece rápidamente y termina en una "caída". El usuario experimenta un deseo intenso de consumir más heroína con el fin de parar la caída y restablecer la euforia.

El ciclo de euforia, caída y deseo vehemente (a veces repetido varias veces al día) es una marca distintiva de la adicción y produce un trastorno grave del comportamiento. Estas características se deben a la rapidez con que comienza a actuar la heroína y la corta duración de su acción en el cerebro.
Debido a la forma en que son usadas en las terapias de mantenimiento, la metadona y la buprenorfina no son reemplazos de la heroína o de otras sustancias opioides.

Por el contrario, la metadona y la buprenorfina entran en acción de manera gradual y producen niveles estables de la droga en el cerebro; como resultado, los pacientes mantenidos con estos medicamentos no experimentan oleadas, a la vez que reducen considerablemente su deseo de usar sustancias opioides. Si una persona tratada con estos medicamentos intenta tomar un opioide como la heroína, los efectos eufóricos suelen quedar disminuidos o bloqueados. Los pacientes en tratamiento de mantenimiento no sufren las anormalidades fisiológicas y conductuales que causan las fluctuaciones rápidas en los niveles de la droga asociadas al uso de heroína. Los tratamientos de mantenimiento salvan vidas y ayudan a estabilizar a los pacientes, lo que permite que se les trate otros problemas médicos, psicológicos y de otra índole, por lo que estas personas pueden desempeñarse de manera eficaz como miembros de familia y de la sociedad.


20. ¿Cómo pueden los programas de 12 pasos y de autoayuda encajar dentro del tratamiento para la drogadicción?

Los grupos de autoayuda pueden complementar y ampliar los efectos del tratamiento profesional. Los mejores grupos de autoayuda son los que están afiliados a Alcohólicos Anónimos (AA), Narcóticos Anónimos (NA) y Cocaína Anónimos (CA), todos ellos basados en el modelo de los 12 pasos. Casi todos los programas de tratamiento de la drogadicción animan a los pacientes a participar en un grupo de autoayuda durante y después del tratamiento formal. Estos grupos pueden ser especialmente útiles durante la recuperación, ya que ofrecen un nivel adicional de apoyo comunitario, lo que ayuda a las personas a conseguir y mantener la abstinencia y otros estilos de vida saludables con el paso del tiempo.


21. ¿El ejercicio físico desempeña algún papel en el proceso del tratamiento?

Sí. El ejercicio físico se está volviendo cada vez más un componente de muchos programas de tratamiento y ha mostrado ser eficaz, en combinación con la terapia cognitiva conductual, para promover el cese del hábito de fumar. El ejercicio puede producir efectos beneficiosos llenando necesidades psicosociales y fisiológicas que el reemplazo de la nicotina por sí solo no logra, aminorando los efectos negativos, reduciendo el estrés y ayudando a prevenir el aumento de peso que produce el dejar de fumar. Actualmente se realizan investigaciones para determinar si los programas de ejercicio pueden jugar un papel semejante en el tratamiento de otras formas de abuso de drogas y de qué manera pueden hacerlo.


22. ¿Cómo pueden los tratamientos para la drogadicción ayudar a reducir la propagación del VIH/SIDA, la hepatitis C (VHC) y otras enfermedades infecciosas?

Las personas con problemas de drogadicción, tanto las que usan drogas inyectables como las que usan drogas no inyectables, tienen un mayor riesgo de contraer VIH, VHC y otras enfermedades infecciosas. Estas enfermedades se transmiten al compartir equipos de inyección contaminados y por involucrarse en conductas sexuales riesgosas en ocasiones asociadas con el consumo de drogas. El tratamiento eficaz para el abuso de drogas previene el VIH/ VHC porque reduce las conductas de riesgo además del abuso de drogas. El asesoramiento dirigido a una gama de conductas de riesgo para el VIH/VHC brinda un grado adicional de prevención de estas enfermedades.
El tratamiento para el abuso de drogas es un factor indispensable para la prevención del VIH y del VHC.

Las personas que se inyectan drogas y que no entran en tratamiento tienen una probabilidad hasta seis veces mayor de infectarse con el VIH que las personas que se inyectan pero entran y se mantienen en tratamiento porque reducen su participación en actividades que pueden propagar enfermedades, como son el compartir equipo de inyección e involucrarse en actividad sexual sin protección. La participación en el tratamiento también ofrece oportunidades para la detección, orientación psicológica y remisión a servicios adicionales, lo que incluye tratamiento precoz del VIH y acceso a la terapia HAART. El asesoramiento y pruebas de detección del VIH son aspectos fundamentales de los mejores programas de tratamiento para el abuso de drogas y deben ofrecerse a todos los individuos que entran a tratamiento. Una mayor disponibilidad de pruebas de detección del VIH económicas y no invasivas ayudaría a aumentar el acceso a estos importantes servicios para la prevención y el tratamiento del VIH.

Fuente: http://www.nida.nih.gov/PODAT_sp/Preguntas3.html

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